Días atrás hablábamos de ‘Me pelea’, el primer single de Dellafuente como artista oficialmente en nómina de Sony Music España. Se trataba de una suerte de rumba caribeña entrelazada con modos flamencos, versos hip hop y arreglos electrónicos de El Guincho –que también ha trabajado en la creación del esperado nuevo álbum de Rosalía–, una mixtura en la que el artista granadino parece haber encontrado su espacio propio y que le podría abrir las puertas de un público menos underground, como el que le llevó a ser disco de platino con ‘Guerrera’. No en vano, este fin de semana celebraba su tercera actuación en el WiZink Center de Madrid –en este caso, abriendo para Bad Bunny en A Fuego Festival–.
Este fin de semana ha presentado su vídeo oficial y, acumulando cerca de medio millón de visitas en 3 días –a lo largo del fin de semana ha llegado a ser top 3 en Tendencias de Youtube España–, ya apunta a que va a convertirse, muy probablemente, en uno de los más visionados del artista. Cosa nada fácil, puesto que cuenta con numerosos vídeos en su canal de 2, 3 4 y hasta más de 5 millones (el de ‘Consentía’) de streams.
La razón es, claramente, que es un clip espectacular en lo visual –dirigido por Ernest Desumbila y producido por Sauvage.tv–, que, partiendo de presupuesto e ideas muy distintas, se aproxima un poco a lo que también quería mostrar Rosalía con ‘Malamente’: una colisión entre nuevos patrones estéticos, correspondientes al R&B, el trap y el hip hop, con imágenes atávicas de la tradición andaluza.
En el caso de ‘Me pelea’, El Chino comienza encabezando una cohorte de bailarinas que pasea y baila por el clásico ferial andaluz, entre casetas. Caballos, motos de alta cilindrada, flamencas que “combaten” en campos de fútbol de tierra, bailarinas de street en callejas de casas encaladas, pirotecnia y la espectacularidad de todo un cuerpo de baile en el interior de un círculo de fuego son algunos de los chulos planos que encontramos en este clip que va camino de convertirse en un clásico de Dellafuente que, por cierto, se guarda una sorpresa rumbera para el final.