Aquí vivía yo (Joan Vich Montaner)
Joan Vich ha vivido de todo en el FIB. Ha estado 25 años trabajando en el festival. En los inicios, en 1995, cuando se celebraba en el velódromo. Durante el esplendor de principios de siglo, cuando se convirtió en el festival indie de referencia (repasar los carteles de esa época da vértigo). Y hasta durante la discutible deriva de la última década como paquete vacacional para turistas británicos (botellón para hooligans dirían los más críticos). Vich empezó como camarero y terminó de codirector. Un cuarto de siglo de vivencias que desgrana, con prosa ágil y notable capacidad evocadora, en su recomendable ‘Aquí vivía yo’.
Como era de esperar, el libro ofrece un jugosísimo anecdotario. No decepcionará a quienes busquen saber qué pasó el año en el que Morrissey dio la espantada, en el que Stuart Murdoch conoció a su mujer y madre de sus hijos entre el público (la española Marisa Privitera) o en el que Pedro Sánchez, recién elegido presidente del gobierno, fue a ver a The Killers en el Falcon 900B. Sin olvidar, claro está, lo que se cocía en la mítica piscina del backstage. Pero tampoco defraudará a quienes busquen algo más. ‘Aquí vivía yo’ funciona también muy bien como crónica emocional y musical, como emotivo recorrido por un festival que forma parte de la memoria sentimental de muchos de los que estamos leyendo estas páginas. 7,5.
Facendera (Óscar García Sierra)
Uno de los debuts más aplaudidos del año. ‘Facendera’ (término asturleonés que significa trabajo comunitario) narra una historia ambientada en la cuenca minera leonesa contada desde un after en un piso de Madrid. Como una suerte de ‘Las mil y una noches’, el narrador le cuenta a una chica cuentos sobre su pueblo –sobre coches tuneados, cierres de minas, tráfico de ansiolíticos, sexo en descampados, desindustrialización, desempleo, desesperanza- mientras ella le va interrumpiendo haciéndole preguntas que ayudan a completar el relato y proporcionan información sobre la naturaleza de su relación.
Amadrinado por la desaparecida editora Belén Bermejo (quien le editó el poemario ‘Houston, yo soy el problema’ y a quien está dedicada la novela), Óscar García Sierra muestra en ‘Facendera’ sus extraordinarias dotes como narrador, manejando las distintas voces y líneas narrativas con enorme soltura. Y también como poeta (Oscar quería ser rapero pero le daba vergüenza), salpicando el texto con metáforas de las de subrayar y quedarte un rato pensando en ellas. Una novela sobre gente que se encierra en el baño con la tapa del váter bajada, que dice más sobre la despoblación y la desigualdad territorial que toda esa avalancha de discursos paternalistas y nostálgicos sobre “la España vaciada”. 8,5.
Gallinas (Jackie Polzin)
Otro debut fantástico. La norteamericana Jackie Polzin ha escrito una novela muy especial. Una reflexión sobre la fragilidad, el dolor y la belleza de la vida a través de la narración del cuidado de cuatro gallinas ponedoras. ¿Otro libro más sobre urbanitas que se van al campo a cultivar hortalizas, cuidar un gallinero y “encontrarse a sí mismos”? Nada de eso. Aquí no hay brasa neorrural ni gente abrazando árboles. Lo que hay es la descripción detallista de la cría de aves de corral como metáfora de la existencia, como alegoría para hablar entre líneas sobre cuestiones más profundas.
Ambientada en un pueblo de Minnesota azotado por temperaturas extremas, ‘Gallinas’ está protagonizada por una mujer joven dedicada al cuidado casi obsesivo de cuatro gallinas en el patio trasero de su casa. Con una prosa muy liviana y delicada, y un fino sentido de la ironía, Polzin narra el día a día de esta mujer durante un año. Una narradora anónima, a quien descubriremos herida por un hecho traumático, y que utiliza la avicultura como vía de escape de una realidad dolorosa e insatisfactoria, y como terapia para superar su aflicción. Una joya. 8,3.
Nunca delante de los criados (Frank Victor Dawes)
Coincidiendo con el estreno de ‘Downton Abbey: Una nueva era’, segunda secuela cinematográfica de la popular serie británica, y del actual debate sobre la regulación del trabajo doméstico, la editorial Periférica ha publicado este ensayo que se ha convertido en un pequeño sleeper, en un éxito sorpresa. ‘Nunca delante de los criados’ desmonta el mito del universo plácidamente jerárquico de la sociedad victoriana y eduardiana, plagado de señores íntegros y criados felizmente solícitos, que se ha popularizado en la ficción.
