A buen seguro todos, seáis grandes fans o no, sabéis bien que este mes de noviembre –concretamente hoy, 22 de noviembre– se cumplen 50 años de la edición de la publicación del llamado “Álbum Blanco” de The Beatles. Una –sino LA– obra cumbre de la música popular del siglo XX que, si ya en su versión original era apabullante y fascinante con sus diversos y ricos 30 cortes, estos días ha sido reeditada en una mastodóntica caja con nuevas mezclas, sesiones inéditas y blablabla… Ese fantástico disco –imprescindible en esencia, más allá de estas fatigosas y raramente necesarias ampliaciones– parece dejar siempre a la sombra a otra obra maestra del pop rock no ya británico sino universal. Hablo de ‘The Kinks Are The Village Green Preservation Society’ que, publicado precisamente en el mismo día del año 1968, parece haber sido aplastado por una suerte de maldición que le persiguió desde incluso antes de su publicación, en una de las historias más fascinantes del rock.
Estos días nos encontrábamos con la insólita noticia de que ‘TKATVGPS’ –en adelante lo denominaremos así– había por fin logrado ser disco de oro en Reino Unido, alcanzando la cifra de 100.000 copias… ¡50 años después de su publicación! Con esa cifra ridícula para un grupo legendario, como es el caso, lo que podría ser una buena noticia se convierte en un capítulo más en la secuencia de calamidades que rodeó aquel disco de The Kinks, entonces en su formación más mítica con Ray Davies, Dave Davies (su hermano pequeño), Pete Quaife (su amigo de infancia convertido a enemigo íntimo durante aquellos 1967 y 1968 en los que se gestó precisamente esta obra, que dejó el grupo al año siguiente y nunca llegó a reconciliarse del todo con Ray antes de su muerte, en 2010) y el batería Mick Avory, y que, aun siendo uno de lo que hoy llamamos flops más sonados de la historia del rock, es una obra estratosférica, sin duda a la altura de cualquiera de las obras más célebres de sus coetáneos de Liverpool.
The Beatles abrieron indudablemente brecha para la explosión mundial de The Kinks, y estos siempre fueron, al menos en apariencia, los “chicos malos” de la llamada british invasion que anegó Estados Unidos de pop inspirado en el rock and roll y el rhythm and blues. Su tercer single, ‘You Really Got Me’, fue un éxito global que, a diferencia de otros coetáneos, mostraba garras afiladas en su riff de guitarra que, sin duda, es un precedente del heavy metal. Pero las constantes peleas entre los hermanos Davies, dentro y fuera de los escenarios (los hermanos Gallagher deben mucho a los Kinks, en todos los sentidos) les daban ese halo de peligrosidad e imprevisibilidad que provocaron que, por ejemplo, les fuera denegada la entrada a EEUU para hacer giras. Lo cual no hizo sino amplificar su popularidad en todo el mundo, especialmente en Reino Unido, donde eran estrellas de primer nivel: por ejemplo, en 1966 ‘Sunny Afternoon’ desbancaba a ‘Paperback Writer’ del número 1 de la lista británica de singles, en lo que Ray considera “una de las mayores alegrías de su vida”.
Sin embargo, esas tensiones harían que la distancia entre Ray –el indiscutible gran talento del grupo– y sus colegas creciera y que hacia finales de aquel 1966 se especulara con una separación de la banda y el más que probable inicio de una carrera en solitario de su líder. De hecho, siempre se especuló con que las canciones de ‘TKATVGPS’ tenían como destino un primer álbum de Ray Davies, pero las desastrosas decisiones de sus mánagers, embarcándoles en giras vergonzantes (como una que dieron en parques de atracciones de Suecia o por pubs únicamente poblados por mineros de la Inglaterra rural, por ejemplo), y la incesante presión de su discográfica, Pye Records (que desapareció pocos años después), que llevó al delirio de lanzar tres discos del grupo en el espacio de 4 meses, no hicieron propicio que aquello ocurriera.
En ese periodo de popularidad menguante, y pese a sus episodios depresivos, Ray decidió que aquellas canciones que llevaba preparando meses en su casa del extrarradio londinense, próximo al barrio humilde en el que él, Dave y Pete se criaron, debían ver la luz ya y debían hacerlo bajo el nombre de The Kinks. Así, abrió su habitual hermetismo en la composición e implicó a sus tres compañeros en la creación de armonías y arreglos, que preparaban en torno al piano de Davies en el salón de su casa estilo Tudor, evocando reuniones familiares similares en el hogar de los Davies. Esa nostalgia doméstica y local es, en realidad, lo que alimenta las canciones de este disco y, también, el concepto del álbum: la melancolía por los recuerdos del pasado más íntimo en una Inglaterra y un mundo inmersos en un convulso proceso de cambios sociales, luchas de clases y revoluciones.
