Brava es el Madrid que me representa

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Brava es el Madrid que me representa

Dos ediciones y parece que el Brava siempre ha estado ahí. Incluso en un lugar tan remoto como el IFEMA, incluso a pesar de la pesadilla que supone salir de madrugada de allí, el festival ha mostrado su músculo convocando a decenas de miles de personas. El viernes todas vestidas de rosa; el sábado, de cowboy.

Decían el año pasado los titulares de la prensa generalista y de la especializada también, que Brava parecía el Orgullo, y esta edición se ha confirmado. Con un cartel en el que caben Aqua, Chenoa, Samantha Hudson, Mayo o Nebulossa, el festival se ha convertido en un acontecimiento social para la comunidad LGTBIQ+. Rara es la persona de la ciudad de tu muro de Instagram o Grindr que no te cruzas, hasta el punto de que el festival funciona ya como un evento social que trasciende a los artistas que actúan. Vaticino un enorme éxito en el futuro para Brava, al margen de su cartel. Aquí la noticia es por qué a nadie se le había ocurrido antes montar un festival como este en una ciudad tan marica como Madrid, y por qué sí se le ha ocurrido justo a The Music Republic, los organizadores de Arenal Sound (!) y el nuevo FIB (!!).

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Sophie Ellis-Bextor ofreció el mejor concierto de las dos jornadas, encabezando el Brava Stage hacia las diez de la noche del sábado. Reivindicada por estos lares desde mucho antes del viral que le dio ‘Saltburn‘, la artista se presentó vestida de diva disco, dispuesta a renunciar a su faceta de cantautora.

Eso supuso que no sonara en absoluto su mejor composición, ‘Young Blood’. Sophie Ellis-Bextor ha tenido una época de recogimiento como artista que ha tenido su buena recepción en Reino Unido, pero que el público español desconoce. Quizá por ello optó por hacer un set enteramente disco, en el que cupieron versiones de ‘Lady’ de Modjo y «Gimme» de ABBA. Y de su «canción favorita», ‘Like a Prayer’.

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Comenzando con un cover de ‘Crying at the Discoteque’ y su gran hit electro, ‘Catch You’, el show solo podía ser coronado por una ‘Murder on the Dancefloor’ que nunca había sido tan celebrada en España. La propia artista afirmaba ser la primera vez que actuaba en un festival de nuestro país y lucía encantada con el calor del público. Fue la gran diva en un festival plagado de las mismas, tanto encima como debajo del escenario.

Nebulossa fueron los encargados de abrir Brava el viernes por la tarde. Programados a las 18.00 horas de un día laboral, fueron el conejillo de indias que tenía que conseguir que el público se arrastrara a las barras de IFEMA, cuanto antes, mejor. La recompensa era un 2×1 en bebida que terminaba a las 19.00 y un show muy simpático que comenzaba y terminaba con su gran hit, ‘Zorra’, la primera vez sin bailarines y la última, con una coreografía similar a la que llevaron a Eurovisión.

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Salvo por un pequeño jaleo de voces dobladas o pregrabadas, Nebulossa dieron un buen concierto en el que interpretaron muchos de sus recomendables hits paralelos a Zorra, de ‘Me ha dado porno’ al actual ‘Cotilleo’ pasando por ‘Me pones a mil’. No faltaron unas cuantas versiones. Quizá demasiadas para lo que molaba su disco anterior, ‘Poliédrica de mí‘. Porque pase recuperar a la Human League adaptada al español (‘Don’t You Want Me’) seguida de una reivindicación de OMD contra la guerra (‘Enola Gay’), pero es que también interpretaron ‘La revolución sexual’, ‘A quién le importa’ y un cacho de Village People para terminar.

También cierta sensación de Década Prodigiosa dejaba el show de Angy cuando interpretaba ‘Bad Romance’, ‘Toxic’ y ‘Like a Prayer’ (ella lo hizo antes que Sophie Ellis-Bextor), aunque la parte favorita del respetable fue la recuperación del tema principal de ‘Física o química’. Todo simpatía y amor, Angy explicó que para ella era muy importante tocar con una banda al completo (gran parte de la música de Brava puede ser playback, obviamente hay mucho show de drag tipo Pupi Poison), y también bromeó sobre el libro autobiográfico que va a sacar en octubre. Si es la mitad de bueno que su tema ’Sé quién soy’, con su preciosa puesta en escena relacionada con la terapia y el autoconocimiento exhibida en Benidorm Fest, valdrá la pena.

