Si la idea de una quinta temporada del reality de Alaska y Mario, la pareja televisiva más pop (o viceversa) de nuestra era, podría dar algo de pereza a priori, bastaba recordar cómo pensábamos lo mismo cuando se produjeron una tercera y una cuarta. ¿Y qué pasó entonces? Pues que acabamos enganchados de nuevo a las chochás de la artista, el mánager (más artista que mánager, en realidad) y toda su troupe. Tiene toda la pinta que en esta ocasión –emitiéndose además en abierto por primera vez, al formar parte MTV de la plataforma Paramount Channel– volverá a pasarnos, habida cuenta de lo que pudimos ver en sus dos primeros episodios emitidos anoche.
Cierto es que la dinámica y los «personajes» no van a sorprendernos absolutamente nada a estas alturas de la tele. Aunque, a diferencia de la anterior temporada, esta vez traen un leitmotiv que vertebrará los nuevos episodios: un viaje de placer, no de negocios, que harán Alaska y Mario a México para que la primera se reencuentre con sus raíces norteamericanas. Y para ponernos en situación, todo arranca con la inauguración de la “casa mexicana” en que la mitad de Fangoria y su representante y marido han convertido aquella vivienda que compraron a Bibiana Fernández –impagable su reacción ante los colores chillones del salón– para rescatarla de sus deudas.
Entre preparativos para el evento –destinado en realidad a terminar de decorar entre todos la casa, mientras Mario y la Juanpe se tocan el potorro a dos manos– y anécdotas varias relacionadas con lo personal y con sus trabajos, aunque rara vez es posible discernirlos. Entre los últimos, destacan la representación final de la obra ‘El amor sigue en el aire‘ que han protagonizado ambos; un homenaje de las Nancys a Mecano, otra de las subtramas de esta T5; Mario haciendo sus primeros pinitos de cara a su participación en ‘Masterchef Celebrity 3‘; o un rework reggaetonero de ‘Huracán mexicano’ de Dinarama.
Claro que seguimos teniendo momentos de eye-rolling (Mario lanzando puyas a «la izquierda» o diciendo a una señora por la calle que «lleva un paraguas gay» por los colores del arcoiris, por ejemplo), pero sobre todo abundan los que te dejan pegado a la pantalla. En el lado cómico, brillaron Marta Vaquerizo tratando de hacer el primer piercing de su vida, usando a su hermano como «cobaya», o cuando Topacio pone en un brete, hablando sobre la actividad sexual propia y de sus amigas, a la vendedora de colchones de unos grandes almacenes. En el emocional, los diversos y cariñosos recuerdos a David Delfín y a Bimba Bosé, en este caso a través de un encuentro con sus hijas –Dora confirmó que en ella hay una gran artista de la canción en ciernes–. Y así van desfilando todos los satélites que realzan a la (casi) siempre templada Alaska y al siempre excesivo Mario: todas las Nancys Rubias, Topacio Fresh (que pretende reunirse con el Papa Francisco por la visibilidad del colectivo transgénero), Nacho Canut, América, madre de Olvido…
Reencontrarse con ellos se parece ya a ver a unas viejas amigas con las que se comparten tantas bobadas como intimidades, y a las que se les perdona incluso que se pongan liberales con su discurso (de traca fue escuchar a Canut asegurar que él no cree en la propiedad privada). Pero el momento en que uno tenía la certeza de que ‘Alaska & Mario’ aún tiene mucho hilo fue cuando, en un ejercicio de confrontación de la (sobre el papel, al menos) modernidad del pasado y la del presente, los protagonistas se encontraron –Topacio mediante– con ídolos de la juventud actual como la instagrammer (y ahora cantante) King Jedet o la estrella de Youtube Soy Una Pringada.
Las dos, reunidas informalmente con las estrellas del programa, parecían absorbidas por una especie de agujero negro de atención llamado Mario Vaquerizo, absortas e impávidas, sin réplica (sólo Esty estuvo bien ingeniosa cuando le contestó, traicionando en parte a su personaje, “no me molesta que me digan guapa”). Mario puede llegar a ser muy irritante acaparando cámara, pero se hizo evidente que su chispa y encanto las eclipsó del todo y dejó claro que, por el momento, las estrellas de siempre se meriendan a las nuevas celebrities. 7.