The National vuelven loco otra vez a su roadie en el Primavera

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The National vuelven loco otra vez a su roadie en el Primavera

Guillem Gisbert aparece tras un fanfarria, solo tras un pianito. Si Aidan Moffat cultiva el look jubilado de vacaciones, Guillem el de oficinista en verano… Y si en el Escenario Cupra se cuela el sonido del Pull & Bear, en Pull & Bear se cuela el del Cupra. Tras el primer tema sale la banda, pequeña y joven. Hay bastante público y se saben todas las canciones. El punto álgido del concierto llega enseguida, una muy intensa, hermosa y divertida ‘Balla la masurca!’. Guillem abandona el estatismo y baila, escuela Jarvis pero en tímido. ¡Y se pone a ejecutar una mazurca al final! Bastante bien, por cierto. Pena que su micro suene a lata y que el mejor momento del show haya llegado tan pronto. ‘Balla la masurca!” es un disco bonito y es genial ver a Guillem en un escenario grande, tan arropado. Pero el concierto se hace un poco plano.

Christian Bertrand

Yo la Tengo van camino de ser el grupo internacional que más veces he visto. Pero siempre vale la pena la visita, ya sea cuando les posee el ruido o la tranquilidad. Normalmente ambos, como ayer en el Escenario Amazon. Esta vez el concierto va de temas propios, claro. Ira Kaplan tarda nada en comenzara golpear la guitarra, rompen el ensimismamiento para atacar ‘Sinatra Drive Breakdown’. Pero mi felicidad es absoluta cuando se pone a los teclados e interpreta una preciosa ‘Autumn Sweater’. De hecho, va a ser algo parecido a un concierto de hits: caen ‘Aselestine’ por Georgia Hubbley, ‘Stockholm Syndorme’ y ‘Tom Courtenay’. El sonido y la ejecución rayan la perfección. No se oye a nadie hablar y, por todo lo que alcanza la vista, solo hay gente absorta en ellos, mientras Yo la Tengo se entregan a otro tsunami sónico para cerrar.

Eric Pamies

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Faye Webster prolonga la calma en el Pull & Bear, un poco Angel Olsen. Y la única que lleva escenografía: una especie de busto femenino gigante hinchable. Esta extraña humorada contrasta un poco con la ejecución exquisita (hay hasta saxo y steel guitar) y la interpretación de Faye, sin alharacas. Sufre de algún problema técnico inicial, pero luego todo fluye. El concierto se mueve en la frontera entre la gustera estival y el sopor, pero suena tan bien…

Por problemas varios llego a la mitad de la actuación de Jessica Pratt en el Auditori. Otra absoluta exquisitez: hay cadencias de folk y bossa nova, su voz reina, trémula e infantil, fuera del tiempo, recuerda a una cantautora hippie de los 70. Aunque Pratt vaya con banda, casi todo el concierto es ella sola con la guitarra. Es un concierto preciosista, pero también emocionante. Cuando Jessica entona ‘Back, Baby’ hacia el final se deben romper varios corazones.

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Si Lana ha ido tarde, pues The National también, aunque ellos menos de 10 minutos. El ‘Slippery People’ de Talking Heads les da la bienvenida. Segunda vez que les veo en tres días. ¿Diferencias con el concierto del miércoles en Razzmatazz? Los gemelos Dessner van más arreglados, Matt Berninger parece de entrada más afónico, no se quita la chaqueta en todo el concierto, el setlist es más equilibrado, sin momentos tediosos y el sonido es muchísimo mejor. Un aparte: es increíble que un escenario tan grande suene tan bien.

Como siempre, el espectáculo es Matt: su encanto histriónico, el toque de clown que contrasta con las tremebundas historias que canta: en numerosas veces se tira al suelo, se va de una punta a otra del escenario corriendo, se le traba el cable, lleva al roadie loco. Y sus baños de masas: ya de buenas a primeras se las arregla para acercarse al público. Público ya entregadísimo, porque abren con ‘Sea of Love’.

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Hay gozosas recuperaciones que no hubo en el Razz, como ‘Squalor Victoria’, que suena como un tiro. De hecho, el primer cuarto de concierto es algo muy serio, porque están sacando ya gran parte de la artillería pesada: ‘Bloodbuzz Ohio’, ‘I Need My Girl’, magnífica, que la gente canta con fervor, y a Matt en ese momento la ligera afonía le queda muy bien. Un momento maravilloso, que remata la lluvia. Sólo cuatro gotas, por suerte.

Pero The National son sobre todo una máquina de épica introspectiva. Y sin baches. La velocidad de crucero es inmejorable. Y ahí que Matt vuelve al foso para ‘Apartament Story’, mientras la grita y la gritamos. La afonía parece haberse evaporado. Todo siguen siendo temazos: ‘The Day I Die’, un ‘England’ cuyo verso “You must be loving your life in the rain” coincide mágicamente con el reinicio breve de la Lluvia.

Matt se pasea por la valla en precario equilibrio en ‘Light Years’, mientras que los redobles que nos envía el resto de la banda nos estallan en los tímpanos. En ‘Mr. November’ Matt se va más allá de la valla y pierde las gafas por un momento. Tras el marasmo de ‘Terrible Love’, Matt se hace un Lana y se acerca al público para dejarse querer sin cantar. Ya se van despidiendo con ‘About today’. Muy bonito: palmas, entrega, una trompeta que suena a gloria, la pausa que viene antes del último “about today”… Han sido dos horas de intensidad feliz que han pasado como suspiro. Qué pena que en el Fòrum no cerraran con ‘Vanderlyle Crybaby Geeks’, como sí hicieron el el Razz.

Mount Kimbie han dejado de ser un dúo y han pasado a cuarteto, con las incorporaciones ya fijas de Andrea Balency-Béarn a los teclados y la voz y Marc Pell a la batería. A las dos de la mañana su mixtura entre indietrónica, Stereolab y cierta vena shoegazer, ni demasiado cañera, ni demasiado contemplativa, entra como el agua. Un concierto encantador y atmosférico, ideal para dejarse llevar antes de emprender el regreso a casa.

Sergio Albert

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