Paul Thin: «No creo que la sociedad se rompa a menos que la sociedad lo permita»

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Paul Thin: «No creo que la sociedad se rompa a menos que la sociedad lo permita»

‘Reboot’ es, al fin, más de un año después de Operación Triunfo, el gran proyecto ideado por Paul Thin. El concursante más sui generis de la última edición, el más alternativo y underground, rehúye de hits (no termino de ver si involuntariamente), para ofrecer una historia sobre un futuro distópico en el que la sociedad se rompe. Un futuro, sí, demasiado cercano.

También ‘Reboot’ es una excusa para que el artista canalice sus traumas adolescentes y su necesidad de aceptación de los demás. Muy loco como concepto y en estilos, se compone de detalles y más detalles que Paul Thin desgrana, incansable, durante más de media hora de conversación.

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Los referentes salen de su boca con muchísima ilusión, sin descanso, ni tiempo para que a la IA le dé tiempo a transcribir todos con propiedad. Esta entrevista se publica con unos días de retraso, por eso. De hecho, no sé si de haber esperado a pillar cada uno de los videojuegos, cómics, directores de cine, series o artistas referenciados en este rato, en diferentes idiomas, habríais leído esta entrevista jamás.

Paul Thin actúa hoy jueves 13 de marzo y mañana viernes en Madrid, el 28 de marzo en Zaragoza, el 3 de abril en Málaga, el 4 de abril en Sevilla, el 10 de abril en Pamplona, el 11 de abril en Valladolid y un largo etcétera que puedes consultar en su web.

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Háblame del concepto del disco, que tiene intro, interludios…
‘Reboot’ se inspira en un futuro cercano en el que se ha descubierto una forma de devolver a la gente a la vida. Cuando la persona está a punto de morir o acaba de morir, se puede traspasar esa información de su cerebro a un chip. Todas las canciones son recuerdos y emociones que se van traspasando del cerebro al chip. Lo que pasa es que hay cosas que no se han traspasado del todo bien y por eso las canciones se van volviendo un poquito más raras y más locas según va pasando el álbum.

¿Por qué era para ti importante hacer algo conceptual?
Más que cantante o cualquier otra cosa, yo me declararía «narrador». Desde niño lo más importante para mí ha sido contar historias. Veía una serie, veía una película y decía: «Me quiero hacer médico». ¿Por qué? Porque había una serie de médicos. «Me quiero hacer policía». Porque veía una película de policías. Con 13 o 14 años me di cuenta de que no quería hacer tantas cosas, sino vivir lo que ocurría en las películas, creando. He estudiado narración desde pequeño y he visto que la música era un medio genial para contar historias introspectivas y en primera persona. Viendo el momento en el que estaba, decidí crear un universo «transmedia» con elementos de ficción.

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Se nota que te gusta la ciencia ficción. ¿Qué películas o series te han marcado desde pequeño?
De todo… En este disco donde más me he visto es en ‘Blade Runner’, ‘Akira’, en videojuegos como ‘Cyberpunk 2077’… pero también obras muy humanistas como ‘BoJack Horseman’, ‘Inside’… También he estudiado mucho bandas sonoras de Vangelis para generar ambientes… Y a la hora de cómo contar mis propias experiencias, ha habido mucho de ‘El club de los Poetas Muertos’, de Spike Lee…

Me hace ilusión que alguien tan joven tenga tantas referencias, ¿pero no te daba un poco de miedo hacer una cosa súper pretenciosa, algo muy recargado?
Sí había un poco de miedo de pasarnos, parte del trabajo fue centrarnos en que los detalles fuesen eso, detalles. Meterlos de forma muy sutil para que las cosas estén en su medida. Muchas veces se dice «quien mucho barca, poco aprieta» y estoy totalmente de acuerdo. Me he dado cuenta de que yo no sería un gran director de fotografía ni de videojuegos. Lo mío no es la programación sino crear la narrativa. Me fijo en grandes autores como Sean Baker, que acaba de ganar 4 Oscar en una sola noche, para saber cuánto tiene que estar y hasta qué punto, para que no sea abrumador.

