Alex Garland ha llegado a la televisión huyendo del cine. A diferencia de directores afines como Denis Villeneuve o su compatriota Christopher Nolan, Garland no ha podido (o no ha sabido) mantener una independencia creativa dentro de la industria de Hollywood sin generar conflictos. Tras dos décadas trabajando como novelista (‘La playa’) y guionista (‘28 días después’, ‘Nunca me abandones’, ‘Dredd’), Garland debutó en la dirección con una modesta producción de ciencia ficción: ‘Ex_Machina’ (2014). El éxito y la repercusión de la película -ganó el Oscar a los mejores efectos visuales y fue nominada a Mejor guión original, escrito por el propio director- propició que la Paramount le ofreciera 40 millones de dólares y a una estrella como Natalie Portman para que dirigiera la adaptación de ‘Aniquilación’, el best-seller de Jeff VanderMeer.
El resultado fue una estupenda cinta de ciencia ficción que, sin embargo, fue tachada por los productores de “demasiado intelectual y complicada”. Tras la negativa del director a realizar un nuevo montaje y cambiar el final, Paramount decidió distribuir la película solo en los cines de Norteamérica y China. Para el resto del mundo, se la vendió a Netflix. Cansado de batallar contra Hollywood, Garland aceptó la propuesta del canal FX (propiedad de Disney y productora de éxitos como ‘Fargo’, ‘Hijos de la anarquía’ o ‘American Crime Story’) para realizar una serie.
‘Devs’, emitida en España por HBO, se puede ver como una ampliación del universo conceptual de ‘Ex_Machina’. De nuevo, la trama discurre en una oscura empresa tecnológica liderada por un CEO tan genial como mesiánico (Nick Offerman, conocido por la serie ‘Parks and Recreation’). Y, de nuevo, esa compañía está embarcada en una investigación cuyos resultados podrían tener una enorme trascendencia científica y filosófica. Lo que cambia es el campo de conocimiento: de la inteligencia artificial y el transhumanismo, a la mecánica cuántica y las teorías del multiverso de Hugh Everett.
Sobre una base de thriller de conspiraciones, y anclada en un fondo dramático acerca de la imposibilidad de aceptar la pérdida de un ser querido (atención al emotivo capítulo cinco), Garland elabora un interesantísimo relato de ciencia ficción que reflexiona sobre el determinismo, el libre albedrío, y la posibilidad de “ver” el pasado y “prever” el futuro. Y lo hace como es habitual en él: con un ritmo entre lo hipnótico y lo narcótico, un tono entre lo solemne y lo afectado (cuando uno de los ingenieros se pone a recitar “a los clásicos” en la puerta de Devs cae de lleno en lo pomposo), y una estética kubrickiana de una fuerza visual y simbólica (la estatua de la niña, la iluminación de los árboles, el búnker donde está Devs) deslumbrante.
Gracias también a la inquietante banda sonora compuesta por Geoff Barrow (de Portishead), Ben Salisbury y The Insects –tándem que ya se empleó para ‘Ex_Machina’, entre otros proyectos–, además de las canciones de Low (‘Congregation’), Broken Bells (‘After the Disco’) o Billie Eilish (‘Ocean Eyes’), el director consigue crear una atmosfera cargada de misterio y melancolía perfecta para lograr su objetivo: guiar al espectador por un bosque de conocimiento (no es casualidad ni el apellido del CEO, Forest, ni el bosque de secuoyas que hay que atravesar para llegar hasta Devs), y poner sobre la mesa algunos debates éticos y existenciales que se generan en los edificios cuquis de Silicon Valley. 8.