J’aime retrata la excitación del poliamor en ‘Second Best’

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J’aime retrata la excitación del poliamor en ‘Second Best’

J’aime, el proyecto de nuestro colaborador Jaime Cristóbal (Souvenir, Popcasting), ha publicado esta primavera finalmente su disco de debut, precedido de un tema colaborativo con la cantautora de los 90 Françoiz Breut de ligera inspiración synth/kraut. Lo que encontramos en el álbum es en cambio bien diferente, con ecos de las músicas populares de los años 50 y 60, y del indie pop de los 80. Entre tanta guitarra «twang» y «jangle», alguien ha decidido llamarlo «twangle» pese a/debido a su apasionante polisemia.

El álbum ‘Love and Squalor’ recoge historias personales de Cristóbal procedentes de muy diferentes épocas, pues ha sido escrito muy lentamente a lo largo de varios años, por lo que las vibraciones contenidas van indistintamente desde la zozobra a la euforia. ‘Second Best’ pertenece al último grupo. Es comprensible que se haya presentado el disco con ‘700,000 Records’ con Breut -de la misma manera que lo es que Morrissey haya presentado el suyo con una leyenda de la Motown, Thelma Houston-; pero aquí también había composiciones más inmediatas, como esta o la balada orquestada ‘Tell Me Not to Weep’.

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‘Second Best’ se sumerge en las «noches de verano», bajo las «estrellas», como una especie de paseo en el que los dos protagonistas «se balancean entre la poesía romántica y la tentación del poliamor» (atención a la sonoridad de la palabra «polyamory»), lo cual termina dando nombre a la canción («And they could choose a second best / Somebody not too hard to tack»).

Al margen de su sentido final, ambiguo como lo es el título, entre la inquietud y el conformismo; el espléndido riff de guitarra y la viveza de la batería tienen el nervio de los mejores Primitives o The Go-Betweens. Entre letra y locura guitarrera hacia el final, la excitación es tal que uno parece estar viendo una de esas películas de Éric Rohmer en las que todo el mundo se lía con quien supuestamente no se tiene que liar… después de haberle dado un par de millones de vueltas.

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