Amaia Romero ha protagonizado en los últimos días una pequeña polémica con Tinet Rubira, director de Gestmusic, productora de Operación Triunfo. El motivo de la riña ha sido el documental sobre Amaia que la productora preparaba hace un par de años, el cual seguía los pasos de la cantante navarra desde su victoria en el concurso hasta su participación en Eurovisión. El documental no ha salido, y en un programa de radio, Tinet ha explicado que esto ha sido por deseo expreso de Amaia, quien «en un momento dado consideró que quería distanciarse de OT y que si salía este documental cuando sacase su disco podría perjudicar a su carrera». Amaia, que cada vez que publica un mensaje en las redes sociales nace un unicornio, ofrecía hace unos días en Twitter su punto de vista: «Yo nunca he querido distanciarme de OT, actué tres veces en OT18 y visité la Academia en las dos últimas ediciones. Os tengo mucho cariño. ¡Ojalá el docutriunfo hubiera salido cuando tenía sentido!»
Posteriormente, Amaia ha insistido en el programa de Andreu Buenafuente que no reniega de Operación Triunfo, pero que aquel documental, de salir ahora, se quedaría «desfasado», lo cual es cierto: ya hace dos años que Amaia ganó Operación Triunfo, y es sabido que, para ella, Eurovisión no fue la experiencia más gratificante. Pero es que lo iría a contar el documental se ha quedado viejo y ya no puede tener ningún interés, sobre todo cuando acaba de estrenarse un segundo documental sobre Amaia que narra sus pasos posteriores a aquello, en concreto la grabación de su primer disco. ¿A quién le puede interesar un documental sobre Amaia en OT y Eurovisión a estas alturas? ¿A quién le podía interesar cuando grababa su disco y lo único que parecía importar en el mundo era a qué sonaría su primer single?
Por otro lado, de las palabras de Tinet se desprende cierto resquemor hacia una artista que no ha seguido los pasos habituales de una típica ganadora de Operación Triunfo. El programa, históricamente una fábrica de estrellas estrelladas y de artistas que vagan por la industria como vacas sin cencerro, en busca de un sonido propio que nunca se materializa, se ha reinventado en parte gracias a lo que le ha aportado Amaia, que es su gusto por la música alternativa y la certeza de que esta no ha de ser incompatible ni con la música mainstream ni con un espectáculo televisivo de su tipo. Si después de ganar OT, Amaia ha querido adentrarse en los mundos alternativos de La Estrella de David y La Bien Querida, tocar en festivales indies y colaborar con Carolina Durante más que con Rozalén, ¿por qué no puede querer proteger su imagen artística negándose a que salga un documental que ya no la representa en absoluto?
Pero la pregunta que plantea esta polémica es si Amaia no tendría razones a día de hoy para querer distanciarse de Operación Triunfo. Es verdad que la cantante debe su inmediata fama al programa, como también lo es que nunca ha renegado de él, pues, como ha recordado en su tuit, ha vuelto a su escenario y a la Academia varias veces para actuar o para charlar con sus concursantes. Con sus palabras, Tinet parece insinuar que Amaia no quiere seguir siendo asociada a Operación Triunfo porque no es un programa tan alternativo o serio como su música, pero cuando su tercera edición ha seguido bajando en audiencia incluso después de potenciar su componente «reality» de manera a veces ridícula, cuando sigue produciendo canciones sumamente mediocres para sus pobres concursantes que nunca llegan a ninguna parte, ¿no es momento de revisar qué va mal? Si Amaia ha sido capaz de independizase de Operación Triunfo para trazar su propio camino artístico y consolidar su propuesta en el lugar que ha querido, quizá no sea ella la que esté tomando las peores decisiones…