El disco más sobrevalorado del año

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El disco más sobrevalorado del año

En los medios musicales, a diferencia de lo que ocurre en los cinematográficos, tiende a reseñar una obra el mayor fan del artista en cuestión. Quizá por una cuestión de documentación, porque no es apropiado que una persona que desconoce la trayectoria completa de un artista reseñe su última obra sin comprender, sin tener una visión global de todo lo que ha grabado hasta la fecha; terminamos siendo excesivamente «comprensivos» -o sea, benevolentes- con ciertos discos como no sucede en otras disciplinas. Es habitual que los medios cinematográficos despellejen una película, pero no tanto que los medios musicales despellejen un disco. Y que el motor de la música sea muy a menudo el fenómeno fan no es que ayude mucho: en cuanto criticas cierto disco, los seguidores del artista te acusarán automáticamente de buscar el clickbait.

Dejando para otro día el mal uso, la ligereza, con que se utiliza la palabra «clickbait» (hace poco para una persona cupieron en la misma frase las palabras «Bergman» y «clickbait», además en una red social que desde su muro no permite derivar «clics» hacia ninguna web, Instagram), cuestionamos en este artículo algunos de los «intocables» de 2020. Están en todas o casi todas las listas de lo mejor del año por cúmulo de votos y seguramente derecho propio, pero no es cierto que hayan gustado a todos los componentes de las redacciones por igual, como las listas de lo mejor del año dan a entender. Con el objetivo de escuchar otras opiniones, huir del pensamiento único, fomentar el debate, por diversión, preguntamos a varios redactores y colaboradores de JENESAISPOP cuál les parece el disco más sobrevalorado de 2020. Os recordamos que cada una de estas opiniones NO es representativa de este medio de comunicación. Lo que mejor representa a este medio, en general, es esto.

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‘Felt the Bolt Cutters’ de Fiona Apple, por Jordi Bardají

El disco mejor valorado del año es el más sobrevalorado del año. Un sonado 10 sobre 10 en Pitchfork, el primero en 10 años, además de otras reseñas que lo han puesto en un altar, ha contribuido a que ‘Fetch the Bolt Cutters‘ obtenga la segunda nota más alta para un álbum de la historia de Metacritic (no del año, de la historia), sin que muchos hayamos alcanzado nunca a comprender el porqué de tremenda exaltación. Cuando el medio de Chicago escribía que ningún disco ha sonado jamás como ‘Fetch the Bolt Cutters’, muchos no entendíamos nada: ¡si es otro disco más de Fiona Apple! ¡Y tanto que recuerda a otras cosas! Puede que el diseño sonoro sea un poco crudo y DIY, puede que las letras suenen más relevantes que nunca en el mundo post-MeToo, pero las canciones de jazz-pop de Fiona siguen siendo las mismas. Los medios musicales pasamos el año buscando el próximo álbum que romperá barreras y se marcará a fuego en su tiempo, y resulta que el «mejor» álbum del año no puede ser menos revolucionario. La notaza global de ‘Fetch de Bolt Cutters’ es un premio a lo familiar, puede incluso que un premio honorífico a la trayectoria de la autora. Pero no hace falta puntuar de manera tan exagerada obras que no lo merecen: lo que es de 10 es la carrera de Fiona, no este disco en concreto. Y la portada es un horror».

‘YHLQMDLG’ de Bad Bunny, por Pablo Tocino

‘YHLQMDLG’ es un buen disco, pero no me parece de los mejores del año, igual que tampoco me lo parecen ‘LAS QUE NO IBAN A SALIR’ o el infravalorado ‘EL ÚLTIMO TOUR DEL MUNDO’, los tres álbumes que Benito ha sacado en 2020. Los tres tienen auténticos temazos, pero a los tres les falta tijera, y la cercanía entre ellos tiene el riesgo de que la fórmula pueda llegar a cansar (como le pasa también a ‘evermore’ de Taylor Swift). ‘YHLQMDLG’ tiene hasta ¡20! canciones que por lo general son bastante similares en sonido y temática (‘EL ÚLTIMO TOUR DEL MUNDO’ cuida más este aspecto) y que, como es lógico, no funcionan por igual: las hay no tan buenas o hasta pelín mediocres. ‘Safaera’, ‘La Difícil’, ‘Yo Perreo Sola’ o ‘La Santa’ podrían estar perfectamente en el top de canciones del año, igual que compañeras de los otros dos álbumes. Pero los discos no le han salido tan redondos. Una combinación de los tres, en cambio…

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‘folklore’ y ‘evermore’ de Taylor Swift, por Sergio del Amo

Se pueden decir muchas cosas sobre ella, pero de tonta no tiene ni un pelo. Después de ver frustrado en el pasado 2020 su gira por festivales para presentar ‘Lover’, una estrategia perfectamente orquestada para llegar a ese público no-fan que desconoce buena parte de su discografía, la estadounidense aprovechó el confinamiento para lanzar por sorpresa no uno, sino dos álbumes. Vaya por delante que ‘folklore’ lo he disfrutado muchísimo más que ‘evermore’, las cosas como son. Sin embargo, no acabo de entender cómo gran parte de la prensa especializada, la misma que hasta hace nada la tenía encorsetada como una diva del pop o el country azucarado global, ha aprobado por unanimidad y, del mismo modo, ha enaltecido esta metamorfosis como la última maravilla del folk. Que ahora se nos presente como una artista intimista que se codea con Bon Iver o The National no es una casualidad: ella quiere arrastrar al máximo de público posible, cueste lo que cueste. Y, de momento, lo está consiguiendo. Da igual que las canciones sean extremadamente parecidas entre ellas o que, escuchándolas del tirón, se puedan hacer algo soporíferas. Aquí se ha premiado básicamente su huida de lo puramente mainstream (obviamente, con los millones que tiene en el banco se lo puede permitir). Ante ello me surgen dos preguntas: ¿de no haber editado estos discos en esos meses tan raros para todos hubiese cosechado la misma atención? Y, lo que es más importante: ¿seguirá por esta senda en un futuro o retomará el camino fácil? Para entonces, no antes, tendremos ocasión de confirmar si todo esto no ha sido más que una pose.

