Como cada año desde nuestro nacimiento en 2006, en la redacción de JENESAISPOP repasamos la lista con las mejores canciones del año. El top 100 de mejores canciones de 2020 se transforma en top 102 debido al triple empate en el número 1 de 3 de las grabaciones que anticipan el nuevo disco de C. Tangana, a cual mejor. Desde el trance de ‘Demasiadas mujeres‘ a la entrega a la tradición de ‘Tú me dejaste de querer‘ con Niño de Elche y La Húngara, pasando por la inclasificable y ligeramente experimental ‘Nunca estoy‘.
Recordad suscribiros a la playlist de mejores canciones de 2020, como ya han hecho casi 1.000 personas. Una lista en la que caben nuevos talentos como Babi, joyas perdidas de Bravo Fisher!, virales internacionales como el de Residente, el talento inagotable de Adrianne Lenker o clásicos como Morrissey.
Sobre un fondo musical bastante sencillo –apenas un piano solemne y nada elaborado que contrata con lo cómico de su letra–, en este single de ‘Quickies’ Merritt celebra en boca de su mejor amiga y mánager Claudia Gonson «el día que murieron los políticos»: «Billones rieron, nadie lloró / el día que murieron los políticos. / La celebración fue mundial / el día que murieron los políticos. / Incluso sus propias madres, / sus maridos y esposas, / dijeron «¡ahora todos los hombres son hermanos!» / Sigamos con nuestras vidas». En los tiempos que vivimos en los que lo satírico y la retranca están cayendo en desuso, despreciados por generaciones para los que la ironía y la metáfora son tan cosa del pasado como una almena o un cilicio, pueden leerse comentarios de ofendidos en el canal de Youtube.
‘Quémame’ ya se dio a conocer en una forma más básica y primitiva hace más de un año, antes de que otros singles como ‘Carmín y rubor‘, la descolocante ‘Tango techno’ o ‘Pecados delicados‘ vieran la luz. Pero la forma en que se presenta dentro del álbum de Chloe’s Clue es mucho más seductora y poderosa. Completamente remozada y arreglada con ampulosos arreglos, es ahora una colaboración con el interesantísimo dúo mexicano Daniel, Me Estás Matando, revitalizadores del bolero («bolero-glam», lo llaman ellos) que, sin duda, son perfectos para dar una nueva perspectiva a ‘Quémame’. Junto a ellos, Adalid se enfunda con comodidad en el papel, a medio camino de una femme fatale y una cupletista, de interpretación apasionada. No podía ser de otra manera para una canción que arranca cantando «sólo sé que quiero ser salvaje y arrancar heridas por placer» y que sobre todo plasma el ansia por «quitarse las ganas de…». Así, dejando en el aire la conclusión de esa frase insinuante. O mejor/peor, siendo más explícita con un «no quieras saber».
‘Un extraño entre las rosas’ es un álbum en el que Víctor se abraza decididamente al electropop de corte retro –aunque sus referentes estaban más en proyectos actuales como Austra o Tr/st– y presenta las canciones más directas y adictivas de su carrera. Entre ellas ‘Chicos transparentes’, tema que enfocaba el amor en tiempos de Grindr y otras apps de ligoteo. El clip, que estrenábamos en JNSP, es una fantasía colorida que mete en una misma coctelera colores ácidos, informática primitiva, teléfonos 3G, chandals de táctel y brujería, y está dirigido por Leo Merman, aquel chico que transformaba, hace justo ahora un par de años, el ‘Boys’ de Charli XCX en ‘Maricón‘, perfecto anti-himno para el Orgullo LGTB+.
‘Paco y Carmela’ narra efectivamente una cita a ciegas entre los protagonistas referidos: el tío Paco, «divorciado a los 50 años», conociendo a Carmela, «muy guapa e ingeniera», en contraste con una narradora a la que «nunca ha sido romántica» y le «va fatal en el amor». Musicalmente, Ginebras vuelven a apuntarse el tanto de la universalidad con esta suerte de pop-rock latino que podrían haber escrito Los Rodríguez más poperos y desenfadados. Además, no falta el guiño cinematográfico habitual, esta vez a la galardonada cinta de Carlos Saura.
