Metáforas sexuales y Barbies. No es que el realizador Joseph Kahn se haya roto mucho la cabeza a la hora de elaborar conceptualmente el nuevo videoclip de Nicki Minaj. El sexo y el universo plastificado de Barbie son parte indisociable de la estética (Barbie Harajuku) y las canciones (‘Barbie Tingz’, ‘Barbie Dreams’, ‘Black Barbies’…) de la rapera trinitense, como sus pelucas o sus uñas. En ‘Super Freaky Girl’ insiste con estos dos motivos visuales.
La estética del vídeo es una mezcla entre casa de muñecas y set porno, algo así como si Mattel hubiera abierto una cadena de sex shops. A partir de esa tensión semántica se articula todo el clip.
Barbie y Ken (el rubio Alexander Ludwig, conocido por la serie ‘Vikingos’) viven en un barrio residencial. Ella se pasea por las calles provocando todo tipo de reacciones lúbricas entre sus vecinos. Él se pasea en su deportivo rosa atropellando peatones como en el mítico Carmageddon. Ella y él retozan en la intimidad de su cocina y hacen “ardientes” barbacoas.
La canción samplea el ‘Super Freak’ de Rick James, y algo de su estética ochentera parece trasladarse también a la caligrafía visual del videoclip: el formato cuadrado, el juego con la textura de la imagen imitando el “tracking” de una cinta de vídeo, los gráficos de videojuego de la época o esa “Barbie rockera” que aparece en su caja, emulando lo que ya hizo Minaj hace 15 años en la imagen de su mixtape ‘Playtime is Over’.