‘Matar al padre’: otra buena miniserie de Movistar+, ¿o es una película alargada?

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‘Matar al padre’: otra buena miniserie de Movistar+, ¿o es una película alargada?

Mar Coll pertenece a esa generación de cineastas catalanas, la mayoría surgidas de la inagotable cantera del ESCAC, que lleva una década agitando el cine español. La cara más visible es Carla Simón y su celebrada ‘Verano 1993’, pero también están Elena Martín (‘Júlia ist’), Roser Aguilar (‘Lo mejor de mí’, ‘Brava’), Nely Reguera (‘María (y los demás)’), o Elena Trapé, quien, tras ‘Blog’, acaba de triunfar en el festival de Málaga con ‘Las distancias’ (estreno el 9 de septiembre).

Coll fue una de las primeras en sobresalir. Su primera película, ‘Tres días con la familia’ (2009), se llevó muchos de los premios de ese año: Goya (Mejor dirección novel), Málaga (dirección, actor y actriz) y Gaudí (película, dirección y actriz). La segunda, ‘Todos queremos lo mejor para ella’ (2013), siguió acumulando premios y confirmó las expectativas creadas por su extraordinario debut. Sin embargo, tener currículum no basta. Levantar su tercera película le estaba costando más que al novio de Edurne hacer una parada. Cuando llegó Movistar no se lo pensó dos veces: convirtió su tercera película en una miniserie. ¿O es una película larga? Más bien sí, pero, ¿realmente importa el formato si el contenido es bueno?

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‘Matar al padre’, título con resonancias freudianas, comienza con una cabecera que es casi una declaración de intenciones. La directora se aleja de la habitual intro estilosa que tanto se ha extendido gracias a HBO, y en su lugar coloca un evocador montaje de películas caseras en Súper 8 mientras suena la canción ‘Mi viejo’ de Piero. Una introducción a contracorriente que está en sintonía con la también poco habitual propuesta dramática de la serie.

Madres controladoras, sobreprotectoras, sufridoras y neuróticas hemos visto muchas. Padres, muy pocos. La figura paterna como personaje central en la ficción casi siempre se ha movido entre dos extremos: el autoritarismo y la ausencia, el tirano severo y el sumiso benevolente y pasota. Mar Coll remueve este tópico otorgando el protagonismo de la serie a un padre (estupendo Gonzalo de Castro) híper presente, sobreprotector, obsesionado con el control y permanentemente preocupado por el bienestar y el futuro de sus hijos. Para remarcar aún más estos rasgos de su personalidad -y seguir rompiendo con los roles de género-, la directora pone a su lado a una esposa y madre “muy poco madre” -tranquila, despreocupada, reflexiva- (interpretada por Paulina García, la fabulosa protagonista de ‘Gloria’), un hijo sensible e inseguro, y una hija fuerte y tenaz.

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‘Matar al padre’ cuenta la historia de esta familia disfuncional –tema habitual de esta directora- a lo largo de dieciséis años y cuatro capítulos. Empieza en 1996, en pleno subidón posolímpico (está ambientada en Barcelona), y termina en 2012, en pleno bajón poscrisis económica. Un viaje hacia a la decepción narrado con una media sonrisa. A través de un eficaz estilo naturalista y un controladísimo y muy equilibrado tono tragicómico, Mar Coll da forma a su discurso: la vida no se puede controlar. 7,5.

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