‘The One’, una verdadera maravilla a caballo del glam y el soul de tres intensos minutos. Tres minutos que, con una melodía ultra Kinks-Beatles-Byrds, empiezan tan arriba que parece imposible superarlo. Y sin embargo llega el prodigioso giro melódico de su estribillo que nos eleva y nos calienta todavía más, rememorando, entre coros, guitarrazos y punteos, a los mejores Big Star. Una canción maravillosa capaz de derretir la nieve del frío invierno… justo como muestra el clip filmado para ella por Michael Hili: ataviados como auténticos glam-rockers en plenos años 70, el dúo promociona la canción en una furgoneta tuneada ad-hoc para la ocasión, sin importar la crudeza del invierno.
El título de ‘Blin Blin’ hace referencia al resplandor que produce la decoración brillante de las «sandalias» de Alba Farelo pero lo mejor es que la canción arranca con una de esas rimas que solo pueden surgir de la cabeza de la artista: «Me reporto en tu zona, cada día más culona, por esta cuerpa tú te mudas a Barcelona». En la misma estrofa es mencionada la rapera Lil ‘Kim y, más adelante, la autora de ‘Jacaranda’ vuelve a presumir de dinerito: «Nene, soy una popi hasta en París / En un Beema todo blanco, color crema el tapiz / Él quema uno de hierba y otro más de hachís / Si se trata de romperlo, en eso soy una miss». La producción de ‘Blin Blin’ queda más cerca del bombo de ‘Aprendiendo el sexo’ que de la sofisticación de ‘Worldwide Angel‘… porque no la necesita en absoluto. Apenas la pizpireta melodía de un sintetizador que parece imitar una flautita destaca en una grabación de reggaetón que busca un sonido sencillo y clásico, sin ambiciones ni misterios porque su secreto es la actitud de sus intérpretes y una letra que se basa en las rimas para crear adicción.
‘La pared’, que se editaba por San Valentín, es otra canción magnética, repleta de ganchos melódicos. En ese aspecto, va sobrada: ¿alguien sabe decidir si es más pegadiza la estrofa, el pre-coro o el estribillo? Y, mejor aún, ¿alguien sabe decir cuál es cuál? A su altura están su cuidada producción y sus arreglos, en los que aparte del fantástico piano, destaca la sutileza de coros y sintes, si bien eso ya no es una sorpresa tras el fantástico ‘Préstame un sentimiento‘. Lo que sí supone una novedad es el tono oscuro en la línea vocal y la letra de Pimp Flaco, alejados del tono festivo y ligero que presidía el debut del grupo. Unos textos que reflejan el amor con una visión oscura, como un sentimiento ambivalente tan capaz de insuflarnos vida como de asfixiarnos, y que quizá son un reflejo de las sombras que se ceñían sobre Dani «Flaco» meses atrás.
‘Antes de que acabe el verano’ repite el resultado de temas tan eficientes de Blackpanda como ‘Aunque me duela‘, esto es, efluvios disco-funk puestos al servicio de un pop irresistible, luminoso y fresco. Era una de las canciones que más nos han cautivado esta temporada, que además se permite la audacia de convidar al conjunto al rapero Mabbi, dándole una atractiva dimensión urbana. Resumiendo, cabe imaginar el pelotazo que esto hubiera sido en manos de un tándem como The Weeknd y Doja Cat, en lugar de un modesto proyecto del ámbito independiente español.
Gus Dapperton explora cómo afecta a un niño vivir la muerte de cerca a tan tierna edad –ya su título es un juego de palabras sobre el primer verso, que habla de hacer chistes en funerales–. Pero no lo hace de una manera taciturna sino con un inconmensurable brillo pop, no sin un poso de tristeza precioso en sus incontables giros melódicos. Dapperton también parte en este caso de una instrumentación mínima, pero la adición de instrumentos va elevando la canción hasta la explosión pop de su estribillo. Y sigue creciendo de intensidad con la interpretación vocal de Gus, que hacia los segundos pre-coro y estribillo impacta con ese desgarro vocal casi punk tan reconocible en él.
