Los 90 triunfan en Low con Suede y Los Planetas, que van más allá de ‘Super 8’

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Los 90 triunfan en Low con Suede y Los Planetas, que van más allá de ‘Super 8’

Es la tercera vez que veo a Los Planetas presentar ‘Super 8’ en directo. En cada una de estas ocasiones, ha sido uno de los conciertos más esperados. Los fans ya van avisando desde el bus o el medio de transporte del festival que sea, luciendo decenas de camisetas a juego con la ocasión. De estas, la mayoría suelen ser de ‘Una semana en el motor de un autobús’, con su mítica cruz. Hasta ahora, no había tenido mucho sentido, pero quizás anoche en Low Festival J vio todas esas camisetas, le sobró tiempo y dijo: «Bueno, vale».

La sección de ‘Super 8’ no ha cambiado en ninguna fecha de las que he estado, pero ni hace falta. Temas como ‘Si está bien’ o ‘La caja del diablo’, que suele ser el clímax del set, no dejan de emocionar. En esta última, te puedes perder en los visuales de Javier Aramburu. Otro aspecto que no cambia es la lealtad incondicional de los fans. Es normal escuchar comentarios como «¡J, te queremos!» o «¡Los putos Planetas, tío!» a tu alrededor. Asimismo, los discursillos del vocalista son prácticamente calcados en cada ocasión.

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En WARM UP, se trataba del primer concierto de la gira. Llegaron hasta ‘Nuevas sensaciones’ y se terminó el set. En Bilbao BBK Live, se atrevieron a incluir ‘Un buen día’. Anoche, tiraron la casa por la ventana. La primera sorpresa fue ‘Santos Que Yo Te Pinte’. ‘Un buen día’ también entró, provocando la euforia del público. Lo que nadie vio venir fue ‘Segundo Premio’, sin ningún tipo de introducción y siendo la segunda vez que la tocan en esta gira. Sabes que se trata de un clásico absoluto cuando solo hacen falta cuatro golpes de bombo para reconocerlo. Sorprendentemente, la respuesta del público fue bastante tibia. Quizás estaban flipando demasiado.

Rafa Galán

En realidad, la fiesta noventera había empezado con Suede a eso de las 21:00, hora que decenas de asistentes consideraron como demasiado temprana, manifestándolo en las redes sociales del festival. Viendo todo lo que llenó Mikel Izal más tarde, la decisión de la organización cobra mucho más sentido. Sin embargo, en cuanto a espectáculo, Suede siguen victoriosos.

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Por el día, Brett Anderson se pasea con su familia por los pasillos de mi hotel como uno más. Si no supiese que es el vocalista de uno de los grupos clave del britpop, no me llamaría nada la atención. Por la noche, es una hiperactiva estrella del rock. Desde los primeros instantes de ‘She’, Anderson empieza a trabajarse al público mediante gritos y palmas. Para la segunda canción, ‘Trash’, ya lo tiene en su mano. ‘Animal Nitrate’ suena de seguido y Brett ya es una fuerza de la naturaleza, saltando por la tarima, balanceando el micro a modo de lazo de cowboy y uniéndose al público sin más motivación aparente que la de dar espectáculo y pasarlo bien. Todos ganamos.

El show de Suede es uno clásico, en el que todo el peso recae sobre los temas y la actitud del frontman. A la vez, los asistentes también tienen que poner de su parte. Es un concierto muy coreable y Anderson está constantemente pidiendo la colaboración del público. Su voz se oye perfecta, pero la música es un poco barullo, así que hay que suplirlo como sea. La gente cumplió con ‘She Still Leads Me On’, que empezó como una desconocida para la mayoría pero acabó convenciendo ampliamente. «You’re fine boys tonight», exclama el cantante con una sonrisa. No te adelantes, Brett.

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El traspié del show llegó con ‘The Wild Ones’. «Vamos a ganarle al tambor del otro escenario con vuestros cánticos, de todos y cada uno de vosotros», ordenó Anderson adelantando el desastre. Reservó el estribillo totalmente para que lo cantásemos nosotros, pero resulta que nadie se la sabía. Era una versión acústica, así que la desconexión se notó todavía más. Menos mal que con ‘Beautiful Ones’ la misma estrategia funcionó perfectamente, consiguiendo el final triunfal que Suede merecía.

Fer Morales

Como he adelantado, Mikel Izal llenó totalmente el escenario Vibra Mahou. Incluso en las gradas costaba encontrar asiento. Izal se encuentra en el ‘Muleta Tour’, tras romperse el menisco y someterse a una operación. De ahí, que haga el show sentado en una silla de oficina. Su set está dividido en cuatro capítulos inspirados en su último disco, ‘El miedo y el paraíso’. Él mismo lo describió como «un viaje». Izal se han separado, pero sigue vivo en los conciertos de Mikel. La mayoría de los temas (13 de 20) pertenecen al repertorio del grupo y no faltan favoritos del público como ‘Copacabana’, ‘Qué bien’ o ‘La mujer de verde’.

Que la gente estaba viviendo al máximo el concierto del pamplonés es innegable. Para mí, ocurrió algo parecido a lo del primer día con Mäximo Park, con el escenario Radio 3 ofreciendo una alternativa más atractiva y desafiante. Pareados como «Al miedo que le den por saco, vamos a decirle adiós al ‘Pánico Práctico'» no me conquistan tanto como el «Aquí hace más sudor que en la mili» de Morreo. Con un batería y un guitarrista adicionales, Germán y Joseca cada vez presentan un espectáculo más sólido, concierto a concierto. Estos son una mezcla de desenfreno, tradición y futurismo, exhibido a la perfección en temas como ‘Pesadilla Pop’ o ‘Fiesta Nacional’.

El descubrimiento del día fue Will Butler + Sister Squares, que suenan como el hijo secreto de Belle and Sebastian y Arcade Fire: indie pop con toques de folk, góspel (gracias a los angelicales coros de las hermanas) y psicodelia. Will es mucho más excéntrico en su estilo vocal, que ya es decir, y expresivo que su hermano. La bassline de ‘Stop Talking’ y toda ‘Willows’ fueron los highlights de un exitoso concierto que terminó con el público pidiendo un bis que nunca llegó. La jornada terminó de forma épica con Kavinsky y su envolvente sesión de synthpop con toques ochenteros. Los lasers se veían desde todos los rincones del festival. El productor francés, que le dio al público lo que quería presentando su versión más machacona, dio fin a su set de forma totalmente cinematográfica con ‘Nightcall’. Solo por ese momento, con la silueta del DJ perfilada en la luna llena de la pantalla, merecería la pena tragarse todo el concierto.

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