‘Sans contrefaçon’: Mylène Farmer explorando su infancia andrógina

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‘Sans contrefaçon’: Mylène Farmer explorando su infancia andrógina

En agosto de 1987 Mylène Farmer vacacionaba en la Costa Azul, saboreando el éxito de su álbum de debut (‘Cendres de lune’) y varios de sus sencillos. Durante la estancia la acompañaba la fotógrafa Elsa Trillat, que amenizaba los breves trayectos en coche con una cinta recopilatoria que incluía canciones de pop francés antiguo. Mylène enseguida quedó prendada de ‘Comme un garçon’ (“como un niño”) de Sylvie Vartan, porque le recordaba a su infancia. Como comentaría posteriormente en varias entrevistas, de niña llevaba pantalones, el pelo corto, y no jugaba a muñecas. Divertida por la confusión que provocaba en los adultos, que asumían que era un niño, empezó a alentarla poniéndose un abultado pañuelo en la entrepierna.

Una tarde junto a la piscina de la casa en la que se alojaban, Mylène le explicó a Elsa que tenía una idea. Armada con un diccionario de rimas, le dijo “vas a ver cómo se escribe una canción”, y partiendo del título provisional ‘Sans contrefaçon, je suis un garçon’ (“sin engaños, soy un niño”) en media hora tenía la letra acabada. Para completar esta historia demasiado increíble pero sin embargo cierta, esa misma noche Laurent Boutonnat -que se alojaba también allí mientras trabajaba en el guión de una película- echó un vistazo a los versos, sacó un pequeño sintetizador que se había traído, y en cuestión de minutos la música estaba terminada. El potencial del resultado era evidente, así que en septiembre se grabó, en octubre se lanzó y para diciembre era top 2 de las listas francesas.

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No hay que romperse mucho la cabeza para entender el medio millón de copias vendidas de este pepinazo: musicalmente es un tema de europop totalmente pegadizo, con una melodía de reminiscencias japonesas que se hacen eco de ‘3eme Sexe’ del grupo Indochine (otra canción que influyó a Mylène en la gestación de ‘Sans contrefaçon’). Y a nivel de letras, la exploración de la artista de su infancia andrógina (“yo no era una ‘tomboy’, sino una chica fracasada”, dijo) es divinamente subversiva. Entre los versos hay hasta una mención al Caballero de Eón, un diplomático y espía francés del siglo XIX que se identificó como hombre y mujer en distintos períodos de su vida. En la portada del sencillo, la foto de Farmer tocada con un gorro de pillo callejero parisino, que por supuesto le hizo Elsa:

Era natural que este canto a la ambigüedad sexual se convirtiera no mucho tiempo después en un verdadero himno gay en Francia, elevando a Mylène al estatus de icono. Difícil no identificarse cuando canta tan literalmente a la dificultad de asumir la identidad propia, o aguantar las juicios y miradas ajenas (“Solo en mi armario / los ojos sombreados de negro / al abrigo de las miradas / desafío los peligros”) y, en definitiva, la incomprensión: “en este mundo que no tiene ningún sentido, sólo soy fiel a mí misma / No admito que me amenacen / De mis decisiones me da igual lo que se vaya a decir”.

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La canción no ha dejado de ser relevante en las décadas siguientes, y es ya un clásico absoluto del pop francés de todos los tiempos (una pena que sea tan desconocida en España). En 1996 revivió su éxito como tema principal de la comedia francesa ‘Pédale douce’ (‘Todos están locas’), una aproximación gala al almodovarismo con Fanny Ardant de protagonista. Ese mismo año fue uno de los momentos álgidos de su ‘Tour 1996’, en el que lo interpretaba rodeada de drag queens. Desde entonces ha sido muy versionada, muy remezclada y muy reeditada, y continúa siendo uno de sus mayores éxitos.

Un dato final: imparable en el aspecto creativo a partir del éxito de ‘Sans contrefaçon’, prácticamente todas las letras de su segundo disco ‘Ainsi soit je…’ -que llegaría en marzo de 1988- las ya firmaría Mylène, por fin dueña completamente de los textos como medio de expresión de su carrera.

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