Ha llovido tanto desde que una joven compositora llamada St. Vincent se presentara al mundo con un discreto disco titulado ‘Marry Me’ (2007) que la Annie Clark pasada y la actual parecen dos artistas diferentes. Hoy, St. Vincent es una de las diosas del rock de nuestra era y su último disco, ‘All Born Screaming’ (2024), influido por el hard rock y por la oscuridad de la época en que vivimos, ha vuelto a demostrarlo.
El directo es el espacio perfecto en el que ver a St. Vincent en acción. ‘All Born Screaming’ es un trabajo extremadamente cuidado en el estudio, pero en directo las canciones arden como la propia Clark en la portada del disco, y sin necesidad de recurrir a colores flúor ni a pelucas rubias como ha hecho de manera muy creativa en el pasado.
Ya el inicio con ‘Reckless’ es épico: Clark se planta en medio del escenario, apenas su silueta es visible a través de la iluminación y el primer golpe de batería es glorioso. Las guitarras asaltan los sentidos en ‘Big Time Nothing’ o ‘Broken Man’ y el sonido en la sala Razzmatazz es perfecto de principio a fin: se escuchan tan bien instrumentos y voces que el público parece encontrarse dentro de un estudio de grabación.
En este primer concierto de la gira de St. Vincent en España, que continúa el domingo 20 de octubre en Madrid, y el martes 22 con una peculiar visita al Museo del Prado, Clark mezclará letras en inglés y en español, dado que ha decidido regrabar su último disco en este idioma, una decisión que en directo vuelve a ser cuestionable, pues el español guiri de St. Vincent es muy difícil de comprender. En ‘Flea’ (bueno, ‘Pulga’) es casi imposible.
Se agradece el intento de St. Vincent de acercarse a su público hispanohablante. Sin embargo, la reacción de la audiencia barcelonesa ante su español es de confusión… y de pura euforia cuando St. Vincent se dedica a interpretar las letras originales de las canciones que su público conoce mejor. ‘Cheerleader’ es recibida con entusiasmo, pero es ‘New York’ la canción que da lugar al verdadero “singalong” de la noche, mientras St. Vincent hace “crowdsurfing” en el público.
Entre los momentos memorables del show hay que destacar el intimismo de ‘Violent Times’ o después de ‘Candy Darling’ y del bis con ‘Somebody Love Me’, pero también el grito iracundo de ‘Pay Your Way in Pain’, la nitidez con que suenan los vientos de ‘Digital Witness’ y, sobre todo, el continuo orgasmo auditivo que provocan los solos de guitarra de Clark, especialmente los de sus viejas composiciones, como ‘Birth in Reverse’.
En medio de los graciosos intentos de St. Vincent de dirigirse a su público en español (se la entiende mejor cuando habla que cuando canta, eso sí), a Clark no se le olvida trepar las gradas de la Razzmatazz para darnos un pequeña píldora de realidad: las verdaderas estrellas del rock siguen existiendo. En su mezcla de pura furia rock y sofisticación pop, ella es sin duda la mejor.