Cuando conocí a nudozurdo con su segundo disco ‘Sintética‘, el grupo se promocionaba con unas impresionantes fotos de su líder Leo Mateos realizadas por Luis Díaz en el Valle de los Caídos. Como su música nos llevaba a otras épocas de la ciudad de Madrid (lo más post-punk o tristón que podía haber en la Movida), aquellas instantáneas también lo hacían, sumando misterio y angustia a un proyecto en el que cabían composiciones tan apenadas como ‘Mil espejos’, ‘Ha sido divertido’ o ‘El hijo de Dios’. Fotos: Nabscab.
Al tiempo que se llevan a Franco del Valle de los Caídos, con destino por definir; nudozurdo han decidido irse, también con destino desconocido de momento; pero realizando al menos una gira de despedida que anoche recaló en su ciudad, en concreto en un Ochoymedio lleno hasta la bandera, de gente con ganas de decir adiós a la que ha sido una de las bandas fundamentales de la música independiente de los últimos 10 años. Deberían haber sobrevivido como Triángulo de Amor Bizarro o Los Punsetes, pero su carrera ha sido más menguante, teniendo como claro cénit de popularidad ‘Sintética’ y después desapareciendo y apareciendo regularmente del mapa, sin la constancia de otros grupos.
Su comunicado de despedida decía «No nos gustan las despedidas, así que seremos breves», y, en la línea, anoche no hubo muchas más palabras hacia el público que «buenas noches, Madrid», «hasta siempre» o unas excusas por un problema técnico entre la segunda y la tercera canción, que a todo el mundo se le olvidó enseguida porque la tercera canción del setlist era su gran hit ‘Mil espejos’. Sonó esta algo ralentizada y no particularmente expansiva, dejando que los verdaderos puntos álgidos de la noche fueran ‘Prometo hacerte daño’, muy especialmente la coreadísima ‘Ha sido divertido’, con todo el mundo entonando «lo siento es lo único que quiero decir», ‘El hijo de Dios’ antes de los bises, o incluso algún tema reciente como ‘Voyeur amateur’.
De hecho fue uno de los últimos uno de los más sentidos, confirmando que nudozurdo no se van porque su última etapa esté exenta de inspiración. Cuando comenzaron los acordes de ‘Úrsula hay nieve en casa’ fueron muchos los que se pusieron a mandar callar y la canción pudo disfrutarse en un silencio casi sepulcral, con las cuerdas sintetizadas cumpliendo su función. Hubo algún altibajo en el repertorio, pero en general el setlist fue la demostración de la casi veintena de singles reales o potenciales que ha ido entregando nudozurdo.
En los bises era imposible no buscar alguna explicación extra sobre lo que pasa por la cabeza de esos nudozurdo que se van porque se han «vaciado por completo». El «ya no soy yo» repetido al final de ‘La ruta de los Balcanes’, el «qué quieres que haga si ya nunca me divierto» de ‘Dosis modernas’, el «si mi mente destruye todo lo que deseo» de la misma canción… ¿Son mensajes ocultos sobre algo que no podía durar mucho más? El grupo se despidió, como se despedía el infravalorado ‘Tara motor hembra’, con ‘El diablo fue bueno conmigo’, tras momentos de intensidad que parecían transportarnos a La Riviera, donde en ese mismo instante tocaban Toundra, a los que había remitido el final de ‘Dosis modernas’ inmediatamente antes.
Leo Mateos, siempre tan retraído, escondido tras unas letras que tratan temas como la alienación o la depresión, presentó a su banda como despedida final mientras aparentemente mascaba chicle o un caramelo de algún tipo. Pudo ser un tic muestra de una timidez extrema o realmente pudo estar comiéndose algo tranquilamente mientras interpretaba su desgarrado repertorio. Lo que le pasa por la cabeza permanecerá para siempre como un jodido misterio. 7,5.