La cola de invitados para el primer concierto de Fuerza nueva supera los 20 minutos de espera. Las entradas están agotadas desde hace semanas, pero se ha reservado un cupo para prensa, VIP y amigos: Paco León hace un par de Stories desde la primera planta y justo delante de mí entra Andrea Levy del Partido Popular, ahora en calidad de concejala de cultura, entre otras cosas, del ayuntamiento de Madrid. Dos filas detrás de la política barcelonesa, de hecho dos chicas hablan en catalán. Me pregunto qué pensarán las tres de la adaptación de ‘Els Segadors’ que está a punto de sonar. La Puerta del Sol está a unos 200 metros de Joy Eslava y a lo lejos se oyen perfectamente gritos de «¡¡no pasarán, no pasarán!!». Tras la sonora manifestación de los pensionistas de la mañana, ahora hay una concentración en contra de la sentencia del «procés» a la que acuden independentistas catalanes y -supongo- simplemente algunos contrarios al fallo del Tribunal Supremo. La ultraderecha se acerca cantando ‘Cara al sol’ y portando banderas de España, y se producen algunos altercados, como informa El Diario.
Un paseo por las nubes comparado con lo que a la misma hora se está viviendo en Barcelona y otros lugares de Cataluña: más de 30 personas son detenidas por quemar coches, lanzar objetos contundentes a la policía y ácido a los Mossos, y más de 100 han de ser asistidas, alguna de gravedad. En Tarragona, un menor es atropellado por una furgoneta de los Mossos. laSexta, que ha improvisado un especial en prime-time, que no superará en audiencia a Gran Hermano VIP, reproduce el vídeo en bucle mientras insiste en usar la palabra «guerrilla». Comparece el presidente del Gobierno exigiendo que Torra condene la violencia, el presidente de la Generalitat lo hace pasada la medianoche. ‘Masterchef’ -VIP también- interrumpe al fin su emisión en la televisión pública para informar de los hechos. Twitter da ganas de llorar.
Este es el panorama que se vive en España en la semana de salida del disco de Fuerza nueva. El grupo formado por Los Planetas y Niño de Elche, que cuenta con la colaboración de Pedro G. Romero y Javier Aramburu en los diseños (la portada del álbum es un mapa de España pasada por un filtro Joy Division) ha llegado cargado de intencionalidad política y declaraciones polémicas. Hasta ahora habían hecho coincidir sus lanzamientos con fechas señaladas: la Diada, el Día del Alzamiento, el Día de la Hispanidad… Como si de verdad fuera su intención presentarse a las elecciones, su debut en vivo no puede llegar en día más convulso.
Lo que está sucediendo en menor medida fuera de Joy Eslava y sobre todo en Cataluña parece un fondo teatral, irreal, sobre lo que encontraremos dentro. Hace sólo un mes que Fuerza nueva han querido reconvertir el himno de la Diada en un himno obrero, llamando la atención al independentismo sobre cuál es la verdadera lucha social. El grupo opta en cambio por ceñirse al guión del álbum y hablar lo justo entre canción y canción: todavía ha faltado tiempo para comprender qué son Fuerza nueva y hay gente que te pregunta por qué hacen el Himno de la Legión. Lo que vemos, tras una intro con imágenes políticas del cineasta Andrés Duque, suena como un concierto de Los Planetas, pero en el que la voz principal, con algunas excepciones como ‘Una, glande y libre‘, liderada por Jota, o el dúo de ‘El novio de la muerte’ (el tema más celebrado a fin de cuentas, junto a la adaptación de ‘Tendrá que haber un camino’), la pone Niño de Elche.
La solemnidad, la atención del público es máxima durante el inicio con ‘Santo Dios’, que culmina catárquica con las improvisaciones de Paco. Su voz se oye bien, expresiva como siempre y en plena forma, mucho más versátil que la de Jota. Sin embargo, no siempre se entiende lo que dice, más que por dicción, porque la base musical es excelente y el grupo está acostumbrado a usarla en primer plano. Los punteos de las guitarras son una delicia en ‘La canción de los gitanos’ y la batería de Éric, siempre tan visual en sus movimientos, nos hacen ir los pies en más de una ocasión pese a que el llenazo no te permite moverte ni un milímetro. Sin embargo, el mensaje, los textos, no llegan a nuestros oídos con la claridad requerida por la canción política. Por extensión, el público se muestra tímido, como tratando de adivinar hasta dónde llega la ironía de todo esto, y no hay vítores de ningún tipo ni cuando suenan cosas como «Barcelona, gran ciudad» ni el guiño a Luis Aragonés. Quizá no hay ganas, quizá no ha habido tiempo de digerir esto, quizá no es el día. El concierto termina pasados los 70 minutos sin bis y, además de las sensaciones habituales en los conciertos de Los Planetas, es difícil dilucidar si Fuerza nueva ha llegado en el mejor momento imaginable o justo todo lo contrario. 7.