Parte de la redacción evalúa ‘Downhill Lullaby‘, el tema de regreso de Sky Ferreira.
«Dice Sky Ferreira que se siente tan segura de las canciones pop que habrá en su disco que, de entrada, ha preferido ofrecernos algo diferente. No sé por qué nos odia tanto después de 6 años esperando por su regreso, pero ‘Downhill Lullaby’ no es más que un compendio del sonido Joy Division, Nick Cave, Mazzy Star y Siouxsie, con una letra similar a aquella canción de Gerry Goffin y Carole King producida por Phil Spector… solo que mucho más aburrido que todos ellos. Estos artistas han hecho canciones de sonido decadente dentro de discos reptantes y decadentes. Hay un poso de pretenciosidad en escoger esto como primer adelanto de un single de pop que ahora mismo no puede sonarme más fuera de onda». Sebas E. Alonso.
“Sky Ferreira nos ha frito a promesas de nueva música durante los últimos años, así que escuchar ‘Downhill Lullaby’ es lo más parecido ahora mismo a presenciar un milagro. Sin embargo, de entrada la canción no me dice gran cosa. Está muy bien su atmósfera “asesinato en el pantano”, y sus cuerdas son realmente elegantes y majestuosas, pero seguro que la canción funciona mejor en el contexto del álbum que fuera, pues a duras penas se acerca a igualar la suprema intriga y elegancia de la canción que titulaba el excelente debut de Sky, que era una balada”. Jordi Bardají.
«Si ‘Night Time, My Time’ ya nos parecía oscuro, este ‘Downhill Lullaby’ que quién sabe si anticipa un nuevo trabajo de Sky Ferreira es pura ponzoña. Y eso –o quizá por eso– que sus ensortijadas cuerdas irrumpen prometiendo un paraíso Disney. Pero lo que encontramos tras ellas es un bajo gutural –que bien podría haber estado interpretado por un Simon Gallup (The Cure) o un Steven Severin (Siouxsie and The Banshees), en lugar de por el productor Jorge Elbrecht (Wild Nothing, Ariel Pink)– que nos conduce «cuesta abajo» hacia una «nana» que habla de labios amoratados y ahogamientos, volviéndose cada vez más asfixiante, con fantasmas con la voz de Sky que van inundando el espacio sonoro, recordándonos por qué David Lynch tiene en ella a una de sus musas. Denso y peligroso, difícilmente Ferreira podría haber reaparecido con un número más intrigante y sobrecogedor». Raúl Guillén.