Este jueves amanecí convencido de que Blur iban a cancelar su jornada promocional en Madrid, que consistía en una escucha de su disco ‘The Ballad of Darren’ y una charla con Damon Albarn y Graham Coxon en una especie de rueda de prensa en las oficinas de Warner. Una vez suspendida la primera jornada de Primavera Sound Madrid por lluvias, ¿para qué iban a volver ahora a España? ¿Para tratar de vender 2.500 copias en lugar de 2.000 de sus próximos CD y vinilo?
Pero este jueves me acosté habiendo visto un show de la banda en La Riviera, que la organización se sacó de la manga para premiar a los 2.000 fans más rápidos, poseedores del abono de Primavera Sound Madrid o entrada de día, que lograran reservar un ticket a las 16.00 de la tarde. Y ahí se dio la circunstancia surrealista de que unos cuantos periodistas, después de haber oído ‘The Ballad of Darren’ y, al mismo tiempo que literalmente realizábamos preguntas al grupo, comenzamos a trastear con nuestros móviles para tratar de hacernos con un ticket nosotros mismos, mientras fingíamos escuchar las respuestas de Damon y Graham. A las 16.05 las entradas estaban agotadas.
La charla con Damon y Graham no dio mucho de sí. El formato «rueda de prensa» tiende a no permitir ningún tipo de substancia. Un artista rara vez va a abrirse en canal frente a 40 periodistas a la vez, por mucho que una pregunta toque la tecla adecuada. Pero es que además Graham y Damon -sobre todo, Damon- lucían desganados, hablando en susurros inaudibles, cuyo volumen no se molestaron en elevar ni siquiera cuando alguien en la última fila se quejó de que no se escuchaba absolutamente nada. Damon no se acercaba el micrófono a la boca como si no fuera cantante y no supiera que esa es la manera.
40 minutos con la banda en esas condiciones se antojaban incómodos, pero por suerte la cosa fue mejorando, el humor fue emergiendo, y con él algunas cuestiones interesantes en torno al disco sobre las que volveremos el mes que viene, a su salida. La reunión de Blur 8 años después de su último álbum ni siquiera la consideran tal, sino un proceso natural. Simplemente han grabado estas canciones que hablan del pasado y de un posible fin del mundo en el que el «Darren» del título sería el último superviviente. Y lo hacen concentradas en el presente sonoro, sin recurrir a modas pasajeras o artificiales, ni refugiarse en el pasado, pero tampoco evitándolo. Parece divertirles mi comparación con ‘On Your Own’ de algunos detalles locos del disco, como el mismo single ‘The Narcissist’.
El concierto en La Riviera, en cualquier caso, es mucho más enriquecedor que esta experiencia, aunque pueda parecer lo contrario. Si Albarn nos había contado que les encanta tocar en directo, en La Riviera lo probó mostrándose como un loco durante el tema de salida, el inédito ‘St Charles Square’, jaleando constantemente al público para que diera más y más, y tirándoles agua como si no hubiéramos tenido suficiente de eso durante toooooda esta semana. A veces, dicho agua tenía el añadido de haber pasado previamente por su boca, eso sí.
Blur optaron por un repertorio arriesgado, sobre todo en la primera mitad, apostando por canciones no tan conocidas como ’Trouble in the Message Centre’, ‘Country Sad Ballad Man’ o ‘Villa Rosie’, en la cual Graham Coxon se resbaló y se cayó de culo ante su propia carcajada incrédula. Estaba a punto de llegar su gran momento, la interpretación de ‘Coffee & TV’.
‘There’s No Other Way’ y ‘Beetlebum’, entre las más celebradas, sí habían sonado en la primera mitad, pero fue en la segunda cuando La Riviera se entregó al bote generalizado y a la grabación de absolutamente todo lo que ocurría en el escenario, cómo no, móvil en mano. ‘Parklife’ seguida de la poética ‘To the End’, o ‘Song 2’ seguida de la épica ‘This Is a Low’ habían dejado el listón muy arriba. Pero es que el bis con ‘Girls & Boys’, ‘Tender’, incluso el nuevo tema ‘The Narcissist’ y como cierre su mejor canción, ‘The Universal’, rozaron lo extático. Qué habría pasado si hubieran sumado ‘Country House’, ‘Charmless Man’ o ‘Stereotypes’ nunca lo sabremos.
Damon Albarn es un frontman campechano y travieso. A veces hace bromas surrealistas, como esa sobre partirse los dientes en el backstage inundado de Primavera Sound; o aquella en que asegura a mitad del concierto que debido a las leyes de Madrid, se tienen que marchar. Otras veces sacrifica una parte de ’To the End’ o ‘The Universal’ por atender a las primeras filas. Pero también es un vocalista carismático, reconocible y dotado, con el don de nunca aburrir en las baladas tipo crooner.
Juraría haberle visto emocionado de verdad, no como si tocar en este espacio hubiera sido un trámite o un compromiso con la organización para tratar de entregar a la audiencia algo especial en un día de mierda. En un momento decide soltar para mi asombro, 100% en serio: “Llegados a este punto, sois nuestra familia. Esperamos ser la vuestra”. Blur marcaron una huella en los 90 haciéndonos reír, con canciones críticas, cínicas y paródicas. “Sin humor, no sería Blur”, había dicho antes Albarn durante la rueda de prensa. Al alcance de muy pocos, hacer algo divertidísimo como ‘Song 2’ y emocionante como este concierto, al mismo tiempo.