Estrenada en los últimos días de 2019, ‘Yayito’ es una de las grabaciones más demoledoras de Bravo Fisher! La canción habla de esos momentos de depresión frente a los que tenemos que levantarnos, aunque sea con ayuda. El estribillo es uno de los más certeros de la carrera del artista: «He perdido la cuenta / De todas las veces que me he caído / Si me fallan las fuerzas / Ayúdame a llorar contigo», mientras que los campos semánticos de la letra no pueden ser más reveladores: «psiquiatra», «blister», «ansiedad», «Orfidal»… hablando de alguien «que no ha aprendido todavía a aceptar / que las personas vienen y van». En cuanto a producción, volvemos a encontrar esa particular mezcla de elementos orgánicos y sintéticos, como si M83 hubiera producido un single de Plastic d’Amour. En la segunda estrofa, en cambio, desaparecen las guitarras eléctricas que imperaban hasta entonces para dejar brillar una austera base muy italo, contribuyendo al dinamismo de la canción y a la importancia de su letra.
‘NTE’ son las siglas que contraen la expresión «no te equivoque», que se repite en el estribillo de su letra. Una suerte de desafío hacia aquellos que han cuestionado, en uno u otro sentido, su decisión de volver. En este caso, ese afán retador y descarado se corresponde con una música sensual y atractiva, a lomos de bajos y guitarras superfunky sobre percusiones calientes –la marca de la casa–, y con la dulce voz y el carisma de Raquel llevando la batuta. Hasta el punto de que en su clip, filmado durante una puesta de sol en la playa, el crucial momento en que ella se quita la peluca rubia se altera el pitch de la canción. Los aires 70s-80s de ‘NTE’ hacen pensar en ellos como una suerte de reinterpretación caribeña del rollo Italians Do It Better, concepto inventado que difícilmente podría sonar más atractivo.
‘El sueño’ arranca con arpegios de guitarra adornados con unos sutiles toques de metalófono evocando, precisamente, a unos compañeros de sello coetáneos de Le Mans: los franceses Spring. Al trío autor de discos tan encantadores como ‘Tokio Drifter’, al menos hasta que en el estribillo irrumpen los coros de Ibon –aquí una de las grandes novedades de ‘Hola’, puesto que es la primera vez que canta en una grabación– dan réplica onírica, a modo de sirenas, a la voz de Teresa. Y es que su letra –inspirada por ‘Rapture‘, una rara pieza de folk psicodélico que Judy Henske y Jerry Yester publicaron en 1969– habla de un estado de sueño muy profundo, equiparándolo con un suave hundimiento hasta las profundidades del mar, como bien plasma el magistral Aramburu en la portada creada ad-hoc para el single digital.
Como ya dice el nombre del tema, se trata de una canción que suena a pura felicidad, si bien los acordes en la estela del jangle pop de los Smiths son más agridulces. Y es que a pesar de la alegría que rebosa ‘Me & You Together Song’, la canción está dedicada a una amiga que Matt Healy ha amado “durante años”, pero que no siente lo mismo que él. Su vídeo es una fiesta con actuación de la banda, en la que una serie de jóvenes se besan, sin importar su género u orientación sexual. Esto se debe a que una de las frases del tema es “lo siento, soy un poco queer, y no es tan raro como parece (…) me parece OK que mucha gente piense que soy gay”, en relación con el discurso del mismísimo Morrissey («desafortunadamente no soy homosexual«) y sus muchas declaraciones en contra de la masculinidad tóxica».
