Así fue la gala 0 de Operación Triunfo 2020: cambiar (un poco) para que no cambie (casi) nada

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Así fue la gala 0 de Operación Triunfo 2020: cambiar (un poco) para que no cambie (casi) nada

Han vuelto. Han vuelto los lunes con unas ojeras que dibujan en nuestra cara la palabra «culpable». Culpable de haber dormido cinco horas y, peor, de haberlo hecho para ver una gala 0 de Operación Triunfo 2020 que, después de todo, no ha cambiado tanto. Concedo que esta primera emisión es atípica, en tanto que se muestran numerosos vídeos de los concursantes descartados de entre los treinta finalistas del casting y que aún no se entra a juzgar a los dieciocho (dieciséis al final del programa) con la severidad que se espera de un jurado presidido por Nina, escoltada por Natalia Jiménez –algo desubicada–, Javier Cano –tibio– y Portu –que promete dar jueguecillo–.

Pero anoche no. Anoche todo fueron parabienes para el denominado «mejor casting de la historia del programa». Y fueron ímprobos los esfuerzos de todos, jueces, profesores y hasta de Roberto Leal, por exaltar a los chavales y el «nivelazo» de las actuaciones. Pero, después de tantas ediciones y aún con las dos últimas muy recientes, no es fácil manipularnos: no fue para tanto. Sí se puede decir que, pese a la juventud generalizada de los seleccionados –fue impactante que se descartara a una de las favoritas para entrar, Della Du, porque ya no tenía mucho que aprender… ¡con 27 años!–, la soltura sobre las tablas y la afinación –tradicionalmente un desastre– estuvo por encima de la media de otras galas 0. Pero tampoco fue para morirse.

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Porque, a la espera de ver qué deparan a partir de la gala 1 los retoques en la mecánica del programa, parece que poco va a cambiar en cuanto al perfil artístico ofrecido: dieciocho años después de la edición que alumbró a Manuel Carrasco, ahí tenemos a Jesús –insulsísimo con una inofensiva ‘Vengo venenoso’– y Javy –aflamencando a Sabina–, una suerte de Zipi y Zape de Barbate que aspiran a cubrir ese target entre los seguidores que sintonizan Cadena 100 con asiduidad. Se lo pondrá difícil Rafa, que interpretó ‘Mi primer día’, una canción terrible, famosa gracias a un anuncio de bollería ultraprocesada y, sí, empalagosa. Con un teórico «buen rollo» insoportable, más bien parecía estar haciendo una prueba de Got Talent (donde la música es lo de menos) o El Club de la Comedia. Incomprensiblemente –salvo por los LOLes–, fue clasificado de manera directa.

El cupo de guaperas carpeteros queda cubierto con Nick –cuya versión acortada de ‘Wrecking Ball’ se hizo hasta larga– y Hugo, que contra todo pronóstico cantó por Leiva. Bruno, un mayumaná cantante, se la jugó con ‘Believer’ de Imagine Dragons y unos falsetes de llorar (de mal). Al final, el profesorado optó por él en detrimento de Adri Acuña, que estuvo ostensiblemente mejor en su interpretación de ‘Me rehúso’. Adiós pop urbano. Así, en este sector masculino, solo Gèrard –que fue de menos a más con su ‘This Is The Last Time’– y sobre todo Flavio –un joven Matt Damon pianista y con una voz gravísima alucinante, que se desmarcó con un tema country– prometen ser la nota discordante y aspirantes a llegar lejos en el programa, cuanto menos. ¿Habemus Orville Peck de la huerta murciana?

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Como sucede en el mundo real, las féminas en cambio mostraron perfiles más diversos e interesantes. Aunque Eli, que prometía mucho como ex-rapera, se hizo pequeña ante un clásico del blues como ‘Mustang Sally’, Maialen no convenciera con su papel de fresita –quizá se pasó un poco de rosca escogiendo un tema poco conocido de los colombianos Monsieur Periné–, Valery trajera a la mente otra era de OT con una trasnochada y gritada versión de ‘Titanium’ –quedó fuera de la selección final con justicia– y Anaju se viera superada por ‘Catalina’ en la versión de Rosalía –una apuesta arriesgadísima, la verdad–, el resto de chicas dejaron buena impresión.

Samantha, que de manera increíble solo cuenta con 40% de audición en ambos oídos, logró imponer su bonito timbre vocal a un arreglo horrible de ‘Que tinguem sort’ de Lluis Llach; la jovencísima Anne, viejoven en lo musical y posible gran tapada del programa, convenció pese a ponerse a sí misma la traba de acudir a una canción tan manida como ‘Moon River’; Eva logró, echándole un morro increíble (quizá se pasó de mohínes) y con una voz bonita y rica, poner frescura a ‘Let’s Twist Again’; y Ariadna, pese a escoger un tema tan recurrente como ‘Por la boca vive el pez’ de Fito y Fitipaldis, demostró una voz rotunda sobre un arreglo de piano ideado por ella. Y, sobre todas ellas, Nía despuntó como aspirante a diva pop más completa, marcándose una versión bien cantada, rapeada y bailada de ‘I Like It’ de Cardi B, con gran despliegue escénico. Un espectáculo impropio de la gala inaugural.

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Así las cosas, parece que después de todo no vayan a cambiar tantas cosas en el nuevo OT, sino al contrario: las chicas muestran ser más preparadas, arriesgadas y personales que los chicos, mientras que el programa tratará de exprimir el papel del bufón (Rafa) y los guaperas. Además, claro, de las historias personales de cada alumno, convenientemente narradas con imágenes de sus respectivas (y aún cercanas) niñeces en unos vídeos de presentación más propios de GH. Recordemos que venimos de la edición del programa menos vista de su historia, así que se la juegan. Pero también conviene no olvidar que al final esto sigue yendo de cantar y transmitir. Parece que hay buen nivel, sí, pero a estas alturas de la anterior edición decíamos lo mismo y… al final ganó Famous.

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