Hace unos días, Chris Martin anunciaba que no habría gira de Coldplay hasta que no se consiguiera que esta fuera ecológicamente sostenible. Rápidamente, corrieron las chanzas en la red. Pero, más allá de los chistes, la cuestión genera muchas dudas razonables. ¿Tan dañino es un tour -¡independientemente de quién toque!-? ¿Es posible realizar una gira sin que deje huella ecológica? Si alguien tiene tiempo (y ganas), siempre puede usar un medidor de emisiones para valorar aproximadamente la repercusión de un macrotour cualquiera, como el último de AC/DC. Pero para tener una idea mucho más atinada, hemos hablado con Adrián Fernández, responsable de movilidad de Greenpeace y Pam Pincheira, productora de eventos sostenibles como el Own Spirit o el Drap Art.
Lo primero es evaluar toda la repercusión medioambiental que genera un tour. Algo tremendamente complicado, dada la gran cantidad de variables a valorar. Adrián Fernández nos dice: “no conozco ningún estudio cuantificativo de una gira o macroconcierto en emisiones. Pero en valores absolutos, no pasa de lo simbólico”. Pam Pincheira sí que tiene calculadas las necesidades energéticas de luz y sonido, al menos del festival Own Spirit: “1574kwh que serían aproximadamente 629,60 kg de CO₂ con generadores”. Esta es la variable que genera más gasto energético y emisiones: “los generadores de gasoil, las emisiones, es supercontaminante. Al menos, nosotros compensamos lo que emitimos”. En este caso, hay que diferenciar entre evento al aire libre y recinto ya preparado, señala Fernández: “No es lo mismo un sitio en que ya haya acometida eléctrica establecida que al aire libre, en que necesitas grupos electrógenos y te obliga a conseguir la electricidad de la manera más antiecológica posible”. Pincheira también añade el problema de los WC portátiles. “Hay que depurar este agua, producen químicos… Es un ítem bastante contaminante”.
El otro factor que repercute enormemente es el transporte. Fernández informa de que “no son solo los tráilers. También hay un segundo aspecto, que es el desplazamiento de los fans; los que van en coche privado. O los que, en caso de megagiras, viajan desde sus ciudades, más allá de que los componentes de la banda vayan en avión». Pincheira admite que el transporte es lo más difícil de controlar para un organizador que pretenda montar un evento ecológico. “Lo más complicado [de controlar] creo que son las emisiones de los vuelos de los artistas”. También el uso de grandes vehículos para transportar escenarios en las giras preocupa a Fernández “las emisiones en el sector transporte es lo que genera más CO₂ en el mundo”.
Entonces, ¿en qué aspecto es posible minimizar el impacto medioambiental de los macroconciertos o los festivales? Como productora, Pincheira comenta que “lo más fácil es el catering, ya que como organizador podemos poner las reglas y prohibir el plástico y que todo deba ser compostable”. Añade que “se puede reducir en reutilizar todo lo que se pueda. Mucha infraestructura, que depende del festival y del terreno en donde se realice”. Cree que es posible ahorrar más en energía eléctrica «si se monitoriza. La energía eléctrica debería ser de red o renovable. Las autoridades o las empresas energéticas podrían dar más facilidades a los promotores para conectarse de alguna manera y no tener que usar los generadores”. Fernández indica que Greenpeace, cuando colabora con diferentes eventos ponen «condiciones para que sean sostenibles, que esté libre de plásticos de un solo uso (vasos reutilizables, pe)”. Pero opina que también tienen responsabilidad los artistas. “El grupo siempre puede poner las condiciones: camiones de bajas emisiones, etc. Y los promotores se han de preocupar en que no sólo se llegue al recinto en transporte público, ya que a veces son ubicaciones aisladas, con mucha zona de aparcamiento y sin transporte público. Hay que pedir que los recintos sean más accesibles”. Pincheira señala que “en cuanto al transporte, se podría fomentar de verdad motivando o premiando de alguna manera a los coches compartidos, y dar al público un precio de autobús mínimo para centralizar los viajes. Cuando digo precio mínimo, es que el promotor no gane dinero con el transporte subiendo el precio de los billetes. Siendo organizador de festival puedes jugar con muchos factores motivacionales para los que ahorran en transporte o compensan sus emisiones de manera individual. Educar es muy importante”.
Actualmente, multitud de eventos abogan ya por reducir residuos y el vaso reutilizable es habitual en la mayoría de conciertos. Muchos festivales tratan de hacer del cuidado del Medio Ambiente uno de sus preocupaciones principales, como el Mallorca Live o el Bioritme. Otros, como el Primavera Sound, se han aliado con la Campaña de Acción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Pero, volviendo al punto de partida, ¿es realmente posible organizar conciertos que no dejen huella ecológica? Pam Pincheira cree que actualmente no, “pero en un futuro espero que sí”. Fernández se muestra menos optimista. “Estamos lejos de conseguir eventos de 0 emisiones: residuos, transporte…”. Valora el gesto de Coldplay: “es la concienciación en el mundo de la música, el poner freno a las emisiones”, pero “tiene mucho más de gesto que lo que se ahorra”. Aunque finaliza: “entre no hacer nada y reducir, hay un mundo”.
En resumen; ahora mismo, Coldplay lo tienen imposible para embarcarse en un tour de coste ecológico cero. Al menos, el tipo de tour que el grupo necesitaría para llegar a su audiencia. O se dedican a tocar en acústico, renuncian a llevar un show propio y realizan todos los trayectos exclusivamente en tren… o podemos olvidarnos de verles de nuevo en una larga temporada. Pero hay que agradecerles que hayan puesto las preocupaciones medioambientales en el centro de la música en directo.