¿Las historias las cuentas más bien con las letras o con todos estos cambios de producción, que contienen las canciones?
Con todo. Con la ambientación sonora quería que la gente pudiera cerrar los ojos e imaginarse en el escenario físico donde ocurren las canciones. Es algo que hacía desde el principio, con ‘La camarera’, el decir «estoy en este sitio concreto». Con 18 años tenía mucho más esta cosa de «No hay que contar, hay que mostrar». Ahora, en ‘Descanso’ están las campanas de la iglesia, la abuela, el niño hablando con un cura, aunque no se dice que es un cura… En todas las canciones intentamos jugar. Me gusta mucho jugar con la ironía dramática, generar la idea de cómo funciona una cabeza cuando no está en su mejor momento, cuando está llena de voces que están locas, por así decirlo, cuando no se encuentra a sí misma. ‘Fiebre del Oro’ es una canción romántica, pero quería hacerla desde un punto de vista real y costumbrista. No todo tiene que ser dramático e intenso, sino que hay una parte divertida también en el amor y por eso al final hay un beat de reggaeton. De un vals «te quiero mucho, te amo, no sé qué», al momento cama, que es una cosa normal de una relación.

«La sociedad se está rompiendo, y por eso las producciones empiezan a romperse cada vez más en el álbum, suenan tan saturadas, tan rotas»

‘Tuyo’ es un reguetón apocalíptico, en un momento, pero en el disco hay mil cosas… ¿Buscabas eso, un escenario apocalíptico?
La idea es seguir contando más cosas de este universo, más adelante, pero todo nace como un principio de futuro apocalíptico. Estamos acostumbrados a ver el futuro como ‘Blade Runner’ o ‘Cyberpunk 2077’. Yo quería hacer el disco desde ese punto de vista en el que la sociedad está empezando a romperse y por eso es que las producciones empiezan a romperse cada vez más en el álbum, suenan tan saturadas, suenan tan rotas. Por eso la voz se va distorsionando por momentos. La suciedad es por ese futuro que nadie quiere que llegue.

¿Tú crees que nuestra sociedad, la verdadera, la de nuestro día a día, se está rompiendo también?
Estamos en un punto bastante complejo. Estamos en una época muy radical a nivel social, pero no creo que la sociedad se rompa a menos que la sociedad deje que se rompa. La historia es cíclica, la historia se repite, eso está claro, pero igual que se repiten los males, se repiten los bienes. La gente acaba demostrando que es capaz de levantarse. Y yo confío: prefiero ser optimista y pensar que estas cosas que cuento en mis historias no van a suceder.

Aunque estás hablando de un futuro imaginado, hablas de Twitter para mal, o de «no echar para adelante ni en terapia», en ‘Quién’. ¿Esto es la realidad de ahora, no?
Sí, es como un futuro cercano. Pero hay recuerdos personales y emociones. Por eso cada canción no es tan, tan conceptual o robótica.

Pero ¿cuánto hay de ti aquí?
Muchísimo.

Aquí hay una historia tristísima. Me pongo triste escuchando letras de este disco.
‘Reboot’ coge las partes un poquito más complicadas de mi vida. Hitchcock siempre decía que el cine es como la vida, pero sin las partes aburridas. ‘Reboot’ es como mi vida, pero si las partes felices (risas) Es verdad que tiene un halo oscuro, pero es lo que más resonaba en el momento que estaba escribiendo el disco.

«Hitchcock siempre decía que el cine es como la vida, pero sin las partes aburridas. ‘Reboot’ es como mi vida, pero si las partes felices»

En ‘Descanso’ cuando dices lo de que la abuela tiene con quién hablar y tú no, me da mucha pena. O en ‘Fiebre del Oro’ lo de que la suerte no te sonreía… Dan ganas de dar un abrazo a esa persona… ¿Te ha sonreído la suerte?
(risas) Sí, la suerte me ha acabado sonriendo, estoy feliz. Pero sí es verdad que mi infancia no es que fuesen las cosas más sencillas del mundo y eso es lo que me ha llevado a escribir este álbum, que igual no es la cosa más feliz del universo.

¿Qué te pasó en la adolescencia?
Tuve que convivir con el acoso escolar, con la idea de que no era una persona tan respetable como los demás, que no me merecía lo mismo que otra gente, que igual no me merecía estar en relaciones, o tener amigos. Al final, con los años, todo acaba llegando. Pero son cosas que se quedan dentro de ti, poco a poco vas curándote, te ayudas de la gente que tienes cercana a ti, tus amigos, tu familia. Con muchas sesiones de terapia, acabas saliendo, y al final, el álbum también ha sido casi que terapia para hacer un «reinicio» de dilemas que yo había tenido. «Vamos a dejarlos aquí, vamos a reiniciar y vamos a seguir adelante sin tener que caer tanto en el pasado».

