Ni toda la música actual es mierda, como leemos a diario en nuestra web –y eso que no tenemos precisamente el público más pureta–, ni el rock ha muerto, ni Bristol pasará a la historia de la música únicamente por el trip hop. Dispuestos a cepillarse lugares comunes a guitarrazos, los británicos IDLES han irrumpido como un elefante en la cacharrería del rock con vena punk no sólo británico sino mundial –sin ir más lejos, tras haber agotado hace semanas los dos conciertos que ofrecen mañana (29 de noviembre) y pasado (30 de noviembre) en Madrid y Barcelona, respectivamente– gracias a dos discos fantásticos que perfilan su carácter: rock agresivo pero con un punto amable, políticamente posicionado (en la izquierda) y empeñado en derribar clichés tanto musicales como líricos.
Tras diversos singles y EPs, en 2017 debutaban con ’Brutalism’ –un disco marcado por la muerte de la madre del vocalista, letrista y uno de los impulsores de la banda, el carismático Joe Talbot– y, a finales del pasado verano, el quinteto se apresuraba a publicar ’Joy as an Act of Resistance’. Un disco que ya muestra una entidad totalmente consolidada, con una manera transversal de entender el hardcore –en palabras del propio grupo, hay ritmos que se inspiran en el techno o el jungle, e incluyen una versión de ‘Cry To Me’, el tema de Solomon Burke archiconocido gracias a ‘Dirty Dancing’–, equilibrando violencia y amabilidad, y ofreciendo un discurso combativo pero positivo y divertido, tal y como proponen desde su título. Así, al volcánico bofetón antixenófobo de ‘Danny Nedelko’ que ya destacamos semanas atrás (en esa línea, con referencias al Brexit, incide ‘Great’), se suman ataques al dañino concepto clásico de masculinidad (‘Colossus’, ’Samaritans’ –»I kissed a boy and I liked it», canta Talbot aludiendo a Katy Perry–, ‘Never Fight a Man With a Perm’) y éxito (‘Gram Rock’) y contra los insanos estereotipos estéticos a los que contribuyen los mass media (‘Television’, ’Rottweiler’).
Lo hacen desde un punto de vista edificante, apostando por el entendimiento, la sensibilidad y la autoconfianza (‘Love Song’), pero sin despreciar la rotundidad extrema de unos Black Flag (el verso “rompo espejos y jodo televisores” de ‘Television’ podría ser una alusión a la icónica portada de ‘Damaged’), empleando el sentido del humor con uno mismo (‘I’m Scum’) y, a la vez, mostrando la vulnerabilidad más extrema (‘June’ es una tan desoladora como preciosa oda de Talbot a su hija nonata llamada así). Pero sobre todo lo hacen divirtiendo, sonando desafiantes, alborotados y divertidos, conjugando con sutiles (sí, ese adjetivo es aplicable a este disco de rock a todo trapo como este) pinceladas referentes tan alejados entre sí como Iceage, Pixies, Sleaford Mods, Protomartyr, Buzzcocks, Interpol o Killing Joke en casi tres cuartos de hora de rock que pasan en un suspiro, con contundencia, audacia y gancho.
Calificación: 8,3/10
Lo mejor: ‘Danny Nedelko’, ‘Colossus’, ‘Samaritans’, ‘Television’, ‘Never Fight a Man With a Perm’, ‘Great’
Te gustará si te gustan: Black Flag, Shame, Sleaford Mods, Iceage
Escúchalo: Spotify