Future llega a su séptimo álbum tras haberse convertido en una influencia decisiva en esta década por su afición a rapear con Auto-tune, marcando por ejemplo la carrera de artistas millonarios como Post Malone, que le llamó «el Jesucristo del trap», y habiendo publicado un disco entero junto a Drake y más de cien temas colaborativos con Kendrick Lamar, Taylor Swift, Rihanna, DJ Khaled o Ciara, madre de uno de sus 5 hijos, cada uno de una mujer distinta. Lo prolífico que es se refleja también en este nuevo álbum, firmado con uno de sus múltiples álter egos: contiene 20 pistas, sucediendo a los dos discos que sacó en 2017, cuyos lanzamientos estuvieron separados tan solo por una semana, además de a una mixtape con Young Thug editada unos meses después.
El modo en el que Future ha marcado el camino es algo de lo que presume en este disco, como lo ha hecho antes en otras de sus canciones, en este caso en la gráfica ‘Krazy But True’, en la que espeta: «Soy Dios para vosotros, niggas (…) Tenéis que mostrarme vuestros respetos por vuestros calcetines, anillos (…) y el modo en que lanzáis mixtapes». Algo extensible a muchos artistas de urban de nuestro país. Sin embargo, a estas alturas del siglo, habría sido de agradecer que ese año de casi retiro que ha pasado trabajando en este disco le hubiera servido para contar algo que no nos hubiera dicho antes.
Aquí siguen abundando los ritmos calmados del trap (‘Rocket Ship’), las interpretaciones vocales sentidas pasadas por el filtro del Autotune (‘Never Stop’), el uso de armas (‘F&N’), el sexo a saco (llama literalmente «Oreo» a un trío con una chica blanca y otra negra en ‘Call the Coroner’) y sobre todo la ostentación a través de marcas y lujos de distinto tipo. Future ha concedido una entrevista a Genius y él mismo ha validado y explicado que ‘Crushed Up’ habla sobre comprarte tu primer Rolex de oro o sobre cobrar un millón de dólares por concierto. Nada demasiado noticioso a estas alturas de la carrera del autor de ‘Pluto’.
La novedad es que Future afirma haberse desintoxicado de las drogas, cuyo abuso trata en temas como ‘Rocket Ship’, mientras ‘Call the Coroner’ se abre con una intro en la que un agente de la DEA habla sobre el narcotraficante Joaquin Guzmán “El Chapo”. En ‘Overdose’ se refiere al hecho de «ser demasiado rico para estar sobrio» pero ahora su embriaguez es de «Guccis» y «Rovers». De esto nace cierta reflexión, como la de la inicial ‘Never Stop’, en la que dice: «me hice tan rico que nada me importaba / ahora vivo una segunda vida que es increíble»; pero no tantas ideas musicales brillan en una amalgama indistinguible de pistas cortadas por el mismo patrón salvo pocas excepciones.
Travis Scott aparece en el sencillo ‘First Off’, producido por el habitual ATL Jacob; y Nineteen85, enseguida reconocible como habitual de Drake, aporta melosidad en la final ‘Tricks on Me’. Es el mismo Future quien dice que ha sido el co-productor Wheezy (21 Savage, Young Thug) quien ha dado un soplo de aire fresco a su carrera, ¿pero por qué no se ha involucrado en más temas? De las suyas, si bien ‘Goin Dummi’ parece precisamente un descarte de Post Malone, ‘Krazy But True’ sí es de las que cuenta con un fondo más imaginativo, mientras sobre todo ‘Crushed Up’ se alza como lo más salvable de un disco que debería haber sido más osado. Al menos Future insiste en que con él está cerrando una etapa. Ojalá así sea.
Calificación: 5,8/10
Lo mejor: ‘Crushed Up’, ‘Krazy But True’ y ‘Promise U That’ con su referencia a ‘No Scrubs’
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