Otras que iban a exhibir banda eran obviamente Ginebras, que llevaron al escenario principal su show verbenero, encabezado por la pizpireta ‘Alex Turner’. Tiene su set ya tantos hits como ‘Crystal Fighters’, ‘Billie Max’ o el cover de ‘Con altura’, y el único pero que se le pudo poner es el que se le tuvo que poner a todo aquel que pasó por el escenario principal: una falta clara de volumen. Ginebras celebraron, no obstante, el disco de oro que les acaban de dar por su tema ‘La típica canción’.

Aqua, gran cabeza de cartel del viernes, ofrecieron igualmente un show de banda, más concentrado en su musicalidad en directo que en la fantasía que se espera de los autores de ‘Barbie Girl’. Con unas decepcionantes proyecciones que solían ceñirse al correspondiente videoclip, su concierto fue un triunfo cuando presentaba un “greatest hit” y no tanto cuando no tocaba. Comenzaron fuertes con su mejor canción, ‘Cartoon Heroes’, y no flaquearon en ‘Around the World’ o ’Turn Back Time’, con recuerdo a la película de Gwyneth Paltrow. Pero no siempre mantuvieron el ritmo hasta que llegaron, al cierre, ‘My Oh My’, ‘Barbie Girl’ y ‘Doctor Jones’. Un show más breve en un entorno como este, o algo más de imaginación en la puesta en escena, les habría sentado bien a Lene y René.

Samantha Hudson protagonizó una actuación multitudinaria en el Escenario Repsol hasta el punto de que allí no cabía ni un alfiler. La artista se fue convirtiendo en una hormiguita que veías cada vez más a lo lejos porque cada vez se sumaba más y más gente. ¿Samantha Hudson al WiZink también? Además de burlarse irónicamente de la EDM de Calvin Harris que se «pasa por el coño» pero a la vez utiliza, presentó una entretenida colección de canciones sobre “burguesas arruinadas” y “perras”, así como “adictas al sonido”, encabezada por ‘Otra vez’. Y lo de “no hay un puto taxi” fue premonitorio. Conseguir un taxi para salir del IFEMA se convirtió en una pesadilla tanto el viernes, cuando la policía municipal fue incapaz de formar una cola ordenada, y el sábado, cuando el exceso de gente provocó una hora de espera en la cola de taxis. Que abran hasta las 6 y nos dejamos de líos.

El retraso en el show de Natalia Lacunza, que también afectó a varios grupos de ambos escenarios durante la jornada de sábado, impidió que pudiéramos verla. Al final nos decantamos por una Chenoa emocionada de actuar frente a miles y miles de personas. La cantante remozada por la presentación de Operación Triunfo tuvo que contener las lágrimas cuando se dio cuenta de que las masas aún recuerdan y entonan canciones como ‘Atrévete’ o ‘Cuando tú vas’. En cuanto a artistas del último OT, Mayo desató un griterío sobre todo femenino actuando junto a sus bailarines en el Escenario Repsol.

Muy diferente había sido el set de Nena Daconte, de banda de pop-rock, cada vez más concentrado en el sonido de los primeros Vetusta Morla. Demasiado amparado en el medio tiempo, el set solo despegó cuando acumuló al final ‘En qué estrella estará’ y ‘Tenía tanto que darte’, tan coreada como os estáis imaginando.

Si Icona Pop había cerrado la jornada de viernes con lo que resultó ser más bien una sesión dance que tenía que ser coronada por ‘I Love It’ en los últimos coletazos del «Brat Summer», Zara Larsson ofrecía el sábado de madrugada un concierto real. Su look de princesa no era incompatible con la interpretación de éxitos dance como ‘I Would Like’ o ‘Symphony’ de Clean Bandit, manteniendo al público entretenido hasta casi las 3 de la madrugada. Entonces de nuevo todo el buen rollo que había entre la gente se disipó para pelear por un taxi a casa, pero ni siquiera el ansia pudo con la sensación de familiaridad, buen rollo y espacio seguro que Brava había creado. Ojalá Madrid fuera esto, y no lo que vemos a diario.

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