Hay leyendas del rock y leyendas del rock. En oposición a auténticas máquinas de marketing como Rolling Stones, Neil Young ha elegido –fiel a su ideología izquierdista, cada vez más diáfana– el camino de la total libertad para producir sin freno, sin ataduras y, también, sin miedo a equivocarse –en plan «para lo que me queda en el convento…»–. Esto propicia que haya momentos no tan brillantes, claro, pero también que sintamos que es un faro para la música en nuestros días, un referente absoluto para cualquier artista que aspire a superar las siete décadas de vida y publicar un álbum número 40 tan sugerente e inspirado como es, en su mayoría, este ‘Colorado’.
Tras haber grabado un par de álbumes junto a Promise of the Real (la banda del hijo de Willie Nelson, Lukas, co-autor de parte de la BSO del ‘A Star Is Born’ de Lady Gaga, por cierto), Young invoca en este nuevo disco a Crazy Horse por primera vez desde que en 2012 publicara con ellos ‘Americana’ y ‘Psychedelic Pill’. Poco después de aquello Poncho Sampedro, guitarrista más longevo en la banda que completan de forma permanente Billy Talbot al bajo y Ralph Molina a la batería, sufrió una fractura de muñeca forzándole a su retirada definitiva. Y ahora es Nils Lofgren, mundialmente conocido como miembro de la E Street Band de Bruce Springsteen y que ya formó parte del Caballo Loco a principios de los 70, el que toma su relevo. El objetivo de Young al unirse de nuevo a este trío vuelve a ser, como deja claro el teaser de un documental sobre la grabación de este disco –ojo a la charla que se llevan los técnicos y al co-productor John Hanlon cuando cree que no es suficiente–, “sonar lo más alto posible”.
Y vaya si lo hacen: en ‘Colorado’, Neil Young y Crazy Horse truenan como solían en sus momentos más icónicos, merced a una producción que apuesta por dejar la grabación sin pulir, percibiéndose especialmente en un delicioso sonido de guitarras que deja sentir cada rasgueo de Young y Lofgren, por nimio (e incluso accidental) que sea. Sus latigazos eléctricos se palpan en unas ‘Help Me Lose My Mind’ o ‘Shut The System Down’ que, si bien no son particularmente sorprendentes, están a la altura de lo que cabe esperar del grupo (es decir, lo mejor). Una auténtica gozada sonora que, además, Young invita a escuchar gratis y en alta calidad a través de su página web –es bien conocida su enconada enemistad con las grandes plataformas de streaming–. Se intuye además que cada corte está grabado con el grupo en directo en el Studio In The Clouds –sito en las Montañas Rocosas de, claro, Colorado– y casi siempre en tomas únicas –de hecho, cuando no es así, se percibe: ahí queda el inexplicablemente torpe corte tras el primer estribillo en la mentada ‘Shut The System Down’–. En esa tesitura, ‘She Showed Me Love’ está llamado a ofrecer en vivo una catarsis: si bien no parece del todo inspirada en su parte vocal, la instrumentación desatada induce al trance, especialmente en la recta final de sus 13 minutazos, no exentos de altibajos, pero por momentos gloriosos.
Pero, con la misma estética sonora, Young y Crazy Horse también liberan en ‘Colorado’, su faceta más emotiva y delicada, mezclando acertadamente ambas caras. Así, ‘Olden Days’, ‘I Do’, ‘Eternity’ o ‘Think of Me’, con mayor protagonismo del piano y dejando brillar las bonitas imperfecciones vocales de Young y su coro, nos recuerdan que estamos ante el autor de ‘Heart of Gold’, ‘Old Man’ o ‘After The Goldrush’. Así, los singles adelantados a la salida del álbum, esa preciosa ‘Milky Way’ y el glorioso y emocionante himno anti-racista (con Trump y su muro en el punto de mira, vaticinando una pronta «caída» de ambos) ‘Rainbow of Colors’, no son solo acertadísimos por ser los más memorables del disco, sino también porque son los que mejor condensan los dos polos musicales del álbum.
Quizá el punto más débil del álbum vuelven a ser sus textos, aunque no al nivel de ‘The Monsanto Years’. En su afán por hacer su mensaje ecologista y antisistema –que nuevamente capitaliza la mayor parte de las letras– lo más diáfano posible, llega a resultar excesivamente ingenuo. Se lleva la palma una ‘Green Is Blue’ que suena casi infantil (también lo hace, pero para bien, la musical imitación del sonido de un tren en ‘Eternity’), pero cabe señalar cómo varias buenas ideas (ese casi cómico “You might say I’m an old white guy / I’m an old white guy” con el que arranca ‘She Showed Me Love’, la idiotez del terraplanismo señalada en ‘Help Me Lose My Mind’) no siempre acaban bien resueltas. Se agradecen su honestidad intachable y su activismo (emociona la manera en que en ‘I Do’ deposita sus esperanzas de salvar el medio ambiente en la Generación Z), pero lo cierto es que el viejo Neil brilla sobremanera cuando deja paso a la poesía de lo íntimo. En este caso, a la melancolía por la gente querida que queda atrás –por ley de vida, de manera cada vez más frecuente para un septuagenario– como sucede en los bonitos versos de ‘Olden Days’, ‘Think of Me’ o ‘Milky Way’. También por eso, este ‘Colorado’ es una fantástica noticia musical.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Rainbow of Colors’, ‘Milky Way’, ‘Olden Days’, ‘Help Me Lose My Mind’, ‘I Do’, ‘Think of Me’.
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