Frank Victor Dawes, hijo de una criada que comenzó a servir a los 13 años, publicó un anuncio en el Daily Telegraph en 1972 solicitando a personas que hubieran trabajado como sirvientes que le enviaran cartas relatando sus vivencias. A través de los más de 700 testimonios que recibió, el autor hace un interesantísimo recorrido por la historia del servicio doméstico británico, lleno de reveladores testimonios que hacen de su lectura una experiencia enormemente amena. El libro es un relato desmitificador, el retrato de un mundo marcado por la desigualdad y la injusticia social más absolutas, que te vacuna contra toda tentación de caer en la nostalgia ingenua o reaccionaria. 7,8.
Enya (Chilly Gonzales)
El nombre del canadiense Chilly Gonzales va siempre asociado al calificativo de “reputado pianista”. Se lo ha ganado: sus celebrados discos ‘Solo Piano’, sus colaboraciones con Jarvis Cocker, Daft Punk, Feist… Nadie le puede acusar de tener mal gusto. Pero Chilly tiene un secreto: es escuchar “sail away, sail away, sail away” y subirle un no sé qué por el cuerpo que le llena de calma y felicidad. Le encanta Enya. Le entusiasma ‘Watermark’. ¿Debería sentirse avergonzado por disfrutar, siendo un “reputado pianista”, de la artista más popular, que más discos ha vendido (80 millones nada menos), de la música new age?
‘Enya’ es la respuesta a esa pregunta. Este pequeño ensayo no es una biografía sobre la cantante irlandesa (aunque se hable de ella y de su música) sino fundamentalmente una reflexión, en primera persona, sobre los placeres culpables. Un estimulante y muy ameno acercamiento al eterno debate entre música para escuchar y música para oír, entre la música que apela a la inteligencia y la que apunta al corazón, entre el consenso general y el gusto particular, entre la confesión del placer culpable como ejercicio de ironía posmoderna o como sincero acto de reconocimiento sin coartadas intelectuales. 7.
El mago (Colm Toibin)
No es la primera vez que el irlandés Colm Toibin, conocido por novelas como ‘Brooklyn’ (2010) o ‘El testamento de María’ (2014), retrata la vida de un gran escritor cuya obra estuvo condicionada por las vivencias de una homosexualidad reprimida. Ya lo hizo con Henry James en la magnífica ‘The Master: Retrato del novelista adulto’ (editada por Lumen, como casi toda su obra) y ahora vuelve a hacerlo con el alemán Thomas Mann en la también extraordinaria ‘El Mago’.
El célebre autor de ‘Muerte en Venecia’ es retratado por Toibin a través de una biografía novelada que se adentra con mano maestra en la intimidad del personaje. ‘El mago’ hace un recorrido por la vida pública de Mann –su éxito literario (ganó el Nobel en 1929), su oposición al nazismo, sus años en el exilio- pero también por la privada. A través de sus diarios (publicados póstumamente), el autor recrea la esfera íntima del escritor, marcada por la ocultación de su orientación sexual, y su intensa vida familiar (se casó con una rica heredera y tuvo seis hijos). Un ámbito doméstico donde abundan los conflictos (con su hermano, el también escritor Heinrich Mann), las tragedias (con varios suicidios) y el salseo, ya que sus hijos mayores, Erika y Klaus, fueron los reyes de la cabaretera Alemania de Weimar. Uno de los libros del año. 9.
La desaparición de Adèle Bedeau (Graeme Macrae Burnet)
No podía faltar una novela negra. Ahora que Georges Simenon parece estar viviendo un revival (se ha estrenado la adaptación cinematográfica ‘Maigret’ y las editoriales Anagrama y Acantilado están reeditando su obra) nada mejor que zambullirse en las páginas de la más simenoniana de las novelas policiacas actuales.