Mucho más desnuda instrumentalmente que las composiciones de Big Thief, ‘anything’ es representativa de ‘songs’ por su sonido intimista, por el que apenas asoma el sonido de unas guitarras acústicas y el de unos violines que proporcionan un fondo dramático para la preciosa voz de Adrianne, siempre a medio camino entre Vashti Bunyan y Stina Nordenstam, pero aún dotada de un timbre inconfundible. ‘anything’ despunta en el álbum por su jadeante melodía, que parece brotar del pecho de Adrianne sin respiración. Dedicada a su ex, la cantante Indigo Sparke, quien para más señas aparece mencionada en la letra, ‘anything’ esconde un fondo de ira y violencia detrás de su forma dulce y bucólica expresada en melodías y voces.
Aunque en una rítmica de 3/4, ‘El péndulo’ prescinde del todo de instrumentos tradicionales para entregarse completamente a la electrónica. Una electrónica próxima en lo estético al trip hop y que, en su empleo, acerca a Llergo a otras artistas que fusionan contemporaneidad con folclore como Sevdaliza, Ibeyi, Björk y hasta FKA twigs. Además en su coda final brillan, junto a la grandiosa voz de la de Pozoblanco, unos espectaculares arreglos orquestales. La guinda la pone un espectacular vídeo dirigido por Ángel Pastrana (Bejo), lleno de simbología en torno a una letra algo abstracta que refleja desconfianza, miedo y dolor.
‘Jim Jim Falls’ nos lleva a unas cataratas en Australia, pero esta no es una de las canciones viajeras de Morrissey, que recientemente ha lanzado sus brazos llenos de amor a París, a Roma, y a Estambul. Morrissey nos lleva a Jim Jim Falls para que nos tiremos. Refiriéndose a uno de sus polémicos titulares en años recientes, que el suicidio es «admirable», el estribillo dice «si vas a saltar, salta, no te lo pienses» y, por si a alguien le cabe alguna duda, la última frase del tema es «si te vas a matar a ti mismo, por el amor de Dios, simplemente hazlo». Otras frases del álbum apuntan a la teoría de que en realidad Morrissey nos está intentando llevar por el camino del bien, incitándonos en verdad a hacer las cosas buenas que siempre decimos que vamos a hacer pero nunca hacemos («Si vas a cantar, entonces canta / No te limites a hablar de ello»).
El regreso del grupo madrileño no podía anunciarse de mejor manera que con ‘Siete mil canciones’. Un vigoroso tema de power pop, al más puro estilo Bob Mould –como reconocía su nota de prensa–, que sirve de colchón para una melodía incisiva y prodigiosa, repleta de giros y ganchos maravillosos que culminan en su inmediato estribillo. La letra de Josele, además, es una consecución de versos preciosos y precisos en los que se mezclan el amor y los sueños, asideros a la vida cuando uno se siente un marciano en un presente (y en consecuencia el futuro) que se le hace incomprensible. Incluye una certera referencia, además, a uno de los ripios más memorables de uno de los gigantes del cine español, José Luis López Vázquez.
‘Natalie Don’t es un encantador medio tiempo con guiños a la música disco que, melódicamente, en un momento dado parece emparentarse con el clásico ‘I Will Survive’, e incluso un poquito con la chanson, sobre todo en ese principio. La letra habla de «Natalie» desde el punto de vista de los celos de una manera algo retrógrada (“¿por qué le miras, cuando sabes que él me pertenece a mí (…) ahí va ella, para quitarme a mi hombre”), lo cual tiene algo más de gracia con un vídeo de estética retro y cierto sentido del humor.
Sony se apuntaba un tanto apostando por babi y su «sad lo-fi» con decisión. En esta producción de Raspo Beats ya se aprecia una calidad y calidez sonora que saca todo el partido al contraste entre un hip hop profundo y oscuro, la tristeza de su piano y la dulzura de su voz, que fluye con cadencia hipnótica a través de versos que, con ingenio y belleza, retratan unos infaustos celos. Y deja la impresión de que hay una posible estrella –¿algo así como nuestra propia Billie Eilish?– en ciernes.