«Tuve que convivir con el acoso escolar, con la idea de que no era una persona tan respetable como los demás, que no me merecía lo mismo que otra gente, que igual no me merecía estar en relaciones, o tener amigos»

¿Crees que en los institutos el acoso escolar ha ido a mejor a lo largo de los años, desde mis tiempos, que no se hablaba de nada ni de la gente LGTB a ahora, que la gente está sensibilizada pero radicalizada?
No sé cómo está el tema actualmente. Mi hermana terminó en el instituto hace un par de años. Supuestamente, los niños crecen con un poquito más de consciencia. Pero claramente sigue habiendo una radicalización para los niños, entre lo que está bien y lo que está mal, una cosa que viene desde casa. A la gente se le olvida que los niños están en constante aprendizaje y cuando tú les das un dogma, cuando eres tan estricto en tu visión del bien y el mal, un niño no lo va a entender bien.

Gran parte de una terapia puede ser desaprender que no todo es bien o mal [Ver podcast con Belén Aguilera] El descubrimiento de que hay grises y cosas en medio es súper importante, ¿no?
Sobre todo, porque es verdad que hay dogmas y dogmas. Ahora mismo el acoso escolar es menos físico, pero eso no lo hace mejor tampoco. Muchas cosas de los colegios se ven como «cosas de niños». Como que simplemente se están riendo todos juntos. ‘Mi corazón’ va de decirle a un profesor: «Oye, tú estás aquí, no son cosas de niños, se están riendo unos, pero hay otro que claramente no se está riendo». El profesor dice: «Yo no tengo por qué… Tenéis que venir educados de casa». Si es un profesor de universidad, lo entiendo, tienen 18 años, deberían estar más que cuidados, como para llegar y tener dos dedos de frente, pero cuando eres profesor de escuela o profesor de instituto, eres tan influyente en la vida de los niños como sus padres realmente. Es una figura fuerte de cómo ha de ser un adulto.

Hablando de salud mental, ¿este disco solamente puede ser consecuencia de alguien que ha pasado por un programa tan monstruoso como Operación Triunfo? Porque se perciben taras de alguien que ha estado en el ojo público de manera muy jevi.
El concepto de tratar la depresión y la ansiedad, ese paso de la adolescencia a la adultez, lo tenía ya antes del programa. Sí es cierto que hay canciones como ‘Quién’, que no hubiesen existido si no fuese por ese paso de cero a cien. O ‘El diablo se viste de mí’. Canciones que se hacen muchas preguntas sobre estar completamente en el ojo público y en la industria musical, que está todo el rato pidiendo de ti cosas que no son las que te gustaría que te pidiesen. Pero por lo demás, sí creo que es un álbum que hubiese ocurrido aunque no hubiese estado en OT.

En esta canción del «Diablo» hablas de adicción y tentación, que yo creo que son dos conceptos que están en el disco bastante claros. ¿A qué te refieres?
Me refiero a la adicción al trabajo, es mi mayor adicción. Tengo la suerte de no tener otras adicciones. Igual al móvil (risas) Cuando no tienes una rutina, cuando no tienes un trabajo de 8 a 3, y tienes una adicción fuerte a tu trabajo, de repente, conviertes toda tu vida en tu trabajo. Sí es verdad que en el arte, al final tu trabajo eres tú mismo, y acabas siendo adicto a que todo lo que pasa en tu vida, que deja de ser vida y pasa a ser parte de lo laboral. Cualquier cosa que escuchas, las películas que ves, todo es estudiar, todo es investigar, todo es trabajar, y lo llevo dentro desde muy pequeño. En mi adolescencia no me gustaba vivir en el presente, siempre pensaba que el futuro sería mejor. ¿Qué pasa? Ahora de repente estamos en ese futuro y ahora todas esas cosas que decía que iba a hacer en el futuro, me toca hacerlas…

¿Y las tentaciones?
Por ser grande, por tener un nombre. Va de la mano con la adicción… Igual soy consciente de que lo que está pasando por mi cabeza y voy a hacer, igual no está bien para mí. La tentación de ser alguien es más grande que mi salud.

Hay un montón de canciones que tienen un montón de estilos, pasando del urbano al reguetón, cuerdas, de repente una parte coral, de repente algo de copla o incluso flamenco. ¿Qué me puedes contar de la producción del disco?
Todo el mundo me dice que lo hemos trabajado al revés. Generalmente se hacen las canciones y a partir de ahí le buscas un conductor. Pero en este caso fue lo contrario. Con ‘Descanso’ yo quería hacer una canción sobre agarrarse a la fe. Es complicado adentrarte en la religión y hablar desde el punto de vista de una persona que no cree, pero «ojalá poder». Y a partir de ahí, pensar una idea, el ambiente.