‘La desaparición de Adèle Bedeau’ es la primera novela del escocés Graeme Macrae Burnet, autor de la finalista del premio Booker ‘Un plan sangriento’ (editada también por Impedimenta). El libro es un intenso thriller rural, ambientado en una pequeña ciudad francesa de provincias, que juega de forma muy ingeniosa con los clichés del género. Un director de banco tímido y solitario se obsesiona con la camarera de un bistró. La camarera desaparece y el director de banco se convierte en el principal sospechoso para un inspector de policía con muchos demonios en el armario. A partir de esta premisa, el autor despliega una trama oscura y melancólica, que termina con un epílogo metaliterario que hará las delicias de los conocedores del cine criminal de Claude Chabrol. 7,5.
Hijas de la Resistencia (Judy Batalion)
Los relatos sobre la resistencia contra los nazis siempre han tenido nombres masculinos y franceses. Pero hubo más. Algunos tenían nombres femeninos y judíos. La escritora Judy Batalion, columnista del New York Times, Vogue o Washington Post, ha rescatado del olvido a estas mujeres polacas que lucharon contra Hitler. Su resistencia fue minoritaria y poco relevante en términos militares, pero existió. Fue un combate enormemente desigual protagonizado por jóvenes que se resistían a perder la dignidad y la esperanza en el futuro, a bajar la cabeza e ir a los campos de exterminio “como ovejas al matadero”.
A través del protagonismo de una joven resistente y superviviente del Holocausto, el libro ofrece una apasionante crónica de las actividades subversivas llevadas a cabo por la resistencia judía en Polonia. Testimonios de mujeres que lucharon contra los nazis de diversas maneras -curando a partisanos heridos en los bosques, matando de un tiro en la cabeza a oficiales alemanes disfrazadas de inocentes campesinas- hasta conformar un relato que cuestiona el mito de la pasividad de los judíos frente al Holocausto. Unas historias emocionantes y terribles que serán llevadas al cine de la mano de Steven Spielberg con guión de la propia Batalion. 7,5.
Incendiario (Michael Cannell)
En enero de 1957, los neoyorquinos lanzaron un suspiro de alivio. “La mayor cacería en la historia del departamento”, como la denominó el jefe de la policía, había concluido. “Mad Bomber” había sido arrestado. El “loco de la bombas” llevaba 17 años colocando artefactos explosivos por toda la ciudad: en la estación Grand Central, la Biblioteca Pública, el Radio City Music Hall… La policía estaba tan desesperada que, aunque les parecía absurdo, casi como consultar a un vidente, recurrieron a los servicios de un profesional atípico: un psiquiatra. Acababa de nacer la perfilación criminal como herramienta policial.
El periodista Michael Cannell realiza en ‘Incendiario’ una minuciosa crónica del caso de “Mad Bomber”. Una exploración, desde distintos ángulos –la policía, el psiquiatra James A. Brussel, la prensa y el propio “incendiario”-, de unos sucesos que sentarían un precedente: “Mad Bomber” como padre de otros terroristas solitarios (el ejemplo más famoso sería el de Ted Kaczynski, más conocido como “Unabomber») y Brussel como precursor de los psicólogos de la Unidad de Análisis de Conducta creada en Quantico (Virginia) en la década de 1970, y que aparece en la añorada serie de Netflix ‘Mindhunter’. 7.
La playa de los ahogados (Domingo Villar)
La inesperada muerte de Domingo Villar a los 51 años nos ha dejado huérfanos de su gran creación: el inspector vigués Leo Caldas. Da la casualidad de que los tres libros que dedicó al personaje –‘Ojos de agua’, ‘La playa de los ahogados’ y ‘El último barco’ (recomendada en estas páginas hace tres años)- han acompañado tres de mis veranos. No podía dejar de hacerle un pequeño homenaje.
Las tres son novelas negras estupendas: entretenidas, inteligentes, atmosféricas… Construidas con minuciosidad y precisión. Narradas con paciencia, atrapando poco a poco la atención del lector como el “orballo” que va calando la ropa sin que te des cuenta. Son tres intrigas criminales que se van desentrañando por medio de conversaciones, de preguntas a testigos y sospechosos (Villar es un maestro de los diálogos). Tres enigmas que se vuelven cada vez más interesantes gracias a la fabulosa descripción de ambientes (Vigo y su ría) y a las pequeñas historias personales que le permiten al autor reflexionar sobre las relaciones humanas. ‘La playa de los ahogados’ es la más famosa (hasta se hizo una adaptación cinematográfica), y la más recomendable para iniciarse en el universo, fatalmente interrumpido, de Leo Caldas. 8’2.