‘Vernon Subutex’: de estrella de la escena indie a la «indiegencia»

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‘Vernon Subutex’: de estrella de la escena indie a la «indiegencia»

Si ‘Colapso’, una de las grandes series de este verano, se adelantó al apocalíptico 2020 al haberse rodado el año pasado; ‘Vernon Subutex’ suena ahora como una señora precedente de lo que ha pasado, está pasando y puede pasar definitivamente con el «colapso» de la industria musical. La serie que puede verse en Filmin, un éxito en Francia inspirada en el «best-seller» de Virginie Despentes, uno de los mejores libros de 2018, comienza con una fantasía de felicidad en torno a una tienda de discos de París, llamada como la barcelonesa Revólver: clientes a mansalva, fiestas a cascoporro, alcohol, drogas, sexo, un propietario que es una eminencia… y de repente, unos años después, la hecatombe. La falta de ventas, los impagos en el alquiler y la decadencia del indie, en definitiva, llevan al prota a los umbrales de la pobreza y más allá.

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A su propio ritmo, sin las prisas de las series que se devoran a día de hoy, solo para después olvidarse demasiado rápido, ‘Vernon Subutex’ funciona en varios sentidos. El primero es su retrato de la desolada Generación X, que si en los 90 parecía algo deprimida y desubicada entre pantalones rasgados, camisetas anchas y discos de indie-rock (suenan en la serie Sonic Youth o The Jesus and Mary Chain, entre muchísimos otros), ahora luce peor aún ahogada en deudas e hipotecas y, cuando no, aún ahogando penas en el alcohol, entre muestras evidentes de odio por uno mismo.

En segundo lugar, su elenco es espectacular. La directora Cathy Verney ha optado por no hacer un relato tan coral como el de la trilogía de libros de Despentes, se ha centrado en dos de los tomos y ha dado un protagonismo descomunal al propio Vernon Subutex. Romain Duris (‘Una casa de locos’) está absolutamente fantástico interpretando al otrora guay de la clase, ahora adulto «enrollado», de sonrisa irresistible, barba larga tipo Band of Horses y graves dificultades para autogestionarse. La gracia de haber seleccionado al actor es que lleva 25 años siendo conocido en Francia, siendo nominado a los Premios César hasta en 6 ocasiones, por lo que una generación entera ha crecido y evolucionado con él, y para muestra, el enfoque de la trama «transgénero». Pero aunque no conozcas al actor o al personaje, el efecto está la mar de conseguido: en uno de estos 9 capítulos de 30 minutos quieres darle una hostia, y al siguiente abrazarle muy fuerte.

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Después están las excelentes secundarias. Hay un par de cantantes con un considerable papel, Fischbach y Calypso Valois, pero aquí quien corta el pescado son Céline Sallette, la pesadilla de cualquier persona con miedo a ser «cancelada» en Twitter; Florence Thomassin, en el papel de Sylvie, el sueño húmedo de cualquier terapeuta; y hacia el final de la serie Gaëlle Jantet, en el papel de la mendiga Olga, dejando un par de escenas delirantes. De manera significativa, personajes de tan diverso pelaje confluyen en un desenlace musicado por Moderat, que parece uno de los mejores vídeos de Caribou.

Lo fácil es concluir que ‘Vernon Subutex’ es una serie nicho para melómanos como en otros momentos lo fue ‘Alta fidelidad’, tanto el libro de Nick Hornby como película de Stephen Frears. A este tipo de espectador no se le va a escapar el valor de esa edición coleccionista de The Thugs en vinilo que aparece un par de veces, ni ese momento en el que se recomienda a The Cure por encima de Adam & The Ants. Pero lo importante es que logra trascender lo musical para llegar al retrato social hasta rozar lo espeluznante: esta serie no es sino un retrato de la fragilidad (la inexistencia, quizá) de la clase media en ciudades como París, Madrid o Nueva York. Un día pagas 1.500 euros por un alquiler, el siguiente no tienes donde caerte muerto, y lo mejor que se le ocurre decir a alguien al respecto es algo tan esnob como probablemente cierto: «La gente adora a los vagabundos que leen». 7,5.

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