Don Patricio / La dura vida del joven rapero

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Don Patricio / La dura vida del joven rapero

Me consta –porque me lo ha dicho en persona uno de los implicados, Cruz Cafuné– que ni Don Patricio ni su equipo se imaginaban que podría pasar la barbaridad que está pasando con ‘Contando lunares’. Una verdadera heroicidad que, habida cuenta de que se trata de un lanzamiento totalmente autogestionado, trasciende los logros de compañeros de escena y generación de C. Tangana o Rosalía, que, sin restarles mérito, al fin y al cabo han contado con el respaldo de una multinacional. Temas como ‘Los tenis en casa’, ‘Caribe Mix 93’ o ‘La papaya’ ya habían abundado años atrás con idéntico tino (o incluso mayor) en ese hip hop old skool con base funk y fondo salsero que caracteriza a Patricio Martín y sus colegas del combo Locoplaya, Bejo y Uge.

Entonces, ¿’Contando lunares’ es poco más que un accidente casual? Pues no. Es obvio que tiene algo especial, arrebatador (para mí es fundamental, curiosamente, el brutal primer verso que canta Cruz Cafuné), y que no por nada está alcanzando a públicos de lo más diverso, no necesariamente habituados a la nueva escena del rap en español. Más allá de la paradoja de que su título –‘La dura vida del joven rapero’ esboza un retrato honesto y humilde de un chaval con los pies en la tierra, apegado a su tierra y su gente de siempre, para el que el éxito parece coyuntural–, el debut largo oficial de Don Patricio es bastante más melancólico y oscuro de lo que cabía esperar de su colorida estética habitual y su carácter hedonista y festivo. Y más teniendo en cuenta el hit que le precedía.

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Presentadas meses atrás, canciones tristonas como los 5 minutos “santaneros” de ‘Porrito en París’ y el otro gran pelotazo del disco, una ‘Enchochado de ti’ que Drake sólo podría soñar si hubiera nacido en El Hierro, se muestran anhelantes de una relación sentimental frustrada aunque no cerrada del todo. Lejos de ser la excepción, ese perfil incluso predomina sobre la cara más celebratoria de “Donpa”. Pero no cabe la decepción, porque lo desarrolla de manera brillante y contagiosa: ‘No ves que es un sueño?’, ‘Gírate otra vez’, ‘Todo va a estar bien’ y, con un punto más tragicómico, ‘Bonsái’, ‘La culpa’ y ‘Te vuelvo a ver’ (ft. Kuko) presentan esa cara “emo” de una manera contagiosa con la que es imposible no empatizar. Sobre todo porque, y hay que destacarlo, sus letras son mayoritariamente respetuosas con el sexo femenino. Un rap que canta a la vida y al amor, sin “putas” y sin fardar de cuenta corriente, es posible.

Como ocurre con su amigo y colega Bejo –aunque el estilo de cada cual es palpablemente distinto y reconocible–, la frescura y el sentido del humor son imprescindibles en la propuesta de Don Patricio (artista total, aunque cuente con bases de Encore o Choclock, él mismo produce también varios de estos temas). Y eso es fundamental en ‘La dura vida del joven rapero’, porque ejerce de hilo conductor entre las dos facciones musicales que se desarrollan de manera absolutamente natural (especialmente cachonda es la broma metamusical de ‘Otra lluvia’, que alude a cómo parte del público le pide que no cambie de rollo), alternando el punto triste antes descrito con un rap colorido y positivo como el de ‘La guagua’, ‘Carita de guiño’ o ‘Me gusta’. Pero lo que más sorprende a la postre es cómo, sin grandes estridencias ni reinvenciones, ‘La dura vida del joven rapero’ es un disco enormemente consistente, que se degusta con gusto de cabo a rabo y que, sin rellenos, hace vibrar prácticamente en cada uno de sus 15 cortes. Todo un triunfo –¿quizá un hito irrepetible?– de la cada vez más sólida nueva escena del rap español.

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Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Enchochado de ti’, ‘Contando lunares’, ‘Porrito en París’, ‘Carita de guiño’, ‘Gírate otra vez’
Te gustará si te gusta: Bejo, De La Soul, si fantaseabas con la idea de que Drake hubiera nacido en Canarias
Escúchalo: Spotify

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