La sucesión de artistas gigantescos en la primera jornada oficial de Mad Cool impedía casi toda atención a los pequeños. Nada menos que Lauryn Hill, Iggy Pop, Bon Iver, Noel Gallagher, Vampire Weekend y The Chemical Brothers actuaban seguidos, reuniendo a 47.500 personas. ¿Quién sería el caballo ganador? Fotos: Andrés Iglesias (excepto Iggy Pop, por Alberto Ortega)
Lauryn Hill estaba programada a las 20.55, pero quien salió en su lugar fue otra persona. DJ Reborn al menos tuvo el detalle de presentarse porque no se entendía nada de lo que pasaba y el susto que se llevó alguno, conociendo el currículum de Hill, fue como para caerse de culo. La sesión de la amiga de Lauryn, muy jamaicana y afrobeat (también con Rosalía, en concreto ‘Con altura’; o David Bowie), estuvo entretenida y fue pertinente en este contexto, pero hubiera estado mejor saber a qué hora exactamente salía Ms. Lauryn Hill para decidir qué hacer, si irte a Iggy Pop o disfrutar de la segunda mitad de Kokoshca, seguramente llena de hits.
Lauryn llegó a los 25 minutos, divina, vestida completamente de blanco y secándose el sudor. Costó algo introducirse en su show de una decena de músicos con varias coristas y un trompetista, entre otros, pero Hill nos convenció definitivamente justo después de que explicara su cometido en esta vida en un “speech” en el que recordó a los artistas de soul que conoció por sus padres, y narró cómo intentó aplicar eso a los ritmos hip-hop. Entonces llegaron seguidos el piano de ‘Ex-Factor’, que fue lo que sostuvo en vivo este gran clásico y no el pesado solo de guitarra rhythm and blues; la gran línea de guitarra de ‘To Zion’ y el ritmazo y proyecciones de ‘Doo wop’. Para entonces era imposible no situarte en 1998 reflexionando sobre la historia de la música negra, como ella quería, tras haber mencionado a gente como Sam Cooke. El público gozó de la innecesaria versión de ‘Killing Me Softly’, pero lo mejor es que Lauryn, sin grandes exhibiciones, mostró que su voz está OK, conoce sus limitaciones y sabe cómo ir esquivándolas gracias al apoyo de su banda. ¿Se echó de menos un set más largo como el de otros festivales? Por supuesto, nos quedamos sin ‘Can’t Take My Eyes Off Of You’. ¿Fue el desastre que salieron proclamando algunos? Pues en absoluto…
Al término de Lauryn Hill te encontrabas en otro escenario a Iggy Pop arrastrándose por las escalinatas al público, agarrando la barandilla como si estuviera interpretando al zombi de la peli de Jim Jarmusch. ¿O era que hacía de sí mismo? Canciones como ‘TV Eye’ mantenían toda la energía de siempre y ‘Mass Production’ su carácter reptante. Si esta parecía como interpretada por su colega David Bowie, sucedería una versión de ‘Jean Genie’, en recuerdo de con quien tantas veces colaborara y quien le versionara. El sonido de ‘No Fun’ y ‘Sixteen’ eran un éxito incluso en la lejanía, e Iggy Pop, que suele interpretar en los primeros minutos de set ‘I Wanna Be Your Dog’, ‘The Passenger’ y ‘Lust for Life’, se despedía con un arsenal de paseíllos chulescos y poses, por supuesto descamisado.
Tras comprobar hasta qué punto Iggy Pop había petado su escenario, con cientos de personas bailando incluso a un par de cientos de metros; fue un shock encontrarse a Bon Iver, cabeza de cartel, con mucho menos público y gran parte de la gente sentada, incluso cerca de las primeras filas. Bon Iver sería un buen cabeza de cartel de un festival pequeño como el Vida, o uno elitista, como Primavera Sound, pero en este contexto su show minimalista y delicado, de trompetas tratadas y elementos de música avanzada, las 50.000 personas potenciales no iban a reaccionar igual. Cuando estás recreándote 20 segundos en el tintineo de un instrumento de percusión, la gente se te va a ir a cenar, por muy cabeza de cartel que seas.
