Hit de Ayer: trotskismo, feminismo radical… White Town nos desvela los secretos de ‘The Taste of a Girl’ (1992)

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Hit de Ayer: trotskismo, feminismo radical… White Town nos desvela los secretos de ‘The Taste of a Girl’ (1992)

Más de un(a) lector(a) de Jenesaispop no nos perdonará que traigamos hoy a Hit de Ayer a White Town y no sea con su único verdadero hit, la maravillosa ‘Your Woman’, de 1997. Un éxito contra pronóstico en su EP para el sello indie Parasol que les llevó directamente a los brazos (fauces, quizá) de la EMI, compañía que relanzó la canción en single para convertirla en número uno en su país de origen, el Reino Unido. Y de paso de varios países europeos más, incluido España. Una canción en realidad inusual en el canon de su autor, Jyoti Mishra, con una secuencia de acordes irresistible y precursora por tres años del ‘Moi Lolita’ de Alizée (ahí hay un mashup esperando ya décadas).

La cuestión es que de ‘Your Woman’ ya nos acordamos hace un par de años, y sin embargo de ‘The Taste of a Girl’ no se acuerda nadie, más allá de algún oyente de ‘Flor de Pasión’ cuya devoción por Juan de Pablos se remonte a los ya remotos primeros 90, porque el disco lo programó constantemente aquella temporada del 92 en su nocturno oasis de pop. Desde luego, a los que nos golpeó el encantamiento de esta canción tan embriagadora no se nos puede borrar del corazón, y en nuestro afán prosélito necesitamos que más gente sea hechizada. Y más aún cuando Jyoti Mishra se ha prestado amabilísimamente a contar a JENESAISPOP algunos de los secretos de esta pieza… o más exactamente a elaborar un fascinante análisis de su propia canción desde una perspectiva de género, política y sentimental.

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Como decía al principio, ‘Your Woman’ fue una anomalía. Porque a pesar de sus brillantes arreglos electrónicos el fuerte de Mishra hasta entonces eran las canciones de bedroom pop, en la acepción más indie de la palabra. Pop de guitarras melancólico para días lluviosos del que solían hacer chicxs muy blancxs del Reino Unido, algo en lo que White Town -irónicamente, dado su nombre- rompía la regla: Jyoti Mishra era de origen indio, además de marxista convencido y seguidor del movimiento straight edge. Prueba viviente, pues, de que el pop de sentimientos trémulos puede nacer casi en cualquier parte.

En su primera encarnación White Town constaba de varios músicos, y se inspiraba en bandas de los últimos 80 como The Wedding Present o Field Mice. Pero gradualmente fue perdiendo miembros y ganando gadgets: una caja de ritmos y una grabadora multipistas casera Tascam 688 serían las herramientas con las que grabaría sus primeros EPs para diversos sellos independientes: el primero en Satya (1990), los dos siguientes en Parasol (1991 y 1992). Lanzamientos minúsculos que algunas minorías con sensibilidad pescaron en su radar. La primera reseña en nuestro país debió ser la de invierno de 1991 en el número 3 del fanzine Stamp (fabulosamente reeditado, por cierto, hace algunos meses por Walden Libros), en el que hablaban de su primer single y de una cinta llena de canciones que les había hecho llegar el artista. Jyoti hacía también unas declaraciones muy interesantes, en las que destacaba lo irónico del nombre de su proyecto y explicaba que el racismo estaba detrás de sus letras, porque “donde éste duele más es en el amor”, recontextualizando unas canciones aparentemente de desamor en un ámbito de política y de confrontación.

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Justo en ese momento, crucialmente, el sello español Elefant les ofreció publicar su cuarto EP. Basado en aquella época en Bembibre (León) y todavía editando con el entrañable “logo feo”, la edición de ‘Fairweather Friend’ (que así se titulaba el EP) es una delicia de diseño DIY con alarde de portada “gatefold”, en cuyas notas interiores Jyoti explicaba, a modo de diario, que ahora White Town era solamente él, y hacía unas nebulosas confesiones personales explicando de qué iban algunas de las canciones. Pero no decía nada de la joya del EP, ‘The Taste of a Girl’, que parecía narrar la historia de un doble desengaño: amoroso, y también personal, con el protagonista de la letra que… ¿quizá era el propio narrador disfrazado en tercera persona? Un enigma presente desde ese “You’ve been running round this small town / Turning smiles into frowns” del comienzo, y que parecía aludir a la decepción en “You used to be somebody I could look up to / But now those golden days are dead”.