Si antes Little Mix tenían el sambenito de sonar un tanto chillonas y triunfitas, en ‘Sweet Melody’ han sofisticado su propuesta, ofreciendo una producción mucho más elegante, más cerca de Sugababes que de Girls Aloud. Hay muchas canciones que abusan de un buen «doo-roop-doo-roop-doo-roop» o tarareo similar, pero esta es mucho mejor que ‘Head and Heart’ de Joel Corry y MNEK porque ofrece más cosas aparte de eso: tiene un buen estribillo aparte y el tarareo tiene su sentido argumental, su lado «meta», pues representa la moto que les ha vendido un chico, que también era músico: «solía cantarme dulces melodías, pero el día en que me hizo mal, la canción ya no pudo seguir y seguir». Un tema de empoderamiento, por tanto, tras su liberación de Simon Cowell.
Billie Eilish sugiere ecos de jazz –por momentos, evoca claramente a las inflexiones de Amy Winehouse, cuando canta esos «I… I’m in love»–, mientras de fondo se genera un acogedor colchón de guitarra y teclados esbozados tenuemente. Sin embargo, superado el minuto y medio de canción, FINNEAS da un volantazo estilístico e irrumpe una batería, bajo y guitarra más enérgicos, con efluvios de funk soul –perfectamente coherentes con el aire jazzy inicial–, que mete un auténtico chute de energía a esta sorprendente canción que esperemos sea la guía del próximo trabajo de la artista.
‘Someone’s Gonna Break Your Heart’ es una canción de power pop dignísima y brillante, con una melodía totalmente deslumbrante que la convierte en el hit potencial de ‘Been Around’. Y, en línea con la mezcla de melancolía y humor de todo el disco con el que asume su aura de eterna perdedora. En el caso de este tema, una perdedora en el plano sentimental: curada de espanto, nos advierte que «puede no ser esta noche, puede que no hoy, / pero te prometo que va a pasar de cualquier manera: / Alguien va a romperte el corazón. / Alguien va a hacerte daño. / Alguien te va a hablar con dulzura. / (Pero) Alguien te hará llorar». Ante eso, la única esperanza resulta ser que esa persona que nos daña, después de todo, «tampoco tiene un corazón a prueba de balas», y recibirá de su propia medicina.
‘Risk It’, cuyo título remite indirectamente a ‘Lose It’, el mayor hit hasta ahora de Austra, se basa en dos pilares: unos vientos entrecortados repitiéndose hasta la saciedad y un estribillo apitufado cual ‘Nikes’ igual de insistente y martilleante, con unas estrofas totalmente esclavas a su servicio. Katie Stelmanis indicaba que ‘Risk It’ es una canción «plagada de ansiedad». La artista quiso cambiar el pitch de su voz para que sonara en otro tono. “Me gusta cómo aun así puedes oír el vibrato, el tono de la voz y sobre todo la emoción”. La artista opina que la nueva velocidad a que ha sometido su voz “añade un elemento de tensión porque esta canción va sobre ansiedad y tensión”.
‘Echoes’ es otro perfecto artefacto que en este caso enfatiza su perfil bailable con una base casi house que lo acerca al space disco. De hecho, casi parece un remix de lo que entenderíamos como una canción de Roosevelt, coronada por su estupendo estribillo, en el que la voz de Marcus se ve realzada por capas de coros celestiales. También destaca en ella la llamativa presencia de guitarras eléctricas, especialmente en el giro que da el tema con su fantástico puente, con lo que parecen unos coros femeninos (aunque los créditos recalcan que Lauber es el único músico y productor involucrado).
‘Muchísimo’ es un botefón de noise pop –un poco Weezer, con ese sintetizador chirriante de fondo– que truena sin freno durante sus escasos dos minutos, que aunque parezca poco tiempo es suficiente para pasar del amar a odiar, pero siempre «muchísimo». Con una melodía que, curiosamente, suena más elaborada en sus estrofas, mientras que el gancho (simple, pero eficacísimo) consiste en repetir con insistencia el título del tema. La producción corre a cargo de Juan Pedrayes, batería de Carolina Durante y Axolotes Mexicanos, grupo en el que también milita Lucas. Mención aparte para el vídeo oficial, que traslada ese amor/odio de una relación sentimental al amor/odio del público hacia un artista (o al revés).