Explicado por qué el artista no reunió precisamente a tanta gente como Rosalía el día anterior en el mismo espacio, hay que apuntar que artísticamente su set fue absolutamente exquisito. No es de extrañar que la banda viniera de tocar en un festival de jazz en Suiza. La interpretación de ‘Minnesota, WI’ no pudo estar más mimada ni llena de detalle entregada a la electrónica minimalista. Como el saxo en “22” o ‘33 “GOD”’ y su precioso piano. El público apenas se levantó del césped con la acústica ‘Woods’ pero Justin Vernon, con su pelo de Pájaro Loco bajo los cascos, se mostró hiperagradecido para quienes aguantaron el concierto entero. Él resistió a base de varios cigarros.
Mientras Kaytranada hacía un live entre proyecciones de neo soul y ritmos de elegante house, por el que se asomaban imágenes de siluetas bailando y temazos como ‘Kiss it Better’ de Rihanna; Noel Gallagher actuaba en Madrid Te Abraza presentándose con el nombre de su grupo, The High Flying Birds. Noel lleva ahora una amplísima banda que incluye a un par de mujeres, algo impensable en Oasis. El artista comenzó con un set muy enérgico y de ritmo muy vivo, en sintonía con su redescubrimiento de la electrónica, pero pese a lo efectivo de temas como ‘Holy Mountain’, cuando la gente se entregó de verdad fue con las versiones acústicas de ‘Wonderwall’ y ‘Don’t Look Back In Anger’ de Oasis. Una pena porque la primera sonó algo inocua ya y la segunda excedió los límites del karaoke, pues él solo cantó el último estribillo. Cuando se despidió con una versión de ‘All You Need Is Love’ de los Beatles, su deriva libre se había esfumado ya por completo. Lo que hay que hacer por el cariño del público.
Vampire Weekend fue la gran banda triunfadora de la noche al saber combinar aparentemente sin esfuerzo un show enérgico y de perfecta sonorización con la calidad artística. Tienen canciones trotonas como ‘Unbelievers’, bonitas como la nueva ‘This Life’ y épicas para un cierre perfecto como ‘Walcott’, y a todas supieron sacarles partido. Cumplieron su función con creces los momentos de doble batería, ese bajista que no paró de hacer su baile sexy durante hora y media y la voz de Ezra, expresiva, muy infravalorada. A destacar hacia el final la triada compuesta por la rockera ‘Diane Young’ con su voz tratada en vivo en plan pitufo, la explosiva ‘Cousins’ y la infalible ‘A-Punk’. Además de un par de temas después, ‘Ya Hey’. Trabajadores, interesantes y además divertidos, de los mejores grupos de la década.
The Chemical Brothers, que habían sido antes recomendados por su colega y colaborador Noel Gallagher, cerraron la jornada de jueves-que-parecía-sábado con su esperable despliegue de proyecciones y hits, entre los que lo mismo caben ‘Go’ como los aún más recientes ‘Free Yourself’, ‘MAH’ y sus ya míticas imágenes demoniacas o ‘Got to Keep On’. El grupo solo decidió parar un instante para darse un baño de masas en silencio con ‘No Geography’, pero después el set continuó. Por ejemplo mostrando a dos robots gigantes colgando, toda una aparición mariana para quien a las 4 de la madrugada estuviera un poco colocado, una fantasía de humo azul gigantesco, ‘Galvanize’ o ‘Block Rockin’ Beats’. Lo que se enciende, por cierto, en el cerebro colectivo cuando empieza a sonar ‘Hey Girl Hey Boy’, es propio de un episodio de ‘Black Mirror’. ¿Qué microchip nos han instalado?
Por la tarde y hasta que la “tour DJ” de Lauryn Hill nos requirió, se pudo ver un trocito de Kokoshca, que comenzaron con ‘Prefiero golpes’ y siguieron con ’Calle lloviendo’, ‘Me arranqué la piel’, pura furia en su desembocadura, la acelerada ‘Directo a tu corazón’, el primer subidón del concierto de los muchos que supongo; y ‘Txomin’. Justo antes, en frente en la misma carpa, Molina Molina, “la gran esperanza blanca”, como se autodenominó en honor a su propio disco, había ofrecido un concierto en solitario que culminaba con la synth-pop ‘Fotonovela’.