Eva Ryjlen / Violencia posmoderna

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Eva Ryjlen / Violencia posmoderna

En un tiempo en el que las mujeres artista reclaman el protagonismo bien entendido –desde el respeto a su arte por lo que son, no por cómo son– que les ha sido negado durante muchos años, son necesarios premios como el recibido recientemente por Christina Rosenvinge, por ser sin duda una figura inspiradora. Aunque sea un poco ingrato citarla para encabezar la crítica a la obra de otra mujer, se hace necesario citar a la autora de ‘El hombre rubio’ para hablar del álbum de debut de Eva Ryjlen, la mitad femenina del dúo de indie rock con guiños al blues y el soul clásicos, á là The White Stripes, Idealipsticks.

Y es que, voluntariamente o no, la Rosenvinge es un referente que asalta sin remedio al escuchar ‘Violencia posmoderna’, el debut en solitario recién publicado por la manchega. Ryjlen evoca nítidamente con su voz, de timbre más seductor que abrumador, a la de Christina, con ese particular ronroneo no exento de garra y clase –que también podemos atribuir a otra gran mujer de dilatada carrera, Patrizia Escoin–. Además, musicalmente encuentra acomodo en el rock de raíces –con Lou Reed, Patti Smith, Dylan y Tom Waits como referencias inequívocas– con el que la madrileña comenzó a forjar su carrera sola (en discos tan sólidos como ‘Que me parta un rayo’) y que en su última etapa ha tocado de manera algo más personal (en canciones como ‘Tu boca’, ’Negro cinturón’, ‘Tu sombra’ o ‘La muy puta’). Pero, establecidas las siempre odiosas comparaciones iniciales, es obvio que Eva ha encontrado precisamente ahí, en ese espacio sólo ocasionalmente transitado por Rosenvinge, un nicho propio en el que desarrollar su propia personalidad.

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En ‘Violencia posmoderna’ Ryjlen se presenta en realidad como una voz patria (aunque no siempre sea el colmo de la ocurrencia poética, se agradece mucho el empeño en trabajar el castellano como vía de expresión) que transita con gran solvencia territorios retrorock similares a los de The Black Keys, Nikki Lane o Jenny Lewis: lo hace de forma particularmente magnética en temas incontestables como el vibrante ‘Hasta que me sangren los pies’ o el irresistible single ‘Caer’, apoyada en el muy buen hacer de una banda en la que brilla (y de qué manera) la joven guitarrista gallega Laura Solla. A partir de ahí, la artista despliega un pequeño universo que resulta particularmente brillante cuando tiende puentes entre esa música de raíces y códigos del pop alternativo contemporáneo, como es el caso de la estupenda ‘Santa fe’ o el corte que da nombre al disco –realmente memorable ese «lo llaman amor, pero es violencia posmoderna»–. Un universo que también puede tornarse algo plomizo cuando cae el ritmo y ahonda en lo atmosférico (como en el blues ‘Quédate’ –en la que lo mejor es su solo de Hammond–, la desértica ‘Desde aquí’ o la final ‘Un día normal’). Así, su faceta más canalla –ya es hora de que ese concepto deje de ser únicamente atribuible a los hombres– y rockera resulta claramente lo más destacado del álbum, incluso aunque medios tiempos como ‘Experimentar’, ’Fangos de libertad’ o ‘Ritual’ sean también estupendos. ‘Violencia posmoderna’ es un primer paso realmente sólido para una artista que aún debe progresar para dejar su propia huella. Está en la buena línea, eso es seguro.

Calificación: 6,9/10

Lo mejor: ‘Caer’, ‘Santa fe’, ‘Hasta que me sangren los pies’, ‘Violencia posmoderna’

Te gustará si te gustan: la Christina Rosenvinge más Lou Reed, Nikki Lane, Bunbury.
Escúchalo: Spotify

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