Marilyn Manson bordó su personaje más pop en el aún relevante ‘Mechanical Animals’

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Marilyn Manson bordó su personaje más pop en el aún relevante ‘Mechanical Animals’

Marilyn Manson no es el primer grupo que habla en su trabajo sobre los males del capitalismo y la llegada de un mundo distópico y “posthumanístico”, pero sí es de los pocos capaces de trasladar estas ideas a un público realmente masivo. En 1998, Marilyn Manson es una banda tan polémica que los grandes almacenes de Estados Unidos se niegan a vender su tercer disco, ‘Mechanical Animals’ -publicado un 15 de septiembre de hace 20 años-, pero eso no impide que este debute en el número 1 del país, lo cual tiene gracia teniendo en cuenta el concepto del álbum. En él, Manson interpreta a un alienígena llamado Omega que llega desde el espacio a la Tierra y es secuestrado y posteriormente transformado en una estrella del pop con el cometido de entretener a las masas embobadas por la religión, la televisión y las drogas. “Androides de diccionario” para los que no hace falta imaginar un mundo de ciencia ficción, afirma Manson, pues ya existen en nuestro propio mundo.

Evidentemente inspirado en David Bowie, a quien reconoce como su mayor influencia, pero a quien no llega a conocer hasta 2004, Marilyn Manson se transforma para ‘Mechanical Animals’ en un ser de aspecto alienígena y andrógino con implantes mamarios -se extiende entonces el rumor de que Manson se los ha implantado de verdad- y asexual, representado en una portada icónica que, 20 años después, sigue dando tanta grima que ni William Gibson lo habría imaginado. En otros vídeos y entrevistas, Manson se presenta con trajes muy “glam” y el pelo de colores, y el disco está tan inspirado en artistas tipo David Bowie, Queen y T-Rex que casi puede considerarse una premonición de Lady Gaga (con quien, sorpresa, terminaría colaborando). Como ‘The Fame’, ‘Mechanical Animals’ hablaba, ejem, de la fama, y aunque Manson la presentaba a través de un filtro mucho más siniestro, era sin duda su disco más accesible y pop, tan adecuado como cabía esperar a los estadios en los que Marilyn Manson actuaba en aquel momento durante su gira ‘Rock is Dead’ (lamentablemente, el grupo se ve obligado a cancelar la gira en 1999 tras la masacre de Columbine, por la que una buena parte de la sociedad americana culpó a la música popular, y sobre todo a Manson. Lo hizo por “respeto a las víctimas”).

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Si ‘Antichrist Superstar’, que había supuesto el gran bombazo comercial de Manson hasta la fecha, sonaba como un disco hecho desde un almacén industrial grimoso y lleno de ratas y vertedero nuclear, ‘Mechanical Animals’ era todo lo contrario, un trabajo de rock radiable, limpio, artificial y tan aséptico como ese “gran mundo blanco” que representa en sus letras, habitado por humanoides (o “animales mecánicos”) sin sentimientos ni emociones. Los hits eran tan claros como la luz del día, en especial ese trallazo llamado ‘Rock is Dead’ que ha resultado hasta premonitorio (¿ha habido alguna estrella del rock tan grande como Manson después de él?), pero “album tracks” como ‘Posthuman’ o ‘New Model No. 15’ sonaban casi tan “radio-friendly” como aquel. Algunas canciones incluso dejaban entrever una influencia de la música negra, como el estupendo single ‘I Don’t Like the Drugs (But the Drugs Like Me)’, que presentaba una imposible fusión de rock duro y góspel, o ‘Fundamentally Loathsome’, que tenía un ritmillo Motown.

Producido en su mayor parte junto a Michael Beinhorn -ya se sabe que Manson y Trent Reznor no terminan nada bien tras su colaboración en ‘Antichrist Superstar’-, ‘Mechanical Animals’ es probablemente el disco más deprimente que llegara al número 1 de Estados Unidos en 1998. Pese a su coartada narrativa dividida en dos partes -Omega y Alpha, ambos personajes interpretados por Manson, el segundo mucho más personal-, y su sonido abiertamente comercial, ‘Mechanical Animals’ es sobre todo un disco sobre drogas y el uso que le da la población -y el propio Manson- para anular el dolor de la existencia capitalista. El mundo de ‘Mechanical Animals’ es un “espectáculo de drogas” (‘The Dope Show’) donde los personajes, humanos sin alma, cyborgs como esos que parecen irrumpir, mediante vocoders, en la conmovedora ‘The Speed of Pain’, caminan “como si les hubieran disparado en la cabeza”. Al final, ese fin del mundo anunciado al final del disco parece un alivio, pero escuchado en 2018, en la era de las redes sociales, ¿no es ‘Mechanical Animals’ más deprimente -y verdadero- todavía?

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Al abandonar el estilo industrial de ‘Antichrist Superstar’ por uno más artificial y futurista, muchos fans acusaron a Manson de haberse vendido en ‘Mechanical Animals’. El artista lo negó en las entrevistas, defendiendo que lo que había hecho en realidad fue adaptarse a su nuevo “entorno”. “Muchas bandas tienen miedo de no sonar duras todo el tiempo: yo no. En muchos sentidos, el disco es mucho más mainstream, pero es que yo soy más mainstream”. No tenía ningún sentido que la gente acusara a Manson de haberse vendido, ya que para haberlo hecho, Manson tendría que haber traicionado sus ideales, lo cual no se aplica para nada a un ‘Mechanical Animals’ que no era sino idea del propio Manson desde el principio hasta el final. Es una pena que la etapa acabara drásticamente tras Columbine, porque Omega claramente merecía un fin de gira a la altura de su fama. Un fin de gira tan grande como el fin del mundo.

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