Sólo Taylor Swift podía liarla así. Iba completamente en serio cuando, al perder los derechos de sus propias canciones, se lanzó a regrabar sus viejos discos para poder explotarlos a su conveniencia y, después de relanzar ‘Fearless‘, el asunto no ha decaído. Todo lo contrario. La cantante ha conseguido que el relanzamiento de este álbum sea un acontecimiento, que las canciones suenen incluso más frescas y vigentes, que la nueva portada sea incluso más atractiva e icónica que la original y hasta que ‘All Too Well’, que ni siquiera fue de los 7 singles de la edición original, ni era una de las 5 canciones más escuchadas de este disco, se convierta en el nuevo clásico de Taylor Swift, a través de una versión de 10 minutos para la que ha hecho un corto y una actuación televisiva de similar duración. Ni siquiera a Adele me la imagino saliendo tan triunfal de este embrollo.
Corría el verano de 2012 cuando se empezaba a promocionar el disco original. ‘We Are Never Ever Getting Back Together’, con su ritmo entrecortado a lo ‘No Scrubs’ de TLC, representaba el paso de Taylor Swift de un country pop almibarado que le había dado muy poquito en Europa, al Olimpo del Pop. Fue una de las mejores canciones de aquel año, aunque muchos medios no lo detectaran entonces, y venía acompañada de otras pruebas de modernidad, como el dubstep/brostep convertido en meme de ‘I Knew You Were Trouble’ y aquella ’22’ que en su momento recordaba a Kesha. Estas tres eran las producciones de Max Martin y Shellback para una artista que antes jamás habríamos imaginado trabajando con ellos. Estaba evolucionando y madurando.
Swift no ha tocado el alma de las grabaciones originales, pues eso habría sido un error que provocara el mismo rechazo o la misma indiferencia entre el público que aquellas regrabaciones de su repertorio que realizaron hace pocos años Blondie. Sí les ha dado más cuerpo, algo más de sonido directo, ahora que frecuenta compañías más alternativas desde la era ‘folklore‘. Quizá porque han mejorado los equipos de alta fidelidad o los métodos de masterización, o porque han cambiado las modas, ‘State of Grace’ suena incluso más gloriosa, más próxima al Bruce Springsteen maximalista; ‘The Last Time’ con Gary Lightbody, más épica; ‘Stay Stay Stay’, más cuqui; ‘The Lucky One’, más girl group.
Pero ‘Red’, que perdió el Grammy a Álbum del Año contra un disco francés, en uno de los mayores momentos de lucidez que se recuerdan en la tormentosa historia de la Academia, también tenía sus defectos. Y no, no eches la culpa a su amigo Ed Sheeran por ‘Everything Has Changed’, ni por la nueva colaboración de aquella época que han revelado, una suerte de villancico llamado ‘Run’ que Sheeran prefería. En verdad, los dos son igual de ñoños cuando se ponen: ni él es de la escuela de Damien Rice, ni ella de la de Amy Winehouse. El abismo de aceptación crítica que existe entre ambos es un auténtico misterio cuando ‘Red’ patina en momentos tan prescindibles como la sobrecargada ‘The Moment I Knew’, que dice haber escrito en su 21º cumpleaños, el «peor día de su vida» porque su pareja no se presentó (qué envidia de vida, ¿no?); reiterativos como ‘I Almost Do’, que hubiera sido muy mona como cara B de «Never Ever», y también algo tóxicos como ‘Stay Stay Stay’. En esta, ese móvil volando por la habitación se regodea en el mal hacer, como más adelante lo haría el vídeo de ‘Blank Space’. ‘reputation‘ será un disco más poliédrico en su escala de grises del amor al odio. También, más divertido.
La visión del amor y del mundo es aquí unidimensional y adolescente, tan primaria y manida como ese Pablo Neruda al que aludía el libreto original. Cuando Swift explicaba, por ejemplo, que ‘Come Back… Be Here’ trataba sobre «un chico que conoció una vez», o que ‘Begin Again’ iba sobre «una ruptura que todavía le pone triste», uno se preguntaba qué podría tener tal cosa de particular, porque es exactamente lo mismo que nos llevaba contando a lo largo de una veintena de canciones. Hubo muchas especulaciones sobre qué letras versaban sobre John Mayer, Harry Styles o Jake Gyllenhaal. Mientras este trata ahora de evitar salir de nuevo en la prensa rosa 10 años después a raíz de la buena acogida de ‘All Too Well’, Poppy Noor afirma en The Guardian, sin hacer de menos a nadie, que lo más admirable de Adele no es haber adelgazado, sino cantar sobre sus rupturas sin revelar absolutamente nada de sus destinatarios, salvaguardando siempre su intimidad.
En cualquier caso, Taylor Swift suma en este ‘Red (Taylor’s Version)’ una decena de pistas inéditas, y la más interesante la verdad es que no es justo la que no habla de amor conyugal, ‘Ronan’, un single benéfico de 2012 para un niño que murió de cáncer y que en 1 semana ha sumado en su nueva versión más streamings que la original en 9 años. Qué buena noticia para la causa… no tanto para el disco dado su aroma a Céline Dion. Junto a composiciones de la época que donó a Little Big Town (‘Better Man’), a Sugarland (‘Babe’) o que ahora recupera junto a la hypeada Phoebe Bridgers (‘Nothing New’, inspirada en ‘A Case of You’ de Joni Mitchell), destacan tres de estos extras: un popero ‘Message In a Bottle’ que anticipa la explosión comercial de ‘1989’, el nuevo single oficial ‘I Bet You Think About Me‘, que escribió junto a Lori McKenna como broma tabernera y encierra un aire dylaniano bajo la producción de Aaron Dessner; y la letanía de 10 minutos de ‘All Too Well’.
La composición original de ‘All Too Well’ se había convertido en favorita de sus seguidores gracias a las imágenes tan vivas de la nostalgia que contenía, y a su sutil progresión de acordes: «allí estábamos en medio de la noche / bailando en la cocina a la luz de la nevera / estaba ahí, bajando las escaleras, lo recuerdo demasiado bien». Ahora Taylor recupera unos versos desechados que incluyen más detalles sobre aquella ruptura: referencias a la diferencia de edad entre los dos amantes, a una actriz que se interesó por el estado de Taylor (al parecer Jennifer Aniston) y hasta un llavero con la inscripción «que se joda el patriarcado» que arranca una sonrisa. Sobre todo porque hasta 2018 no se implicó políticamente. La versión de 10 minutos no es particularmente mejor, pero sí dignifica y eleva la original a niveles insospechados.
Ojalá todo ‘Red’ fuera o hubiera sido tan evocador como ese minuto final de esta nueva versión, en el que Taylor repite «I was there». ‘Red’ habría sido realmente un disco de 9 sobre 10 si en lugar de 16, 22 o 30 canciones, hubiera contenido estas 12: ‘State of Grace’, ‘Red’, ’Treacherous’, ‘I Knew You Were Trouble’, ’22’, ‘We Are Never Ever Getting Back Together’, ‘Stay Stay Stay’, ‘The Last Time’, ‘The Lucky One’, ’I Bet You Think About Me’, ‘Message In a Bottle’ y para terminar ‘All Too Well’.