Mallorca Live vuelve a celebrarse este año en su fecha habitual, mayo, en lugar de en junio como el año pasado. El calor aprieta menos, de hecho, las previsiones daban lluvia. De momento -interesantísimo esto- hace nublado y toca abrigarse, aunque no es necesario ir al extremo de rusowsky, que parece Nanuk el esquimal vistiendo abrigo y capucha. De alguna manera nos está queriendo decir que prefiere no ser visto o reconocido, algo que encaja con la calidad intimista de su música.
Evidentemente, el directo de rusowksy es diferente: los ritmos bailables siempre han estado ahí, como en ‘So So’, pero los festivales no parecen el contexto idóneo para sus producciones. Así, a Ruslán el público le puede salir un poco duro de roer, como es el caso de Mallorca Live, en el que tiene que animar reiteradamente al público para que mueva una extremidad. rusowksy parece algo exasperado, pero tampoco es que lo ponga fácil cuando sobre el escenario le vemos simplemente caminando de un lado a otro con desgana, más tapado que un siberiano, evitando en todo momento el contacto visual.
Unas horas antes, también Judeline debe pedir a la gente que se acerque a su escenario. Los artistas actúan con más seguridad cuando perciben el calor de su público, y últimamente hasta Beyoncé ha protestado por percibir a su audiencia algo adormilada, lo cual tiene delito porque es público objetivo. Por contra, Lara Ferández canta para pocos fans y sobre todo para curiosos que se aproximan a su música por primera vez (pero no al escenario). Ella exhibe una voz maravillosa (a nadie extraña que Rosalía se encuentre entre sus fans) aunque a su repertorio le siguen faltando canciones más definidas. ‘Zahara’ es por supuesto su pieza más celebrada, pero, ojo, porque Judeline cierra el show con una inédita, basada en un beat de funk carioca, que es sin duda su producción más contundente hasta la fecha.
De cara a la presentación de Rojuu, que sigue moviendo masas con su emopunk autotuneado curtido en internet, con guitarras eléctricas que afilan como cuchillos, empieza a perfilarse el público de Mallorca Live, una mezcla tan variada y multigeneracional como el mismo cartel, que atrae todos los gustos que pueden existir dentro de un festival.
Tampoco tienen problema alguno con su público Vetusta Morla, excepto por la pareja de influencers que tengo delante haciéndose fotos, más interesados por supuesto en ellos mismos. El grupo también llamado “los de Pucho” por cualquier crónica que se precie pueden decir que no mueven masas por razones de nostalgia, sino porque han sabido reinventarse disco a disco. El de ‘Cable a tierra’ puede ser su espectáculo más impresionante a nivel visual, hasta el punto de que da miedo imaginar de qué es capaz en el futuro. Ya da la sensación de que son algo así como los U2 españoles, solo que ellos ahora están interesados en investigar el folclore latinoamericano y, como inspirados por El Madrileño, dotan su directo de un componente tecnológico y visual importante, con una presencia de pantallas imponente. Detrás suyo, claro, la cortina de tiras multicolor que aparece en la portada de su disco. Y las canciones siguen funcionando a modo de himnos masivos: en ‘Copenhague’ el océano de pantallas de móvil inunda la pista.
La sorpresa de la noche la da Natos y Waor, sorpresa para quien no les siguiera de antes, claro. También ellos ofrecen un show bastante espectacular a nivel visual, pues incorpora hasta pirotecnia, y lo interesante es que renuncian a rapear exclusivamente sobre bases de hip-hop: también los beats bailables forman parte de su repertorio, como los de ‘Sudores fríos’. En un momento dado hasta se sientan en sendas sillas a cantar en acústico, en contraste con los momentos más enérgicos, en los que Natos exhibe una voz forzadísima que espero no termine en afonía. Se da un curioso contraste entre la pose de malotes de Natos y Waor y sus sentimentales letras, pero por lo menos aparecen entregadísimos y clavando la mirada a su público, que es bastante masivo también.
The Kooks dan el concierto estrella de la jornada. Es curioso el inicio con una de sus canciones más populares tocada en acústico, ‘Seaside’, y el repertorio se extiende por todo su catálogo con muy pocas concesiones a su último disco. El sonido es excelente, da gusto ver a Luke Pritchard manteniendo su personal timbre en muy buen estado. Sencillamente, un concierto muy agradecido de aquel género musical que un día llamamos “indie” (y que probablemente seguimos llamando “indie”), en el que el público tuvo su papel protagonista coreando la melodía de ‘She Moves in Her Own Way’.
Como siempre vale la pena acercarse a los escenarios pequeños del festival y disfrutar de conciertos que no por no ser masivos son menos interesantes. De hecho, Alien Tango ofreció uno de los shows más divertidos de la jornada presentando su loca música llena de samples histéricos, sonidos psicodélicos y melodías pop en toda regla. Como una mezcla entre Sparks y Ariel Pink, Alien Tango se preocupa de que verle en acción sea tan divertido como escucharle en disco, y lo consigue.