Troye Sivan ha publicado este verano ‘In a Dream‘, un EP que ha visto la luz sin grandes alharacas publicitarias, acompañado de videoclips modestos y de una portada que francamente parece estar pidiendo «no me compres, gracias», pero que a su vez contiene algunas de las canciones más interesantes y maduras que el cantante australiano ha firmado jamás. El también actor ya había allanado el terreno para el lanzamiento de este experimental trabajo de pop «alternativo» con la atmosférica ‘Take Yourself Home’ o la nostálgica ‘Easy’, pero se había guardado varias sorpresas para el lanzamiento del EP, como ‘IN A DREAM‘, una canción pop colosal que puede ser la mejor de su carrera; o la producción en la que nos detenemos hoy.
‘STUD’, la pista 4 de 6 de ‘In a Dream’, se titula con una palabra que en la jerga americana viene a significar algo así como «machote». Desde el principio de la canción, que arranca de manera sutil con la presencia de apenas unas notas de piano fragmentadas y la voz doblada de Troye, a los que pronto se añade la contorsión de unos extraños sintetizadores, queda claro que ese hombre no es Troye. «Hey, machote» es la primera frase que escuchamos en ella, tras lo cual el australiano pone sobre la mesa la temática de esta composición: «puedes venir y nos vemos delante de casa, tienes todos los músculos y todos los rasgos que deseo, y sé lo que deseo», expresa el artista antes de añadir: «hey, cachas, ¿por qué tienes que ser tan grandote y fuerte y musculoso? Eres todo lo que yo no soy, pero ¿podría ser yo un tío bueno para ti? ¿Podría ser yo tu machote?»
La canción, producida por el productor sueco Oscar Görres, también responsable de la música de ‘Take Yourself Home’, ha sorprendido entre los fans de la música pop por sus cambios de registro internos. Las estrofas suenan tristes y melancólicas, angustiadas incluso («me lo paso bien follando, y buscando algo que no soy, sabiendo que tú no vas a ser esa persona especial»), al tiempo que la voz de Troye, que en momentos puntuales es distorsionada hacia graves imposibles, parece querer representar la dismorfia corporal que claramente padece el artista, al cantar cosas como «hazme creer que te gusta lo que estás viendo». Sin embargo, la producción va escalando en intensidad a medida que avanza para terminar rompiendo en un «dance break» que nos sitúa directamente en una discoteca de tecno oscura, industrial e iluminada a duras penas por unas pocas luces estroboscópicas. Después de sufrir, Troye busca el escapismo de la noche; bailar, olvidar.
La insatisfacción con el cuerpo propio no es el único tema que preocupa a Troye Sivan. ‘STUD’ es una de esas raras canciones pop que hablan de temas no tan habituales en ningún producto cultural realmente, en este caso del clásico dilema queer «¿le quiero o quiero ser él?» que suele darse tantísimo en la comunidad gay. Troye busca «algo que él no es», busca los «músculos» que él no tiene, y ha llegado a la conclusión de que, si nunca va a ser un «tiarrón», al menos queda la posibilidad de compartir cama con uno. Sin embargo, en la canción afloran enseguida las inseguridades de Troye, esa dismorfia de la que este año han hablado también artistas como Perfume Genius, motivo por el cual, quizá, el cantante sabe que su encuentro con ese «stud» va a ser puramente sexual: una fantasía hecha realidad sin sentimientos de por medio.
Es un tema del que han hablado medios como GQ, que en un interesante artículo de 2018, planteaba que la clásica dicotomía de amor romántico / amor platónico que se da en el mundo cisheteronormativo no es aplicable a la experiencia «queer», ya que las personas LGTBQ+ a menudo confunden amistad con amor debido a razones como la falta de representación. El artículo cita al psicólogo Roy F. Baumeister y señala: «El amor no correspondido afecta al 98% de las personas, pero en el mundo hetero nadie va por ahí buscando a gente que refleje su misma sexualidad, ya que los heteros están en todas partes. Por esta razón, la comunidad LGTBQ+ se obsesiona con cualquier tipo de representación, y esta es la razón por la que, en cuanto una persona gay es simpática con nosotros, asumimos que nos hemos enamorado de ella». A menudo, explica el artículo, esta atracción «proviene del cariño que nos da esa persona, de su amabilidad, y del hecho que respetan y entienden algo parecido a nuestra propia experiencia queer».