Leiva se ha disculpado por sus polémicas declaraciones en las que afirmaba rotundamente que no se vacunaría porque «prefiero convivir con esto como he convivido con la gripe y otras cosas» y porque no se ve «funcionando como un conejillo de indias». Curiosamente, en la misma entrevista, Leiva aseguraba no compartir la opinión de Bunbury sobre el coronavirus y preferir «escuchar a los científicos».
«Hace varios meses, en una entrevista me preguntaron por la vacuna y respondí exactamente lo que pensaba en ese momento», ha escrito Leiva. «Hoy, meses después, estoy convencido de que lo más responsable, sin duda, es vacunarse. Ustedes me disculpen por no haber tenido un pensamiento ejemplar al toque, y por tomarme el tiempo para reflexionar sobre ello. Por lo que veo, a nadie más le sobrevoló esa duda. A mí sí. Como en tantas otras ocasiones, mis contradicciones son esenciales para armarme una opinión y llegar a una conclusión más o menos certera. Ya sé que no corren tiempos de asumir contradicciones, y menos públicamente. Aquí todo el mundo va armado». Leiva lanza también un mensaje a los medios: «A la bazofia de prensa amarillista hambrienta de clics, que me cataloga de negacionista y delirios de semejante calibre, les envío amablemente a una localización llena de residuos orgánicos que salen habitualmente por el rectoanal».
Las declaraciones de Leiva, realizadas hace «meses» según el cantante, pero publicadas hace apenas unas semanas, reflejan la diversidad de opiniones que existe ante la pandemia de la covid. En este espectro de pensamiento se da una mezcla de escepticismo, respeto, miedo, ignorancia, desinformación y paranoia que, en el mejor de los casos, pueden llevar a un artista a protagonizar una canción llamada exactamente ‘El negacionista‘ y, en el peor, a que dichas sensaciones terminen construyendo una corriente de opinión alternativa a la base científica, como lleva sucediendo desde hace tiempo. En cualquier caso, hay que aplaudir a Leiva por recular cuando toca y recordar que las figuras públicas también son seres humanos a los que les carcomen miles de dudas: él es/era solo uno de millones.