Felicidad en 69 fascículos de Magnetic Fields

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Felicidad en 69 fascículos de Magnetic Fields

‘69 Love Songs’ es un hito, un monumento pop: de 69 canciones unas 50 son obras maestras, 15 son muy buenas y 4 son pasables, a ojo de buen cubero. Para celebrar el 25 aniversario de tan magna obra, Stephin Merritt y los suyos: los habituales Shirley Simms y Sam Davol, junto con Chris Ewen y Anthony Kaczynski, dieron dos conciertos en la sala Paral·lel 62 donde se tocó, en riguroso orden, el disco en dos tandas de 35 y 34 canciones.

Toda la Barcelona pop estaba allí y media España también, amén de varios artistas: los Manel, David Carabén de Mishima, Hidrogenesse, Manolo Martínez… Todos fans fatales de un disco cuya traslación en directo gozamos con felicidad, armonía y bastante respeto (al menos en mi zona las conversaciones fueron mínimas).

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La puesta en escena no pudo ser más sobria. Todos los miembros del grupo sentados, todos concentrados, pero con semejante arsenal de canciones, ¿quién necesitaba más? La ejecución fue impecable y a Stephin, que siempre solía parecer tan sieso en los conciertos, se le vio risueño y simpático. Incluso se tapó el oído con mucha menos frecuencia de lo habitual. Cualquiera que hubiera aterrizado en la Paral·lel 62 sin tener ni idea del grupo hubiera alucinado al ver tanta gente cantando como si fuéramos los fans de Springsteen cuando empieza ‘Born to Run’.

¿Dónde hubo más karaoke colectivo? ¿En ese “Not for all the tea in China” de ‘All My Little Words’? ¿El “makes me drink more” de ‘Reno Dakota’? ¿El agudo final que hizo Anthony Kaczynski en ‘The Luckiest Guy on the Lower East Side’? ¿Los “let’s do it all day long” de ‘Let’s Pretend We’re Bunny Rabbits’? ¿Mi favoritísima, ‘I Think I Need a New Heart’? ¿La preciosidad que es ‘The Book of Love’? Ni idea. Sólo sé que Shirley Simms nos tocó la patata en ‘Come Back to San Francisco’, o nos hicieron reír cuando Shirley atacó a capella ‘How Fucking Romantic’ entre chasquidos.

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En la primera parte del primer set pudo parecer que venían todos los hits seguidos, pero aún nos quedaban maravillas como ‘Sweet Loving Man’. Las cervezas aparecían mágicamente en mis manos, mientras la banda nos divertía con la fumada ‘Love Is Like Jazz’, en que me dio un ataque de risa al verlos tan circunspectos mientras Stephin hacía aspavientos y Shirley se dedicaba a echar humo a todos sus compañeros… excepto al jefe, que después se puso a bailar sin moverse del sitio en ‘When My Boy Walks Down the Street’. Pero Shirley también nos hizo llorar cuando cantó ‘Very Funny’ bajando el tono, o en la maravillosa ‘My Only Friend’. Aquí, Stephin nos dijo con sorna que iban a parar para una pausa de 24 horas.

Christian Bertrand

El segundo concierto a priori podría parecer algo más flojo, dada la avalancha de temazos de la primera jornada. Nada más lejos de la realidad. ‘Washington DC’ cantada a dúo entre Shirley y Anthony fue toda una celebración. Y en esa curva donde se encadenan ‘Kiss Me Like You Mean It’, ‘Papa Was a Rodeo’ y ‘Epitaph for My Heart’ me maté yo: sufrimos un stendhalazo en masa al escuchar seguidas tres de las mejores canciones de la historia del pop. Tuvimos campeona del karaoke colectivo: ‘Papa Was a Rodeo’. Cómo la cantó Stephin y qué hermoso fue cuando las luces centellearon a ritmo de “The light reflecting off the mirror ball/Looks like a thousand swirling eyes”. Canciones que en el disco te parecían menores mejoraron en directo: ‘The Way You Say Good-Night’, cantada por Anthony, ‘Abigail, Belle of Kilronan’ o la marciana y maravillosa ‘I Shatter’.

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Stephin habló poco, pero estaba chistoso: “esta es una canción sobre muerte”, para referirse a ‘Underwear’. O las dos veces que nos dijo que una canción iba sobre amor no correspondido, “una materia que acabo de inventar”. La monumental (¡cómo la cantó Stephin!) ‘Busby Berkeley Dreams’: ese suspiro final que lanzó me partió el corazón. Se nos volvió a poner piel de gallina con favoritísimas que creíamos que jamás escucharíamos: ‘Acoustic Guitar’, con Shirley al borde del desafine y una entrada falsa que la gente aplaude dar ánimos. O cómo nos inventamos los coros en ‘The Death of Ferdinand de Saussure’. O la risa en la frikada que es ‘Experimental Music Love’. Quizás la versión un tanto rara de ‘Love Is Like a Bottle of Gin’ fue lo único que deslució el tramo final. Pero hubo también estupendeces como ‘Meaningless’, ‘The Night You Can’t Remember’ o la recreación de ‘Strange Eyes’ que hizo Shirley, oscurísima. Tras ‘Xylophone Track’, Stephin nos recordó: “esa era la canción 68, ahora vendrá una pausa de 25 años”. Y cierran con una divertidísima ‘Zebra’ con Stephin dando réplica muda a Shirley.

Cuando se encendieron las luces, las caras de felicidad de parejas, amigos y conocidos eran reflejo de lo que nos había proporcionado poder ver en directo tamaño desfile de canciones inmortales y la pena por no volverles a ver mañana. ¿Cuándo vuelven? El año que viene ‘Get Lost’ cumple 30 años. ¿Por qué no otra gira conmemorativa?

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