Hubo un momento en torno a 2013 y 2015 en que Justin Bieber solo generaba noticias de chico malo. Una detención por aquí y una meada fuera del tiesto por allá. Pese a que aquella etapa fue llevando al notable ‘Purpose’ y por tanto fue la de su mayor apogeo comercial, el cantante quiso redimirse casándose con Hailey Baldwin y también con Dios, hablándonos de la estabilidad de la vida en un álbum llamado ‘Changes‘ que no fue tan bien recibido. Ni el éxito de ‘Future Nostalgia’ de Dua Lipa ni el de ‘After Hours’ de The Weeknd le ha dicho nada a Bieber, que vuelve tan sólo un año después para contarnos exactamente lo mismo que ya nos había contado en 2020.
‘Justice’ vuelve a ser un disco de encuentro con uno mismo, con cierta conciencia social perceptible en el tipo de videoclips pseudo-obreros que está haciendo, y en la inclusión en este largo de un discurso de Martin Luther King. «Necesito que aguantes porque el cielo es un lugar que no está demasiado lejos» es el mensaje que escuchamos en uno de los singles, ‘Hold On’. Y «te querré de otra manera, así tal cual eres» es el estribillo de ‘Love You Different’. De nuevo, Dios. De nuevo, su esposa.
Lo extraño es que pocas veces una persona cantando durante tanto tiempo y tantísimas pistas sobre estar centrado en la vida, ha sonado tan descentrada y tan poco inspirada en lo musical. De nuevo muy lejos de las florituras de BloodPop, Justin Bieber ofrece un álbum sin ningún sonido particular en el que las pocas ideas que hay no terminan de llegar a ningún lado. Es el caso del drum&bass y los beats noventeros de ‘Love You Different’, que no dan lugar precisamente a un hit ni con la suma de BEAM; y de lo desaprovechada que parece la idea de producción de ‘Peaches’. ¿Por qué no un álbum completo con esa cadencia mitad funky mitad indie que tan de moda está últimamente?
Peor aún, melódicamente ‘Justice’ remite una y otra vez a cosas que se han hecho antes y mejor. De la misma manera que le ha dado igual que lo de calzar una T con forma de crucifijo en un logo se hubiera hecho antes en un grupo tan famoso como Justice, que conoce absolutamente todo el mundo con un mínimo de cultura pop; las canciones de este disco se suceden como ajenas a las cosas a las que recuerdan. Empezamos con ‘2 Much’, en la estela de Adele o Emeli Sandé. ‘Off My Face’ apunta a los Red Hot Chili Peppers de ‘Scar Tissue’. ‘Die for You’ con Dominik Fike deja muchas ganas de recuperar ‘Beat It’ de Michael Jackson y ‘Locked Out of Heaven’ de Bruno Mars. ‘Holy’ con Chance the Rapper nos lleva a ‘My Love Is Your Love’ de Whitney Houston y por extensión a cualquier cosa de Lauryn Hill. ‘As I Am’ es pop de autor tipo James Blunt o Ed Sheeran. ‘Ghost’ nos recuerda a las canciones menos válidas de ‘Witness’ de Katy Perry… sin que el álbum se acerque en ningún momento a la solemnidad de ‘Chained to the Rhythm’ o a la gracia de ‘Swish Swish’.
En este contexto, ni siquiera el interludio con Martin Luther King funciona. Su mensaje es motivador: nos está hablando de estar dispuestos a morir por una causa justa, porque si no, habremos muerto a «los 38 años como si tuviéramos 90». Pero a mitad de la secuencia e inmediatamente antes de la canción que se parece a ‘Beat It’, da hasta miedo: parece un homenaje a ‘Thriller’ fuera de contexto.
En otro tiempo Justin Bieber ha sabido seducirnos con sus susurros once or twice. En este disco suena hasta chillón y desagradable, como sucede en ‘Hold On’ y ‘Anyone’, como por si gritar su importante mensaje fuera a entrarnos mejor. No es el caso. Únicamente logra transmitirnos un poquito cuando recuerda sus momentos más bajos, como sucede en ‘Unstable’ y cuando llega el cierre con ‘Lonely’ junto a benny blanco y FINNEAS. «Todo el mundo conoce mi pasado / como si mi casa hubiera estado hecha de cristal / Y tal vez es el precio que tenga que pagar / por el dinero y la fama a una edad temprana / Todo el mundo me vio enfermar / y a nadie le importó una mierda / Criticaron las cosas que hice cuando era un chico idiota». Justin Bieber habla sobre lo solo que se ha sentido, en ese caso sí, dando todo de sí mismo y con el corazón roto. Si ‘Lonely’ ya la hubiera producido Caroline Polachek hasta estaríamos ante una de las mejores canciones de su año.