La gran apuesta de HBO para 2019 ha terminado. Y lo ha hecho con nota, satisfaciendo las expectativas que se habían generado. Y eso que ver a Damon Lindelof adaptando a Alan Moore a mí me daba más repeluco que leer un poema de Alfred García en voz alta. Pero al final no ha sido para tanto. El gusto por la trascendencia, muchas veces vacua, del creador de ‘Perdidos’ y ‘The Leftovers’ no llega a empañar sus evidentes méritos como narrador habilidoso e imaginativo.
Lo mejor de ‘Watchmen’
1. Que no sea una adaptación, sino una secuela.
Adaptar a Moore no es fácil. Si te pasas de literal, no funciona narrativamente: ‘Watchmen’ (2009). Si te quedas corto de densidad dramática, te sale una estilosa carcasa con muy poco dentro: ‘Desde el infierno’ (2001). Quizás hayan sido las Wachowski las que mejor le pillaron el punto al bardo de Northampton en su personal pero a la vez fiel ‘V de Vendetta’ (2006). La serie ‘Watchmen’ va un poco en esa línea: masajea al fan con los dedos manchados de tinta a la vez que vuela con la cámara a territorios narrativos y estéticos que nada tienen que ver con el cómic. Lindelof ha elaborado una muy eficaz relectura del original literario. Lo ha llevado a su terreno actualizando temas, reinterpretando mitologías y añadiendo nuevas tramas y personajes.
2. Su constante inventiva estilística y narrativa.
Desde el propio grafismo del título, que aparece de formas distintas en cada inicio de capítulo, hasta la apoteosis del capítulo seis, ‘Watchmen’ está llena de ingeniosos hallazgos visuales y narrativos. La serie es un puzle que comienza con las piezas muy desperdigadas: a lo largo del tiempo, del espacio, de la memoria, del cómic… Lindelof las va uniendo capítulo a capítulo, muchas veces colocándolas de formas tan sorprendentes que hace que salten chispas llenas de suspense y emoción. El mejor ejemplo es el mencionado capítulo seis, ‘This Extraordinary Being’. Una maravilla plagada de sugerentes giros metalingüísticos (el comienzo del episodio), expresividad visual (el juego cromático de la fotografía) y densidad dramática.
3. Su inesperado sentido del humor.
‘Watchmen’ es una serie más divertida de lo que pudiera parecer en un principio, sobre todo teniendo en cuenta su poco gracioso origen literario y los anteriores trabajos de Lindelof. El personaje de Laurie Blake, por ejemplo, tiene la lengua más afilada que Sarah Silverman en ‘A Speck of Dust’. Algunas de sus réplicas pondrían colorado hasta al propio Doctor Manhattan. Y todo lo que tiene que ver con Adrian Veidt/Ozymandias, ya bastante loco de por sí, está tratado en clave de comedia fantástica con pincelas de humor negro.
4. La música de Trent Reznor y Atticus Ross.
Solo por la delicada versión del ‘Life On Mars?’ de David Bowie que suena al final del séptimo capítulo -que además añade capas de significado a la impactante secuencia que acompaña-, merecería destacarse la banda sonora de ‘Watchmen’. Lindelof ya demostró su buen gusto y la importancia que le otorga a la música en ‘The Leftovers’, donde sobresalía la impresionante banda sonora de Max Richter. Aquí lo vuelve a hacer eligiendo a los dos componentes de Nine Inch Nails, cada vez más solicitados en el cine y la televisión tras sus premiados trabajos con David Fincher (‘La red social’, ‘Perdida’, ‘Millennium’). Sus atmosféricas composiciones, que combinan delicadeza y aridez electrónica, se integran perfectamente con temas muy conocidos de música clásica y una selección de canciones que aparecen en los títulos de créditos finales.
Lo peor de ‘Watchmen’
1. Su falta de ambición conceptual.
Lindelof obviamente no es Moore (que, como es habitual, ha renegado de la serie y ha pedido no aparecer en los créditos por nada del mundo). Si eres fan del cómic, seguro que echas en falta la complejidad psicológica de sus personajes (aquí algo esquemáticos), y la sutileza de su discurso. La serie se centra más en los aspectos sentimentales y policiacos de la trama, dejando a un lado los políticos (apenas esbozados en esa guerra racial que sustituye a la nuclear), morales y metalingüísticos del original. No llega a ser un rapado argumental como ocurrió con ‘From Hell’, pero sí le han cortado un poco las puntas.
2. El final.
Esto podría ser un spoiler si no fuera porque ocurre en casi todas las series actuales: el maldito final abierto. ¿Cuándo nos van a dejar disfrutar con una conclusión redonda, catártica, perfecta, un broche de oro que te deje en el sofá noqueado, sin pensar en el f***ing cliffhanger, en cómo va a seguir la historia en la segunda temporada, sino en lo que acabas de ver, en comprobar hasta qué punto te ha gustado, interesado, afectado, incluso transformado, esas nueve o diez horas de ficción que has estado viendo durante dos meses? 8’5.