Por suerte Jyoti nos ha explicado con maravilloso detalle de dónde sale la inspiración de ‘The Taste of a Girl’, una canción con mucho más poso del que su cobertura pop podría aparentar: “Fue un choque de lo emocional y lo teórico. Por aquel entonces había leído mucho a feministas radicales como Andrea Dworkin y Catharine MacKinnon. Y como trotskista que era, no podía no estar de acuerdo con sus análisis sobre la opresión sistemática de las mujeres por el patriarcado. Así que empecé a intentar observarme para detectar sexismo, para tratar de hacerlo desaparecer de mis letras y también de mis relaciones personales. Existe en el indiepop escrito por varones cis-hetero una tendencia a idealizar lo femenino, a hacer diosas de las mujeres a las que aman. Pero en realidad es como la otra cara de la moneda de odiar a las mujeres, es otra manera muy poderosa de robar a las mujeres su humanidad, porque deben ser perfectas. En el momento que se cae del pedestal, el narrador salta de la veneración a la denigración. Y una mujer nunca podrá salir victoriosa de la vieja dualidad «virgen/puta». Me di cuenta de que había habido parte de esto en mis canciones, así que ‘The Taste of a Girl’ fue uno de mis intentos conscientes de escribir sobre amor y sexo, pero sobre su realidad, tan horrendamente compleja y emocionalmente vulnerable. Además, me irritaba que el indiepop no tocara el tema del sexo salvo para convertirlo en una especie de broma al estilo de Benny Hill.”

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Jyoti continúa: “recordé a mi primera novia, que tenía diez años más que yo y mucha más experiencia. Quería escribir sobre mi inexperiencia como un tipo virgen y torpe, sobre cómo esa persona me amó y me hizo sentir, por primera vez en mi vida, que no era feo. Que era amado. Pero ella no era una especie de diosa de mármol, no era una idea de la feminidad idealizada. Era un ser vivo que respiraba, alguien que tuve la suerte de conocer. Has acertado, porque el protagonista de la canción soy en realidad yo. Otra de las cosas que no me gustan de la tradición compositora masculina es que el cantante suele ser una especie de puto héroe. Odio esa mierda. El 90% de mis letras son sobre el desastre que soy en todos los aspectos, intento ser honesto. Por ejemplo, una de las lecturas de ‘Your Woman’ es que trata de mi primera novia llamándome hipócrita, de ahí el verso «So much for all your highbrow Marxist ways»».

“Esos versos que mencionas del inicio de la canción expresan que me había convertido en un mentiroso, en un impostor… fingiendo que no la echaba de menos, que no echaba de menos el amor físico, como si fuese alguien con pretensiones de socialista intelectual que estaba por encima de esas cosas terrenales. Todo una patraña. Entristeciendo a la gente al criticar sus asuntos cuando los míos eran mil veces peores. Ese «used to look up to» se refiere a la siguiente cuestión: ¿puedes mirarte en el espejo y sentirte bien?”.

Personalmente jamás habría podido sospechar que los agridulces versos de ‘The Taste of a Girl’ escondían un significado tan hondo y complejo, una revelación que convierte su sencillo envoltorio musical en algo todavía más mágico y relevante. Un arreglo y una grabación que son quizá una de las cumbres del bedroom pop: adorables guitarras “jangleantes” de baja fidelidad, un bajo saltarín de impecables contrapuntos melódicos, una caja de ritmos programada con muchísimo gusto (el mismo modelo Roland 707 que usaban Field Mice). Y, por supuesto, sus dos elementos principales en la superficie: la voz melancólica y maravillosa de Jyoti, tan frágil que hace que Stuart Murdoch parezca Tom Jones; y unos teclados con colores melancólicos perfectos para el tono de la canción, tanto el órgano de fondo como los maravillosos dibujos de su Roland JX-3P. Voz y teclados compiten por ver quién produce la melodía más hermosa, y el resultado es un apretado empate:

‘The Taste of a Girl’ concluye con un lamento agrio: “tonto de ti, ahora ella ya no te quiere / ya no te necesita / ya no le gustas / Ya nunca probará tu sabor”. Y así, como en un sueño, se esfuma una de las melodías de pop más hermosas de los años 90. Que corre por cierto el peligro de olvidarse para siempre mientras la única plataforma en la que se puede escuchar sea Youtube, donde los vídeos subidos por usuarios siempre penden de un hilo. Preguntado sobre el por qué de la ausencia en las plataformas de streaming de sus primeros EPs, Jyoti responde que está reuniendo todo ese material para remasterizarlo y poderlo subir en el futuro. Crucemos los dedos.

Hace unos meses tuve la suerte de poner música en el Madrid Popfest y pinché ‘The Taste of a Girl’, era casi una obligación, una cuenta pendiente. Y además de sonar gloriosa a todo volumen en aquella sala, pude ver a algunos fans de la canción celebrándola en un rincón de la pista de baile. Ellos sabían. El propio Jyoti Mishra es habitual del circuito del pop nostálgico, y actúa habitualmente en festivales como -precisamente- el Popfest de Nueva York de hace unos años o en el Indietracks del año pasado, ofreciendo conciertos en los que interpreta su peculiar catálogo de “no-éxitos más un mega-éxito”. Aunque confiesa que no toca ‘The Taste of a Girl’ “porque no la conoce nadie”, dice que “quizá saque la guitarra a ver si recuerdo los acordes”. En ese punto va concluyendo nuestra conversación mientras expresa su alegría porque “el 99% de las veces que se ponen en contacto conmigo es para preguntarme por ‘Your Woman’, y aunque me encanta esa canción es agradable que te recuerden también por otras”. Finalmente se despide recordando que este año ha sacado disco nuevo –’Deemab‘–, en el que sigue alternando muy inspiradamente temas de synth-pop con otros de puro pop de guitarras.

‘The Taste of a Girl’ suena en la última entrega de Popcasting, el podcast de Jaime Cristóbal, disponible en este enlace.

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