‘Quién’ tenía que ser el clímax, la canción más loca del álbum, porque era la última canción antes del «reinicio», cuando ya mi cabeza se está volviendo loca, convirtiéndome ya en Paul. Tenía que ser con sonidos mucho más metálicos, mucho más rotos, mucho más distorsionados. Además, que sea una canción que no tenga sentido al escucharla, que se note esa ruptura en cuanto hay tres actos claros en la canción.

Respecto a ‘Volverás a llamar’, yo venía de ‘Dónde’, una canción en la que decía «es imposible amar». ‘Fiebre del oro’ hace todo ese camino: estaba claro que el álbum tenía que seguir una cronología, un recorrido, en cuanto a las canciones de amor. De «¿Dónde está el amor?» que no es que lo haya perdido, es que nunca fue mi voz, a ‘No es la mía’, que es conocer a una persona, pero no sé hasta qué punto voy a ser capaz de dar lo que antes no he sido capaz de hacer. Y ‘Volverás a llamar’ es decir «Creo que estoy preparado, me vas a dar esta oportunidad llamando de nuevo» y por eso retoma el concepto de ‘Dónde’ y al final de «Volverás» vuelve el jersey (club), que solo está ahí porque es lo que hacía en ‘Dónde’. Y vuelvo al concepto de dónde estaba el amor. Y se va como encontrando. Todo venía, como digo, desde las ideas y a partir de ahí crear.

En los interludios quería hacer referencias a bandas sonoras como Vangelis, como Hans Zimmer. En ‘Ética’, uno de los interludios, queríamos hacer un tictac para hacer ver que está pasando el tiempo, pero no que fuera un básico. Nos inspiramos en ‘Interstellar’, cuando están en el planeta del agua, que va sonando un reloj que se va acelerando cada vez porque el tiempo pasa más rápido en ese sitio. Estuvimos horas buscando el sonido exacto en millones de bibliotecas, no lo encontramos. Un día estábamos tan densos componiendo que nos pusimos a hacer el tonto en el estudio con instrumentos de percusión, en mitad de octubre, cantando villancicos… De repente salí del estudio, di con un clavo y con una cosita de plástico salió el sonido que buscábamos. Ha sido un proyecto de volvernos locos, de jugar, muy denso de hacer, porque no hemos tenido mucho tiempo de prepararlo. Lo hemos en 4 meses, son sesiones que no eran de 6 horas, sino igual de 10, 11, 12 horas.

«Es importante no tener miedo a «Es que esto no va a ser un hit». Más bien es «vamos a hacer nosotros que sea un hit a base de que a nosotros nos guste»»

¿Y cómo has escogido con quién producías?
Yo ya trabajé con Kiddo y Gio en ‘Alondra’ y estuve muy cómodo. Kiddo tiene una visión muy americana del hip hop y del trap. Así que le quería en ‘Vértigo’ desde el minuto cero. Y a Gio en ‘Tuyo’. Con Enry hice varias canciones desde el principio. Y Lex fue de las primeras personas que conocí a nivel de producción al salir de la Academia: con él ya hice todo el show de ‘Spawnpoint’, los interludios, la producción de ‘Punto de partida’, la producción de ‘Me quedaré’. Es importante que si tengo una idea loca, que me digan: «sé más loco aún». No tener miedo a «Es que esto no va a ser un hit», sino «vamos a hacer nosotros que sea un hit a base de que a nosotros nos guste». Y eso ha sido todo. Me gusta que él tenía una locura y yo otra, sin miedo a no estar haciendo las cosas bien, sino «vamos a crear, a crear, a crear y que sea lo que tenga que ser». Al final, tenemos una relación de amistad.

¿Y tú crees que al final aquí hay hit o no hay hit?
Yo sinceramente creo que los hay. Creo que es un álbum en el que podía haber sido single prácticamente cada canción. De verdad lo creo. Y no porque sean más comerciales. Es que no se han hecho 60 canciones, sino que se han hecho 14 tracks. Si algo no nos llamaba la atención el primer día es porque había que cortar y pasar a lo siguiente. Al haber estado tan centrados en canciones concretas, creo que ha dado espacio a cambiar cosas, a que las cosas crezcan. Igual no hay hit en cuanto a números, pero sí creo que las canciones favoritas van a ser distintas para cada persona. Los tops de la gente van a ser muy distintos.

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