‘Rambalín’ de Rodrigo Cuevas recuerda a un icono ultralocal que no debería ser olvidado

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‘Rambalín’ de Rodrigo Cuevas recuerda a un icono ultralocal que no debería ser olvidado

La casualidad ha querido que, este año, dos artistas asturianos hayan publicado sendas canciones dedicadas a Rambal, el transformista de Cimavilla que fue asesinado a puñaladas en 1976 y que se ha convertido en un icono de Gijón. La primera la firmaba hace poco más de un mes Pablo und Destruktion, que en su canción ‘Gijón’ cantaba: “en el puerto de Gijón ahí andaba Rambal / por las noches de hembra, por el día chaval / Bromas, sexo y delito, verdadera bondad / Mucho más que un marica, un héroe nacional”.

La segunda es tan reciente que ha visto luz a mediados de diciembre, dentro del debut oficial del artista de cabaret y cantante asturiano Rodrigo Cuevas. La penúltima canción del Disco Recomendado ‘Manual de Cortejo’ -hecho mano a mano con Raül Refree- lleva directamente el nombre de ‘Rambalín’ y es una emotiva balada con mucha historia dentro de su composición, pues cuenta con la participación del Coro Minero de Turón e integra el testimonio sobre Rambal de La Tarabica -otro personaje muy querido en la ciudad- extraído del Archivo de Fuentes Orales para la Historia Social de Asturias. En la canción, La Tarabica cuenta que Alberto Alonso Blanco era «una cosa mítica en Gijón, porque en aquel tiempo a los maricones los censuraban mucho y los insultaban» -estamos en pleno franquismo-, y habla sobre el modo en que fue asesinado: ya con Franco muerto, cree que fue un «ricachón» quien le mató, le quemó y después prendió fuego a su casa para que no quedara ninguna prueba, y que por este motivo el caso nunca ha sido resuelto.

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En ‘Rambalín’, Cuevas narra la historia y el trágico final del transformista con mucha poesía, recordando el modo en que deslumbraba al barrio con su arte y con su «ostentación de libertad» acompañado, a su vez, por el sonido de una guitarra eléctrica y de un acordeón. Tal era la buena fama de Rambal en Cimavilla que era su madre, Concha la Guapa, quien salía a la calle a «anunciar la función» del artista, provocando el «alboroto» de la ciudad. Cuando en este momento entra el Coro Minero de Turón los pelos de punta están asegurados. El ánimo de la canción cambia lógicamente cuando llega el momento de la muerte del transformista («nun hai cosa más valiosa y difícil d’algamar, con cuchillitos de plata te la fueron a robar») pero la interrupción de La Tarabica, en lugar de entorpecer la composición, no hace sino enriquecerla. Y lo que hace Cuevas con ‘Rambalín’ es lo mismo, enriquecer con ‘Rambalín’ un poquito el pop español gracias a una historia que merece ser escuchada y que no debería ser olvidada.

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