Todo aquello que de alguna manera sí plasmaron álbumes como el citado ‘The Beatles’ o ‘Electric Ladyland’ de Jimi Hendrix, obras que miraban al futuro, no estaba en ‘TKATVGPS’ y, muy probablemente, fue una de las razones de su fracaso: fue ignorado por prensa y público de su país, aunque, curiosa e inesperadamente, Estados Unidos acogió muchísimo mejor su esmero retro cuando se publicó allí meses después. La nostalgia por el pasado no estaba en absoluto de moda, no era lo que demandaba el público, pero Ray, sin duda, plasmó eso a conciencia. No ya evocando al rhythm and blues que alumbró su generación y que ya había quedado opacado por la psicodelia y la tecnología (y eso que, fascinado por el Mellotron MKII, Ray ejecutó muchos de los arreglos del disco con ese antepasado del sintetizador, que funcionaba con cintas grabadas), sino yendo incluso más allá, al music hall, al vodevil, al vals y a la música de entreguerras. Aquello se percibió como un movimiento reaccionario que hizo que se le diera la espalda, que incluso algunos llegaran a tildar a Davies de fascista (en contra de la impresión que pudiera dejar esta obra, Davies se ha manifestado contrario al Brexit, por ejemplo). Sin duda fueron los que no se esforzaron en contemplar la ironía y el sentido del humor que impregnaba todo el álbum: los cada vez más frecuentes comentarios sobre que eran demasiado retro y pasados de moda, inspiraron al grupo a poner al disco ese título, “Los Kinks son la sociedad de conservación del parque municipal”, autoproclamándose adalides de lo cockney. Aun así, con esa reivindicación del parque municipal como eje en torno al cual se introducían todos sus personajes, Ray sí quería reivindicar la proximidad, la cercanía humana, como una reacción a un mundo cada vez más alienante y estresante. De hecho, es sorprendente (y triste) lo vigente que resulta hoy ‘TKATVGPS’ en cuanto a concepto.
Pero lo que hace grande este disco son sus 15 canciones originales, que también han sido ampliadas en una casi inabarcable caja de 11 (!) discos y 60 canciones, que incluyen un inédito (la preciosa ‘Time Song’) junto a demos y tomas en directo de la época, mezcladas con otras canciones de una etapa especialmente prolífica e inspirada de Ray Davies (aunque en la misma etapa también escribió canciones tan cutrecillas como ‘Wonderboy’ o ‘Plastic Man’) que ya habían sido editadas anteriormente (con ‘Rosemary Rose’, ‘Do You See His Name?’ o ‘Misty Water’ entre las más notables). Recomiendo, en cambio, revisar el núcleo original del disco, aunque esa idea es algo difusa en este caso: en un contraproducente derroche de improvisación, Ray pidió a Pye parar el lanzamiento de la edición de 12 canciones previsto para septiembre de 1968 –tarde: llegó a ponerse a la venta en algunos países de Europa, siendo hoy una cotizada rareza– y convertirlo en un disco doble de 20 canciones. ¿Parece una tontería pensar que se debió a que supo que The Beatles lanzarían un disco doble en aquellos meses? Quizá, y podríamos decir que en realidad tenía demasiadas buenas canciones que no quería dejar fuera, pero el hecho de que algunos de los temas incluidos en la versión final y sencilla de 15 canciones fueran terminados y grabados apenas el mes antes de publicarse lo ponen en duda. En todo caso, la versión final del disco que conocemos es maravillosamente perfecta de cabo a rabo, con 15 canciones prodigiosas en todos sus aspectos, con cierto aire campestre y despreocupado hilvanando de manera invisible su diversidad de estilos.
Con la solemne y tristona ‘Village Green’ –la primera canción que compuso Ray para este proyecto y a partir de la cual fructificó el concepto del disco– y la maravillosa obertura ‘We Are The Village Green Preservation Society’ –ese “himno nacional” en el que proclaman con evidente sarcasmo “Dios salve al Pato Donald, al vodevil y las variedades / (…) Dios salve las tiendas de barrio, la porcelana china y la virginidad”– como núcleo, The Kinks construyen un pequeño universo. Un universo en el que no falta la nostalgia más sincera (ejemplificada en la entrañable ‘Days’ y la alegre ‘Picture Book’ es un amargo recuerdo hacia las dos únicas fotos de familia de los Davies, sirviéndole para recordar a su hermana Rene, que murió bailando en una discoteca un día después de regalar a Ray su primera guitarra) pero tampoco la más ácida, como la de ‘Do You Remember Walter?’ (una de las canciones más sobresalientes de su carrera, en la que describe un reencuentro con su mejor amigo de la infancia en el que descubrieron que ya no tenían nada en común), con fantasmas de rockers caducos (‘Johnny Thunder’), prostitutas de confianza (en la exótica ‘Monica’) o brujas locales (en la perversa canción infantil con aires psicodélicos ‘Wicked Annabella’, estilo que también replica ‘Phenomenal Cat’) que deambulan por el parque municipal, semiocultos por el humo del “último tren de vapor”.
Pese a sus paupérrimas ventas, ‘TKATVGPS’ está, sin lugar a dudas, entre las mejores obras de pop rock que dio el siglo XX, si bien su valor está en la poderosa influencia que ha ejercido sobre varias generaciones de artistas británicos. Las obras completas de Madness, XTC, Ian Dury, Blur y The Libertines –pasando por grupos más minoritarios como The Boo Radleys o The Auteurs– tienen una deuda evidente con The Kinks en general y con este álbum maldito en particular, que ha contribuido como pocos a crear una identidad palpable para el pop de Reino Unido. De hecho, si hay algo que pueda llamarse brit pop, eso es ‘TKATVGPS’. Hoy, mientras Davies publica el segundo de los volúmenes de su serie ‘Americana’, se dice que la eternamente postergada reunión de los hermanos Davies está más cerca que nunca e incluso se dice que se prepara un musical basado en ese álbum, vemos a Ray recoger ese disco de oro que certifica la sombra que persigue esta obra con sólo media de su amplia sonrisa, sentenciando con la mordacidad que siempre le ha caracterizado: “esto parece el premio que se da a alguien que se retira”.
[Nota del autor: gran parte de la documentación de este texto proviene de la fantástica y recomendable biografía del disco escrita en 2003 por Andy Miller, publicada en España por Libros Crudos dentro de su colección «33 1/3». La fotografía exterior forma parte de la sesión promocional del disco, obra de Barry Wentzell para Melody Maker.]