«Fuimos la cama del domingo», «el vino me sabe a cicatriz», «si el abrazo no es tuyo me sabe a broma», «tu risa es la más bella de las fuentes», «vi cómo la cama vacía pudo ser letal», «el llanto que deja la almohada no se deja escribir», «por todas las palabras remaban nuestras ganas de volver»… Las letras de Pablo Alborán son tan estimulantes como ese primer interludio de ‘Vértigo’ en el que el artista observa: «uf, está alto, ¿eh?» antes de zambullirse en el agua. A veces es difícil dilucidar si una frase como «la bombilla gastada puede ser mi galaxia si pinta el perfil de tus piernas cruzadas» significa algo o no, si era necesario darle tantas vueltas a un imagen tan mundana, como si no pudiera extraerse poesía de la mundanidad misma; pero lo único certero al escuchar ‘Vértigo’ es que Alborán sigue siendo el mismo de siempre, y ahí está el amigo instalado en el número 1 de la lista de álbumes española, otra vez.
Al menos, Alborán se permite en ‘Vértigo’ experimentar en lo musical, con mayor o menor acierto. Como si fuera consciente de que, a estas alturas de su carrera, ya no tiene nada que perder, el malagueño ha presentado ‘Vértigo’ con ‘Si hubieras querido‘, un single lento, atmosférico, de ritmo downtempo, que ha pasado sin pena ni gloria por las listas de éxitos pero que ha sido un riesgo indudable en lo artístico. Dejando a un lado el sentimentalismo de ese texto que clama «cuántos universos hemos inventado, cuántas vueltas a estos cuerpos le hemos dado, no merecen nuestros labios tanto daño», un single místico, oscurete, de melodías vocales arábigas y hábil final repetitivo que alcanza el trance, no es lo que nadie esperaba del autor de ‘Solamente tú’.
Hay diversos estilos musicales en ‘Vértigo’ que hacen amena su escucha a pesar de la presencia en el disco de una serie de interludios que ni están bien integrados en la secuencia, pues parecen incorporados a ella simplemente por otorgar al elepé un aire de obra conceptual; ni aportan nada a la narrativa de un trabajo centrado principalmente en el desamor. ‘De carne y hueso’ es una decente aproximación a la bachata, ‘La fiesta’ fusiona melodías de bossa nova con una base rítmica ligeramente caribeña, ‘Dicen’ se atreve a reivindicar el dance-pop folki de Avicii cuatro años tarde… o antes de tiempo, y ‘No está en tus planes’ se sumerge en la música disco. Ninguna de estas canciones es ‘No vaya a ser‘ o ‘Saturno‘, pero al menos abren otras vías de exploración para el malagueño.
Aún así, Alborán sigue siendo en ‘Vértigo’ un experto baladista, además de un cantante melódico sin par en nuestro país. Sus letras siguen buscando las formas más rebuscadas para contar historias ambiguas, impersonales y que no transmiten absolutamente nada… pero algunas melodías y orquestaciones pueden poner los pelos de punta. Es el caso de ‘Hablemos de amor‘, que compensa lo pasteloso de su texto con una instrumentación que se vale de guitarras españolas y cuerdas para dirigirse hacia un final precioso con la incorporación de un acordeón, llevándonos a la Italia de los años 70. Y ‘Corazón descalzo’ lleva la marca melódica de Alejandro Sanz en el buen sentido, para sujetarla en un ritmo próximo al trip-hop de los 90. Incluso puede hacer pupa su reflexión sobre la fama por la vulnerabilidad que transmite: «¿quién se atreverá a quererme cuando no quede aplauso ni griten mi nombre?»
El hecho de que sea tan difícil ya no empatizar, que la música pop no tiene que ser un reality show; sino comprender siquiera lo que Alborán está cantando, por culpa de su afición a emplear florituras de lo más rocambolescas y azucaradas que esconden mensajes con muy poca chicha en realidad, sigue lastrando incluso baladas tan bien orquestadas como ‘Que siempre sea verano’. Así, ‘Vértigo’ no acercará demasiado a Alborán a nuevos públicos a pesar de que el potencial está ahí. Más bien contentará a los de siempre.
Calificación: 5/10
Lo mejor: ‘Si hubieras querido’, ‘Corazón descalzo’, ‘Hablemos de amor’
Te gustará si te gusta: Alejandro Sanz, Pablo López, Vanesa Martín
Youtube: vídeo de ‘Si hubieras querido’