Una de las pocas cosas que se pueden reprochar a _juno es que ‘_BCN626’, nuestro «Disco de la Semana», haya salido cuando estamos a 40º, cuando su sonido remite más a cabaña en la que resguardarse de la nieve. No es una manía personal, lo insinúa incluso esa letra que habla del invierno en presente y del verano en futuro: ‘_Domingo de resurrección’ pasa de «parece que en Madrid se pondrá a nevar» a la esperanza de «el verano llegará y seguiremos en ese instante».
En cualquier caso, sí es un álbum nocturno, y una de las pistas destacadas que seguro que recuperaremos en unos meses manta en mano será ‘_Casamurada’, la que se sitúa «a las 5 de la mañana» para hablarnos de fantasmas. Zahara y Martí Perarnau IV cuentan que querían evitar el efecto Pimpinela, y así hay pistas que cantan solos o por partes en lugar de abusar del formato dueto. Pero eso no hace sino crecerse los pocos momentos que utilizan ese recurso, que es lo que sucede en esta composición en la que sí llegan a ofrecernos un diálogo, tal como «Pensaba que el viaje era hacia algún lugar…» «… Y era hacia tus entrañas»; aunque también podrían estar dando voz a la misma persona o al mismo sentimiento sin más.
No es una canción de amor al uso, pues llega a cuestionar el mismo cuando habla de «guardar un instante eternamente» («¿quién coño sabe qué significa siempre?») con cierto nerviosismo («yo solo fumaba, pensaba en tu belleza en cada calada»), y además incorpora la ya conocida historia de fantasmas de los famosos estudios de Casa Murada, sobre la que han profundizado en Instagram: «En La Casa Murada hemos grabado, entre otras muchas cosas, “¿Hay alguien en casa?” y “La pareja tóxica”. Decidimos volver a este lugar para _BCN626 porque queríamos alejarnos de todo y a la vez allí nos sentíamos como en casa. Compusimos esta canción mientras esperábamos que llegase el afinador del piano que apareció con cuatro horas de retraso. La frase “No va a venir, ¿verdad?” se refiere precisamente a él, pero como toda la canción habla sobre los fantasmas que habitan La Casa Murada nos pareció que en la letra cobraba un significado completamente diferente».
Continúan revelando que en la casa YA NO hay fantasmas: «Se trata de un estudio flipante y entre sus muchas particularidades tiene una en concreto que lo hace muy especial: allí hay fantasmas. Mejor dicho, había. Hace unos años un exorcista los expulsó de la planta de arriba de este estudio donde atemorizaban a quienes descansaban en sus habitaciones. Se deshicieron de todas esas presencias centenarias que habitaban la parte antigua de la casa, pero se olvidaron de María, que se quedó sola en la planta de abajo. Rápidamente se hizo nuestra amiga, especialmente de Zahara que era quien la veía. Martí cada mañana le daba los buenos días en catalán y le comentaba un par de cosas bonitas para que se sintiera a gusto. Fuimos dos veces a Casa Murada: Primero en septiembre, cuando el agua de la piscina estaba helada; y más tarde, en noviembre, cuando decidimos componer, producir y grabar la última canción del disco allí. Desde el primer día fuimos acercándonos a ella, hasta que, como si de uno de esos fantasmas de los que habla la canción se tratase, se nos apareció junto al piano recién afinado. Queríamos que hablase de esos mosquitos devoradores, de esa sensación extraña de estar viviendo algo precioso sin saber si volverás a sentir alguna vez algo así. El mismo día que vosotras y vosotros descubristeis _juno nosotros supimos que María también había sido expulsada de la Casa Murada. Si queréis que aparezca alguna vez solo tenéis que escuchar esta canción».
Previamente, en entrevista con JENESAISPOP, _juno habían hablado sobre los reverbs naturales que ofrece este estudio catalán: «Allí el disco da un salto, porque está grabado aquí en mi estudio», indica Martí. «Era más digital, y más seco. Allí amplificamos la parte más electrónica. La Casa Murada tiene dos pozos para hacer reverbs, como la sala de eco de Abbey Road, pero en plan natural, para que la electrónica sea más orgánica y no viva en el ordenador». Podéis escuchar los ecos muy especialmente en la voz de Zahara en una grabación que alterna la truculencia de ‘Poltergeist’ con el romanticismo de ‘A Ghost Story’; una composición que sin estribillo alguno logrará perdurar en el tiempo, merced a ese piano de pop de cámara, que en un momento dado recuerda a La Buena Vida.