Tick tock, tick tock, tick tock. Los dos mayores éxitos de Madonna en el siglo XXI hablan del paso del tiempo. De un reloj que nos marca las horas. No, no hablan de rememorar tiempos mejores ni de ser joven para siempre; sino de la impaciencia que genera esperar, de la urgencia de usar el poco tiempo que nos queda para «salvar el mundo», de aprovechar el momento en definitiva. En ‘Hung Up’ a Madonna le desquiciaba esperar, repitiendo hasta la saciedad que «el tiempo pasa muy despacio para aquellos que esperan»; en ‘4 Minutes’ decía: «me he quedado sin tiempo, todo lo que tengo son 4 minutos».
Sin embargo, a Madonna le gusta hacerse esperar, y el asunto está pasando de castaño oscuro en sus giras. Como si nunca hubiera cantado cosas como «I’m fed up, I’m tired of waiting on you» o «I can’t keep on waiting for you», la cantante tradicionalmente sale al escenario por definición algo más de media hora tarde, con todo el mal que conlleva a sus seguidores. Uno acaba de decidir denunciarla, alegando que no podrá asistir a su concierto del próximo mes de diciembre en Estados Unidos en lo que considera «su nuevo horario». La denuncia parece un poco peregrina respecto a las condiciones de compra de la entrada, pero el problema es de fondo.
La puntualidad nunca es el fuerte de su show, la misma Madonna ha empezado a bromear sobre ello en los conciertos y en las redes, pero su base de fans coincide en que el chicle no se puede estirar mucho más. No todos los recintos en los que actúa son céntricos y en fin de semana (la cantante de hecho no actúa los viernes por motivos espirituales, como contó a JENESAISPOP en una entrevista este año), lo que agrava los problemas logísticos de aquellos que quieran volver a sus casas para dormir. Pero es que además, antes porque eran en grandes recintos y ahora porque son microrresidencias, sus seguidores son de los que se mueven miles de kilómetros para ver a la artista. Esa media hora larga de espera suele ir acompañada de una obligada pitada que encierra cierta sensación «loser»: ¿después de gastarme 200 euros o más en una entrada, después de haber pillado aviones y hoteles… esta mujer pensará salir, verdad?».
Las giras de Madonna tienen siempre críticas excelentes por mucho que al espectador casual de Eurovisión 2019 le cueste creerlo, y normalmente, una vez ves el espectáculo, te olvidas de lo que has sufrido y gastado hasta llegar a él. Sin embargo, hay algunos hitos en este mundo de retrasos. Su concierto único ‘Tears of a Clown’ en Australia tuvo lugar directamente de madrugada y los retrasos generalizados han provocado que algún concierto en Reino Unido haya tenido que ser multado o recortado en base a las normas del recinto o las municipales, como sucedió en Manchester en 2015. Allí pagaron lo mismo que el resto de los mortales para ver exactamente 3 canciones de menos. Madonna explicó que hubo un problema con las pantallas y que su set sin pantallas no se podía realizar, ¿pero qué pasó en los 80 conciertos restantes? La cantante, que como toda bailarina ha de ejercer calentamientos físicos antes de salir y además acostumbra a rezar una oración formando un círculo de manos unidas con su equipo, como se ha visto en sus documentales y Stories, no parece organizar este tiempo demasiado bien para ser puntual. Ni su equipo tampoco.
En las entradas de sus giras americanas, de un tiempo a esta parte hay una confusión inexplicable entre lo que es la hora de apertura de sus recintos y la hora de inicio del set. Ya en la gira anterior, el equipo de Madonna tuvo que desmentir a la prensa que sus conciertos se estuvieran retrasando «tres horas», sino que había una confusión entre la hora de apertura y la de inicio. Y el mismo error parece sobrevolar esta denuncia de un seguidor de la cantante que dijo que compró 3 entradas por más de 1.025 dólares, pero que ya no las quiere porque el concierto no es a las 20.30 sino «ahora» a las 22.30. Madonna se ha limitado a poner en Instagram un vídeo de un show en el que asegura que «una reina nunca llega tarde» y sus representantes no han respondido las preguntas de TMZ. Y sí, el sentido del humor es una de las claves de su carrera, pero cunde el pánico, por ejemplo, entre sus seguidores en Londres: sus conciertos entre semana en la ciudad el próximo mes de enero han de acabar sí o sí antes de las 23.00. En Popjustice ya hay quien se pregunta qué pasará si recorta un show por el que ha pagado 300 libras. Al margen del resultado de la denuncia, ¿alguien cree que un cliente que vea el producto por el que ha pagado recortado, pueda repetir en la gira siguiente?