Jonathan y Guillaume Alric son dos primos franceses que comenzaron a hacer música juntos para un proyecto relacionado con los estudios de cinematografía de uno de ellos. Pero lo encontraron tan estimulante que ambas cosas, electrónica y cine, confluyeron en The Blaze. Y es que la parte visual es indispensable en el crecimiento del grupo desde sus inicios, cuando canciones de su primer EP como ‘Territory’ y ‘Virile’ corrían por la Internet como la pólvora gracias a su audaz combinación de imagen y sonido. Sus clips ponen el foco en colectivos marginales, gente humilde que no sólo sobrevive sino que se muestra orgullosa de sus orígenes y clase, contraponiéndose a un house bailable que, sin prescindir de cierta elegancia, muestra una clara vocación hedonista y bailable, con sana aspiración popular que les sitúa como una versión proletaria y callejera de la electrónica de proyectos como Apparat.
Aunque sea distorsionadas hasta hacerlas inhumanas, su táctica de incluir líneas vocales al más puro estilo del formato de canción pop se revela –al margen de sus vídeos, claro– como su gran baza personal. Y funciona de forma parecida –un gancho difícil de rechazar, que nos arrastra al trance– a como lo hacía ‘Born Slippy’ de Underworld, un referente bastante claro para enmarcar las canciones de The Blaze. En esa faceta llega lo más disfrutable de ‘Dancehall’, el álbum debut del dúo: avances del disco como ‘Heaven’, ‘She’ y ‘Queens’ se alinean en ese patrón, e inéditos como ‘Opening’ o ‘Breath’ –estupendo el giro hacia su ecuador– redundan en él. Parece lo más facilón recurrir a la misma estructura una y otra vez, y lo eso, pero eso no hace precisamente que sean menos atractivas.
Sin embargo, The Blaze no logran que todo en este ‘Dancehall’ sea igual de atinado. Y es precisamente cuando tratan de diversificar un poco su sonido, cuando suenan más impostados y previsibles. Siendo la algo descafeinada ‘Places’ –con una lectura dub próxima a la que Andrew Weatherall hacía en ‘Screamadelica’– de lo más decente, lo peor llega cuando se abandonan tanto al subi-subidón y a las percusiones tribales que se alinean (hasta el sonrojo) con Safri Duo. Por ahí se mueve también ‘Rise’ –pese a su buena intro– y, con menos BPMs y un toque étnico bastante bisoño, ‘Runaway’. Algo mejor funciona ‘Mount’, aunque sólo sea porque su desarrollo instrumental se desvanece drásticamente con un acorde de piano cuando parecía obvio que caería un bombo bien populachero. Esa renuncia, aparte de ejercer de buena outro, demuestra que The Blaze son más que unos neo-bakalas arty, y que su techno-house-pop, aunque aún tiene espacio de aprendizaje y mejora, no es cualquier cosa.
Calificación: 6,5/10
Lo mejor: la triada inicial, ‘Opening’, ‘Heaven’ y ‘She’, más ‘Queens’
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