Música

Natalia Lacunza / Tiene que ser para mí

«Un disco es algo muy serio con su principio y su fin» es uno de los titulares que dejaba Natalia Lacunza en la primera entrevista que concedió a este medio allá por 2019, tras el lanzamiento de su primer EP ‘Otras alas‘. La navarra explicaba que le quedaba «rodar» mucho para poder componer un álbum con pies y cabeza, y que no entraba en sus planes crear uno en ese momento.

En los años próximos a su salida de Operación Triunfo, programa en el que quedó tercera finalista, Lacunza sacó dos epés y realizó diversas colaboraciones. Pero, sobre todo, quedaron muy claros sus objetivos como compositora. Desde el principio ha sido obvio su interés por componer obras cerradas, efectivamente con su principio y su fin, y ha tenido el buen gusto de colaborar con Guitarricadelafuente, Videoclub, Sen Senra, Anxo de Novedades Carminha, Cariño o Bronquio. ‘ep2‘ -el primer número 1 de ventas de la cuarentena- presentaba un sonido de pop atmosférico cuqui que remitía a gente como FKA twigs o James Blake, y volvía a ser un trabajo pensado y mimado.

Por si no quedaba claro que a Lacunza no le interesa lo más mínimo precipitar sus proyectos, su esperado debut oficial ha salido esta semana, en 2022, cuatro años después de la finalización del concurso. ‘Tiene que ser para mí’ es ese disco «serio», bien hecho, al que Lacunza aspiraba. Un disco que no contradice en absoluto el discurso que ha enarbolado desde los inicios: ‘Tiene que ser para mí’ cuenta con un único productor, Pau Riutort, conocido por su trabajo en Extraperlo o Beach Beach. A su vez, las composiciones de Lacunza suben varios peldaños de madurez.

La primera muestra de la transformación de Lacunza la daba ‘Nuestro nombre‘, un oscuro tema de synth-pop evidentemente inspirado en ‘Blinding Lights’, pero que nos descubría a una digna compositora de melodías calmas y depuradas, resultando un single estupendo que no vimos venir.

‘Nuestro nombre’ no forma parte de ‘Tiene que ser para mí’ pero su estilo melódico está muy presente en el álbum, por ejemplo, en el excelente indie-pop de ‘Todo lamento‘, con ese «olvida haberme conocido» que da ganas de tatuarse en la frente; o en el ufano single ‘Cuestión de suerte‘, el más synth-pop del disco, en un estilo que remite improbablemente a los WHAM! de ‘Last Christmas’ aunque no haya sido intencionado.

La sorpresa que da ‘Tiene que ser para mí’ es lo lejos que está su sonido de la contemporaneidad de los epés previos de Lacunza. Más bien, la mezcla de elementos acústicos y electrónicos de ‘Tiene que ser para mí’, así como el componente sereno y purificado de sus melodías, remite al trabajo de artistas de pop comerciales-pero-alternativos como Julieta Venegas, Jorge Drexler o Kacey Musgraves, a quien recuerda el emotivo soft-pop de ‘Mi sitio’. Y si ‘Todo lamento’ opta por un estilo de indie-pop británico, el siguiente single ‘Muchas cosas

‘ acierta con su uso de guitarras tipo los Strokes. Eso sí, la producción de Pau Riutort nos lleva a nuestro tiempo, por ejemplo, en el hip-pop florido del tema titular o en el electropop con guitarras bedroom-pop de ‘No me querías tanto’, lleno de detalles.

‘No me querías tanto’ es probablemente la canción de ‘Tiene que ser para mí’ que más dará que hablar por su retrato de una relación tóxica que Lacunza ha superado o empezado a superar. Estos días se han viralizado unas declaraciones de la navarra en las que esta habla sobre la presencia, en los carteles de festivales, de artistas masculinos que han hecho «barbaridades» y que siguen apareciendo en «line-ups» de primer nivel. ‘No me querías tanto’ puede hablar de este asunto en concreto porque tiene el detalle de samplear un diálogo de la película de 1947 ‘Ojos en la noche‘, pero también admite una lectura más general (como la propia Lacunza ha reconocido) y universal, algo a lo que aspira todo el disco.

Si ‘Tiene que ser para mí’ es un trabajo bien cerrado a nivel musical, también lo es a nivel de letras. Atraviesa todo el disco el mensaje que Lacunza se encuentra en un lugar de satisfacción personal, tras haber pasado por varios años duros. El tema titular rima que «lo que ya me dolió, de oro se volvió», y ‘Mi sitio’ incluye el pareado «hace tiempo que sé cuál es mi sitio / ahora ya sé que no te necesito». La madurez de Lacunza le lleva en el jungle tipo PinkPantheress de ‘Todo va a cambiar’ a asumir con entereza que su vida ha cambiado para siempre ahora que es una persona famosa, y el disco se cierra con una letra tradicional de Los Moles (2001) aplicada a un «groove» de funk carioca delicioso y melancólico.

La constelación de referencias e influencias de ‘Tiene que ser para mí’ contribuye a crear una obra excelentemente cerrada y atada, en la que también cabe mencionar el bolero de ‘Tiempo atrás’, que ha co-escrito Silvana Estrada y termina con un final rítmico que recuerda al de ‘Nunca estoy‘ de C. Tangana. El álbum transmite esa misma sensación de satisfacción, de haber hecho las cosas bien, a la que ha llegado Lacunza para poder hacer el disco que tanto anhelaba.

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Publicado por
Jordi Bardají