Khruangbin / Mordechai

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Khruangbin / Mordechai

Como prescriptor musical, obviamente te da un poco de rabia que un proyecto tan interesante como Khruangbin te haya pasado por delante de las narices sin haberle prestado la atención que merecía. Sus tres álbumes previos –publicados en Night Time Stories, sello hermano del de los famosos recopilatorios LateNightTales, donde aparecieron por primera vez por la gentileza e intuición de Bonobo– son una absoluta delicia de música paisajística y evocadora, inclasificable, en la que se filtran influencias muy variopintas para un trío de músicos de Houston, Texas: hay funk, psicodelia y jazz en su música, pero no tanto de la escuela yanqui sino del reflejo que esos estilos tuvieron en los años 70 en lugares tan remotos como el sureste asiático (su nombre es una palabra tailandesa que significa «avión»), Etiopía, Perú, Irán, Jamaica… y España. Pero es evidente que, tras su también muy estimable EP junto a Leon Bridges, ‘Mordechai’ supone El Gran Salto del grupo formado por Laura Lee Ochoa (bajo y voz), Mark «Marko» Speer (guitarra y voz) y Donald «DJ» Johnson (batería y voz). Y no solo porque ahora estén en nomina del cada vez más poderoso conglomerado de sellos independientes Dead Oceans –que también, por lo que eso supone en cuanto a maquinaria promocional–, sino porque artísticamente dan un paso al frente ambicioso y rotundo.

Es innegable que en ello tiene un papel crucial el hecho de que un alto porcentaje de sus temas tengan como mínimo un gancho vocal, cuando no una estructura de canción al uso. Es el caso de singles tan fantásticos como la proto-disco ‘Time (You And I)’, el funk ribeteado con preciosísimos pespuntes de guitarra en ‘So We Won’t Forget‘ o la arrebatadora rumba ‘Pelota‘, con evidente ascendencia española… aunque parezca verbalizar (al menos en parte) el argumento de ‘Mi amigo Totoro’. Pero lo cierto es que, aunque esas melodías cantables sean una suerte de llave con la que acceder a su jardín de las delicias, el tuétano de la música de Khruangbin se mantiene incólume con respecto a sus primeros trabajos: su expresividad –y eso incluye las tres canciones antes mentadas– está en su toque, sus arreglos, sus giros. Su música habla y emociona tanto o más que sus voces.

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Hay numerosos ejemplos de ello. El mejor, quizá, es ‘Father Bird, Mother Bird’, en la que Speer se marca una conmovedora interpretación a la guitarra, rivalizando en belleza con ‘Shida’, el instrumental final, en el que podemos advertir ecos arábigos e incluso andaluces (¿no parece por momentos un tema de Triana o Gualberto?). Pero lo mejor de ‘Mordechai’ es la fluidez con la que se intercalan unos momentos y otros, convirtiéndolo en un viaje anímico y mental sin movernos del sitio. Por ejemplo, Laura y Mark se marcan un cómico spoken-word a dúo –al más puro estilo Nancy & Lee o Jane & Serge– sobre el colchón de exquisito jazz norteafricano de ‘Conaissais de face’, con el que homenajean a su camarera favorita aunque anónima (fallecida un par de años atrás) del bar favorito de su ciudad. Mientras que la melancólica y dulce ‘Dearest Alfred’ se compone con fragmentos de viejas cartas del abuelo de Laura al hermano gemelo de aquel, y que le sirven para reivindicar las epístolas en sí mismas como joyas de expresión emocional humana («your letter is the best gift», canta). También nos dan un relajante baño de dub, una de sus pasiones –su tercer disco ‘Hasta el cielo’ no era sino una revisión con el filtro jamaicano del segundo, ‘Con todo el mundo’– en ‘One to Remember’, que no es otra cosa que un reprise del single ‘So We Won’t Forget’.

A menudo, en cortes como ‘First Time’ o ‘If There Is No Question’, la música de Khruangbin conecta con la simplificación (no como algo peyorativo, entiéndase) del universo Tortoise que ha llevado a cabo uno de sus miembros, Jeff Parker, en el reciente ‘Suite for Max Brown’. Pero si por algo destaca ‘Mordechai’ es precisamente por acertar a distinguirse de todo y, a la vez, poner unas pizcas, muy medidas, del aderezo que es capaz de engatusar a una cantidad de público mayor del que nunca hayan tenido. Sin traicionar su esencia, permaneciendo perfectamente reconocibles (o incluso más, gracias a sus distintivas voces), pero sonando renovados y deslumbrantes. Y además, no podía llegar en mejor época que en verano, época perfecta para disfrutar de un disco así prácticamente en cualquier circunstancia.

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Calificación: 8,3/10
Lo mejor: ‘Pelota’, ‘Time (You And I)’, ‘So We Won’t Forget’, ‘Father Bird, Mother Bird’, ‘Shida’
Te gustará si te gusta: Jeff Parker de Tortoise, Tame Impala, Jacco Gardner, Mulatu Astatke.
Youtube: vídeo de ‘Time (You And I)’

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