Los discos de Julia Holter han solido ser conceptuales; ‘Tragedy’ se basaba en una tragedia de Eurípides, mientras ‘Loud City Song’ se inspiraba en la película de 1958 ‘Gigi’. ‘Aviary’ recoge textos de Safo o Dante o de canciones del siglo XIV, pero más que conceptual es un disco filosófico que busca respuestas a preguntas que durante siglos han preocupado al ser humano, como “¿soy una persona social?” o “¿soy una persona empática?”. ‘Aviary’ crea un túnel del tiempo musical entre épocas remotas y el presente, poniendo de relieve la relevancia de estas preguntas en tiempos de turbulencia social y de Trump (que sí, también ha inspirado en parte la composición de este disco); tiempos en los que Holter ha sentido la “cacofonía de un mundo que se derrite”, y ha querido reflejarlo en un álbum ambicioso, fascinante y tan bello a la par que extraño e incómodo como este mundo o la propia condición humana.
Inspirado a su vez en libros como ‘Master of the Eclipse’ de Etel Adnan, que reflexiona sobre el papel del poeta en “tiempos de miseria” y del que Holter extrae el título del álbum, y en la representación artística que en el pasado se hacía de las jaulas de pájaro como “almacenes de la memoria” detallada en ‘Book of Memory’ de Mary Carruthers, ‘Aviary’ pone sobre la mesa una abundancia de sonidos que refleja casi todo lo que Holter puede ofrecer como artista. Es un trabajo en gran parte improvisado y desarrollado desde la intuición, que sintoniza con la música de Alice Coltrane como la propia Holter ha reconocido, sobre todo en su uso de cuerdas y sintetizadores, pero también con otros muchos estilos que pueden darse dentro de una misma canción, como ‘Chiatus’, en la que conviven sonidos medievales, noir, jazz y electrónica, o ‘Everyday is an Emergency’, que empieza con pitos a lo gagaku para dividirse en una sección a piano cada vez más espeluznante. El recorrido de ‘Aviary’ es misterioso e imposible de adivinar, a excepción quizá de los pocos momentos del álbum que parecen buscar remitir a discos anteriores, como la intrigante ‘In Garden’s Muteness’, ahijada de Satie y Meredith Monk, o la también convencional (en el buen sentido) y enigmática ‘I Would Rather See’.
Con referencias también a ‘Blade Runner’, la música neoclásica, el new wave o el ambient, ‘Aviary’ es una obra abrumadora y cerebral en la que los momentos de desconcierto pueblan la mayor parte del minutaje y los de emoción pura son más bien escasos. La delicadísima ‘Words I Heard’ y sobre todo la épica, mágica, eufórica y celestial ‘I Shall Love 2’, así como la intrigante ‘Colligere’, en la que conviven naturalmente sonidos jazz y otros más clásicos, parecen buscar una reacción mas emotiva que intelectual en el oyente, presentando un afán experimental bastante asequible.
El resto de temas pueden llegar a ser un pulso, como la humeante ‘Voce Simul’, llena de voces atropelladas, o la cacofónica ‘Underneath the Moon’, que tiene un poco de tribal, otro poco de jazz y otro poco de funky hacia el final, y que Holter llama curiosamente “the plague danza wave”. El tema parece un baile popular, aunque más que hacer bailar desconcierta. A veces los cambios son tan bruscos que ‘Les Jeux to You’ pasa de la balada a un ritmo ultra new wave, buscando además un punto claramente feísta y extraño que recuerda a la inocencia turbia de Ariel Pink. El caos llega a ser extenuante y hay veces que te parece estar escuchando diez discos distintos al mismo tiempo, lo cual puede pasar en la primera media hora, en la segunda o en la tercera.
Parece una obviedad afirmar que un disco experimental como ‘Aviary’ toque cumbre en sus momentos más “humanos”, pero Holter tampoco lo pone precisamente fácil entregando unas letras que en la mayoría de los casos son abiertamente absurdas (“always with a bowl of fever”, “a great symphony of tenses”) o incluso sintácticamente incorrectas (“when we see our faces again ago”). Hay letras que remiten a la influencia jazz de Holter, como la de la dramática ‘Turn the Light On’, que habla de un “amor verdadero” que flota “en el espacio”; o la de ‘I Shall Love 2’, que se pregunta la sencilla cuestión, “estoy enamorada, ¿qué puedo hacer?”. Pero las letras terminan siendo lo de menos en un disco que busca fascinar sobre todo utilizando el lenguaje de la música, jugando con expectativas y básicamente dándole la espalda a la fórmula del streaming de manera radical. Es arriesgado por parte de una artista que viene de hecho de publicar su disco más pop, pero satisfactorio para quien busque más en la música que una simple distracción. ‘Aviary’ es un universo y vale la pena descubrir todos los senderos que propone, aunque no esté claro de momento si su grandeza va más lejos de lo que los oyentes somos todavía capaces de percibir.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Chiatus’, ‘I Shall Love 2’, ‘Words I Heard’, ‘I Would Rather See’
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