La gran baza internacional de Low Festival era el concierto de New Order programado en sábado, produciendo otro llenazo en la Ciudad Deportiva Guillermo del Amor, convocando a algo más de 25.000 personas. Quienes hemos ido viendo a los autores de ‘Technique‘ durante la última década sabemos que tienen noches malas y noches mejores. Uno pasa de la emoción de verlos por primera vez, de no poderse creer estar viendo en concierto canciones como ‘Blue Monday’ y ‘Bizarre Love Triangle’, que tanto han influido en tantísimos grupos y tan dispares; a la incredulidad de que no sepan corregir sus defectos en directo tras décadas de experiencia. El principal es la incapacidad de Bernard Sumner para ofrecer una actuación vocal medio decente. Ni efectos ni coristas aparecen para paliar sus paupérrimas tomas, siendo en ‘Tutti Frutti’ lo mejor el momento en el que surgen los pregrabados de La Roux. Fotos: Javier Rosa.
Escuchar a Bernard con atención es un sufrimiento, pero verle moverse por el escenario no suma precisamente: si Robert Smith clava su intervención al micro o Iggy Pop resuelve sus carencias con actitud, Sumner ni lo uno ni lo otro. En un momento da las gracias al público de Benidorm en francés por razones desconocidas («merci beaucoup»), en otro pregunta si se lo está pasando bien, sin que nadie responda; y en ‘Blue Monday’ tiene el valor de ir a tocarle los teclados a Gillian en lo que parece una muestra de mansplaining. Aun así, hay gente que sale contenta del concierto de New Order. Al fin y al cabo las bases suenan contundentes, el repertorio es una pasada aunque hayan decidido prescindir de ‘Crystal’ por alguna razón, y escuchar canciones como ‘Temptation’, ‘True Faith’ o ‘Singularity’ siempre es una gozada en vivo. De peor gusto es el final con ‘Love Will Tear Us Apart’ o la interpretación hacia el principio de ‘Transmission’. Pretenden ser un homenaje a Ian Curtis. Se le proyecta, y la gente hace fotos y Stories, pero las versiones no terminan de hacer justicia a las originales, como tampoco las de Peter Hook en sus giras. New Order no han decaído y su último disco es excelente, pero han de aprender todavía cómo ser un cabeza de cartel para decenas de miles de personas.
A continuación -tras una hora de cambio- en el mismo escenario salían Cut Copy, que no dudaron en agradecer pisar el mismo suelo que New Order, pues la influencia de estos es más que evidente. En ‘Hearts on Fire’ daba la sensación de estar escuchando una versión suya. La banda australiana salió a tope, generando una comunión perfecta con el público, ya no tan numeroso como cuando actuaban los británicos, con su hitazo ‘Need You Know’. Sin embargo, fueron víctimas de un pequeño problema técnico y hubieron de parar justo antes de interpretar su tema ‘Future’. En ese momento entró por error una pista que no debía de sonar, dejando al descubierto qué cantidad de lata llevan pregrabada, lo cual fue una bajona. Por lo demás, el grupo cumplió con nota su función de hacer bailar entre 2 y 3 de la madrugada, siendo su cantante Dan Whitford un dechado de actitud. Su voz, tratada o acompañada de coros, llena la explanada como ya hubiera querido Bernard, y sabe cómo mover las piernas él mismo y a su vez hacer bailar. Las canciones que suenan unidas como en una sesión DJ son un acierto y el final con ‘Lights and Music’ es tan celestial como se proponen.
El mejor grupo técnicamente anoche fue Viva Suecia, que tocaron con un volumen realmente fuerte, del nivel de requerir tapones. Pero no por el “noise” generado como sería el caso de algunos de los grupos que les han influido. De hecho, aunque las guitarras iban también a tope, su show se caracteriza por una dicción perfecta y el protagonismo absoluto de la voz y las letras sobre los quebraderos de cabeza del amor. “Sois un montón, se os tiene que oír”, indicó su cantante Rafa Val antes de ‘Adónde ir’. Su voz triste y sexy al mismo tiempo es personal y es una gozada ver ‘Los años’ cantada por miles de personas. Como ellos dicen “todo lo que ha pasado es un milagro”, apelando también eso sí a «los años» de trabajo. Que han empleado aprendiendo trucos como el parón de ‘Hemos ganado tiempo’, ahorrando para comprar cañonazos de fuego o sabiendo que han de guardar ‘Permiso o perdón’, ‘Amar el conflicto’ o ‘Bien por ti’ para el último tramo. “Miento cuando digo que me hace falta espacio” es un pedazo de estribillo que el público adora en los penúltimos minutos de set. Parecían como influidos por Los Planetas pero con todas las llamadas al “sing along”, claramente quieren ser Vetusta Morla. No sé qué opinarán ambos de Viva Suecia pero el grupo murciano terminó pinchando y bailando Abba.
En el resto de la noche, Xoel López no prescindió de ‘Que no’, con la que se reconciliaba hace unos años; Second ofrecían un concierto chillón y subyugante sin parar de tratar de levantar a las masas; Varry Brava jugaron con los 80 casi tanto como los mismísimos New Order; y Cupido no terminaron de relucir en el Escenario Jägermeister. Mientras The Limboos habían sonado absolutamente brillantes con su saxo y su multitud de músicos en el mismo sitio, a los miembros de Solo Astra se les atascó algo, produciendo chasquiditos algo desagradables y de manera reiterativa en la primera parte del concierto. A pesar de todo, su repertorio es todo lo espectacular que puede ser el de un solo disco, dejando de nuevo ver cuán sólidas son canciones como ‘U Know’, ‘Telepatía’, ‘Milhouse’, ‘Autoestima’ y ‘No sabes mentir’.
Nos llevó al amanecer la sesión de Rock Nights, con Amatria, Tiga, La Casa Azul y ya de día y finalmente Raphael, además de ese momento karaoke en el que alguien se arrancó a cantar una canción de New Order por encima y, vaya… qué fidelidad a lo que había sido el concierto.