Benjamin Biolay / Grand Prix

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Benjamin Biolay / Grand Prix

Explicando lo difícil que le ha sido encontrar un mezclador que entendiera lo que quería (un proceso que ha sido frustrante, dice, pese a haber probado con técnicos franceses e internacionales), Benjamin Biolay define ‘Grand Prix’ como «un disco de chavales que ya hacían música, aunque fuera como amateurs, a finales de los 80». Y, más que dar una idea de su sonido (que también, aunque no suena exactamente a lo que sonaba en el año 1989), lo que delata esa frase es el eje fundamental del noveno disco de canciones propias en la carrera del francés: el paso del tiempo, la vida como una carrera de velocidad en una carretera cíclica en la que la muerte es inevitable y reaparece de cuando en cuando, trágicamente, como en la vieja Fórmula 1 que sirve de leit motif estético y lírico en este trabajo.

Su mezclador, por cierto, ha sido finalmente Pierrick Devin, discípulo de Philippe Zdar. De hecho, los acordes de piano que suenan en el puente single principal ‘Comment est ta peine?‘ son un guiño voluntario a ‘How Deep Is Your Love‘ de The Rapture, tema(zo) producido por el fallecido músico francés y que sonaba en la escena final de ‘Habitación 212’, la más reciente película estrenada por Biolay en su faceta como actor. Curiosamente, su llamativo y seductor sonido discofunk, que como decíamos no es exactamente característico de finales de los 80, cobra bastante protagonismo en este álbum, pero tampoco se puede decir que ‘Grand Prix’ sea un disco de música bailable en general, sino una amalgama de distintas facetas accesorias al autor de ‘Rose Kennedy‘ y ‘La Superbe‘.

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No estamos exactamente ante un disco de fusión tan atrevido y apasionado como fue ‘Palermo Hollywood‘, sino ante un disco de pop rock de códigos principalmente anglófilos –con su indispensable deje de chanson clásica, eso sí– que vadea varios palos. Resulta muy estimulante la especial dosis de energía bailable que dispensan los temas más cercanos al single principal: ‘Papillon Noir’, una evidente caricia a los New Order de los 90, se sitúa al frente de las canciones más directas que haya compuesto Biolay en toda su carrera, observando muy de cerca en el retrovisor a otros temas tan redondos y magnéticos como ‘Comme une voiture volée’ y ‘Où est passée la tendresse?’ Se atreve, incluso, con inesperados arrebatos rockeros como el de ‘Idéogrammes’, interludios propios de Phoenix o Daft Punk como ‘Virtual Safety Car’ –que incluye, en un guiño a su cercanía a la lengua española, una voz virtual entonando un cómico «qué poco me gusta la virtual safety car«– o ciertos estándares de disco sedoso con autotune, en la fresca y ligera ‘Souviens-toi l’été dernier’.

En contraposición a estos, no falta la melancolía que tan bien sabe manejar Biolay, destacando la preciosa desnudez de la guitarra eléctrica (con maravillosos contrapuntos de violines) en ‘Vendredi 12’ –su vídeo, compuesto por escenas de sendas películas de los primeros 70 protagonizadas por Monica Vitti, le sienta como un guante– y ‘La roue tourne’, un baladón noir en el que BB desata su lado más crooner para desmitificar la madurez como una etapa de sabiduría y templanza: «de tanto en tanto pienso que ya no sé nada. / Cuantos más años pasan, / menos certezas. / Cada vez lloro menos / porque no sirve de nada. / Cada vez rezo más / pero solo en mi rincón», comienza. «Y la rueda gira y gira, (…) y a veces nos aleja de lo bueno, (…) y gira y gira, cada vez más rápido», canta, grosso modo, en su estribillo.

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Ese punto de desencanto sereno persiste en gran parte del disco, con una especial preocupación (aparente, al menos) por la edad. Frases como «el amor tiene un precio que yo ya no puedo pagar» (‘Visage pâle’) o «si te hubiera conocido antes, cuando era joven y encantador» (canta en ‘Voiture volée’, donde se autodefine como «un viejo motor») dan esa dimensión de un galán en horas bajas que se expone en ‘Papillon Noir’, una mariposa negra que no es otra cosa que una metáfora de la muerte, «el símbolo de nuestra historia». Es obvio que la idea de la parca comienza a acechar a Benjamin y, de hecho, cuenta que escribió ‘Grand Prix’, la canción, a raíz de la muerte de Jules Bianchi en el circuito de Suzuka en 2014. La muerte de otros como reflejo e hitos de nuestras propias vidas: de nuevo la Fórmula 1 emerge en ‘Interlagos (Saudade)’, la preciosa y queda melodía con ecos de bossanova en la que alude a una victoria mítica del también fallecido Ayrton Senna, que él conserva como un recuerdo infantil. Nada casualmente, la canta en forma de dueto con una tal Bambi, que no es otra que Anna, la hija adolescente que comparte con Chiara Mastroianni, su ex-esposa.

Curiosamente ella canta en el disco, en ‘Visage pâle’ y ‘La route tourne’, al igual que otra ex célebre como Keren Ann (‘Souviens-toi l’été dernier’). Y también lo hace la que se dice es su actual pareja, la también actriz Anaïs Demoustier (y 15 años más joven que él), que hace coros en ‘Comment est ta peine?’ y ‘Papillon Noir’. Evidentemente, hay algo de cinismo en ese aura de fucker en declive cuya imagen usa en algún fragmento del disco («este es mi cuerpo, pero no poseerás mi corazón», canta en ‘Idéogramme’), y resulta igualmente creíble cuando se pone romántico en ‘Vendredi 12’ evocando «un poco de mi piel sobre tu cuerpo», o preguntándose «¿dónde quedó la ternura?» (‘Où est passée la tendresse?’). «Pasé por la vida como una ambulancia» canta definitoriamente en ‘Ma route’, una canción que, como en el caso del corte titular del álbum, es quizá algo básica y recurrente en lo musical, pero es realzada por su tino poético y su reconocible manera de cantar. En ‘Grand Prix’ Benjamin Biolay apuesta por poner frescura a la decadencia y la jugada vuelve a salirle muy bien.

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Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘Comment est ta peine?’, ‘Papillon Noir’, ‘Vendredi 12’, ‘Comme une voiture volée’, ‘Interlagos (Saudade)’
Te gustará si te gustan: Vincent Delerm, Keren Ann, los Phoenix más reposados.
Youtube: vídeo de ‘Vendredi 12’

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