‘græ’ de Moses Sumney, por Raúl Guillén

Como sus defensores más fervorosos han sido capaces de reconocer, el vasto y muy notable ‘græ‘ habría exigido de una buena «poda» para ser la obra maestra que muchos dicen ver en él. Es inapelable decir que Moses Sumney se consagra con este álbum tan ambicioso y arriesgado, coronado por una docena de canciones emocionantes y valientes. Por eso, precisamente, es difícil de asimilar que haya diluido esas perlas entre interludios y spoken words que, por muy simbólicos que quieran ser, no hacen sino distraer del tuétano del álbum y llevan a desconectar por momentos. Especialmente mediado el volumen 2, cuando tras 16 canciones tanto embeleso se llega a hacer cuesta arriba. De ahí que no coincida con las numerosas publicaciones que han colocado el segundo álbum del joven músico de Carolina del Norte en el podio de mejores álbumes del año pasado, siendo el 5º mejor valorado por la crítica de 2020 según Metacritic. Unos puestos que, en mi opinión, deberían reservarse para álbumes inapelables de principio a fin, que goces y recuerdes meses después, si no años, de cabo a rabo. Este año han habido unos cuantos de estos, pero ‘græ’ no encaja precisamente en esa categoría.

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‘Punisher’ de Phoebe Bridgers, por Sebas E. Alonso

El disco de Phoebe Bridgers en boca de todos no es terrible, pero no dice nada bueno de 2020 que lo mejor que haya podido ofrecer sea este reciclaje de ideas de Sufjan Stevens y el bedroom pop de Billie Eilish… precisamente cuando Billie Eilish fue tan cuestionada y le costó tantos meses ser aceptada por los medios que tanto quieren a Bridgers. ¿Pero dónde está su ‘bad guy’, su ‘I Love You’, su ‘bury a friend’? ¿Y su ‘Chicago’? Entretenidillo en algunos momentos y bastante aburrido en otros, sobre todo en su tramo medio, ‘Punisher’ parece jugar deliberadamente con lo olvidable y lo intrascendente cuando su mayor hit va sobre algo tan ajeno para la mayoría de la humanidad como no atreverte a dar un concierto en Kioto. Definitivamente no es lo que necesitaba oír en mitad de una pandemia.

‘folklore’ y ‘Fetch the Bolt Cutters’, por Mireia Pería

‘folklore’ me gusta mucho… entre ‘mirroball’ y ‘mad woman’. El resto del álbum me resulta algo anodino. Pero si considero que a los críticos se nos ha ido un poquito la olla lanzando los sombreros al aire y vitoreando ‘folklore’ como «la obra maestra de Taylor Swift», es por un fenómeno muy simple llamado «artista pop crea disco serio». A los críticos en general no nos gusta el pop (o el country). Bueno, sí: nos gustan para bailar. Pero… ¡el arte ha de ser trascendente! ¡Sesudo! ¡Repleto de sentimientos complejos! Así que Taylor, la alumna más aventajada, harta de que sólo le pongamos notable, compone unas canciones melancólicas e introspectivas (otros dos términos que amamos los críticos), pone gesto ceñudo, se rodea de los amigos adecuados (¡de esos que hacen discos melancólicos e introspectivos!) y… ¡Voilà! ¡El mejor disco de Taylor Swift! ¡Su obra de madurez! Bromas aparte, esa es la sensación que me da la unanimidad que genera ‘folklore’. Quizás ‘1989’ sí es mejor… pero no generó tanto marasmo porque es un disco de pop. Y hay que añadir otro mea culpa sobre los críticos; siempre hay un punto misógino en este doble rasero, en no tomarnos en serio a las mujeres que hacen pop, exigirles algún sacrificio para que nos parezcan «creíbles»: visceralidad, confesionalidad, etc. Afortunadamente, el apabullante recibimiento del ‘Future Nostalgia’ de Dua Lipa o el estatus que tiene Robyn nos muestra que esto también está cambiando. Y Taylor es, era y esperemos que siga siéndolo, una compositora e intérprete estupenda de pop.

No existen las obras «sobrevaloradas» per se; sobrevalorado significa, realmente, «a mí esto no me gusta». Así que puedo exclamar sin problemas que ‘Fetch The Bolt Cutters’ es un disco sobrevalorado… para mí. Ojo, no dudo en ningún momento de su calidad, del excepcional talento de Fiona Apple y que, de veras, merezca ser el mejor disco del año para medio mundo. Es simple y llanamente que soy incapaz de meterme en él, de que me guste. ‘I Want You To Love Me’ me parece una barbaridad de buena, una de las mejores canciones del año, una introducción al álbum monumental. Pero a partir de aquí, todo se me antoja excesivo, histriónico: las canciones, ese aire que tienen las composiciones de estar gritando: «¡pero qué buena que soy!». Y, sobre todo, la manera de cantar de Fiona, su voz. Y si la voz de un artista ya te genera rechazo, ay, ya puede ser la mejor compositora del mundo, que a ti no te va a gustar. Espero que a Fiona no le importe; confieso que en ese limbo de discos «es-que-no-puedo-con-ellos» también tengo el ‘Grace’ de Jeff Buckley…

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