
Debo reconocer que es muy posible que no me hubiera sentido atraído por The Hold Steady si no hubiese leído un comentario por ahí que les llamaba los ‘Pulp americanos’. «¡Coño!», piensa uno al leer esto, «eso debe ser la bomba». Y claro, como suele pasar con estas cosas, la primera escucha es una total decepción. Porque uno espera oír algo mágico y se encuentra con un rock americano de escuela clásica que suena un poco a Replacements y Hüsker Dü y un mucho a Springsteen. O sea, ¿dónde están Pulp aquí? Y claro después de un par de escuchas, el desánimo cunde y uno olvida el álbum, agobiado por la avalancha de discos que nos aplasta cada día. Un par de meses después, sorprendido por su posición en la lista de 2006 de Pithcfork (recordemos que el disco lleva circulando por ahí desde el verano pasado, pese a que hasta hace un mes no se ha editado en Europa), decidí darles una nueva y definitiva oportunidad. Y, de repente, cuando te familiarizas con los temas y encuentras los ganchos empiezas a descubrir que las palabras que hila Craig Finn como un spoken-word arrastrado por las guitarras no son cualquier cosa. ¡Claro, joder! ¡Lo de Pulp venía por ahí!





Queda lejos aquel 2003 en el que La Costa Brava se presentaba al público con el álbum ‘Déjese querer por una loca’ editado por Grabaciones en el Mar. Cuatro años y cuatro discos después sale a la venta ‘Velocidad de crucero’, una nueva obra muestra de buen gusto y originalidad recogida en apenas 43 minutos, 13 canciones y 50 Mb de mp3. Suficiente para hacernos ver que la formación pasa por un buen momento manteniendo el desparpajo de siempre al contar historias con olor a pasado pero en envoltorio moderno.







¡Oh, no! ¿Otro grupo de shoegazers? A estas alturas que a una banda la clasifiquen como tal suele ser malo, sobre todo si en sus referencias se dejan ver Slowdive y los innumerables grupos de space-rock que surgieron bajo la estela de My Bloody Valentine. Air Formation sería uno más.
El día que publicamos la crítica del concierto de 
En cierto modo, la sociedad sigue considerando el sexo como algo que debe mantenerse en el espacio privado de las personas, y habrá incluso quien lo considere aún algo sucio. Libros -en este caso cómics- como ‘Fresa y Chocolate’ ayudan fundamentalmente a tirar por tierra este mito.
El tanto que el año pasado se apuntó el Sónar trayéndonos a 
Miedito da enfrentarse a una película biográfica de Lola Flores. Sobre todo porque el «biopic» es un género que, reconozcámoslo, no manejamos demasiado bien por estos lares. Pero he de admitir que el hecho de que Lolita y Rosario se enfadaran y ni siquiera terminaran de ver una proyección privada porque se sintieron incómodas, le da a ‘Lola, la película’ un toque morboso bastante interesante. Y que no lo nieguen los productores. Esta película nace con vocación de ser desmenuzada en Salsas Rosas y Tomates. ¿Acaso no es ese su público objetivo? 




No es ningún secreto que en este blog Paul Auster gusta (y mucho). En sectores bien diferentes es igual, y por eso el escritor americano ha recibido premios tan prestigiosos como el Príncipe de Asturias de las Letras. Por tanto, enfrentarse con un libro suyo es siempre un reto para cualquiera de nosotros. Y desde 



Hay algunas que ya deberían ser fijas en esta sección porque se repiten más que el ajo. ¿Es que no tengo nadie mejor de quien hablar? Síííí, pero es que Mary-Kate Olsen no para de obsequiarnos con looks tan imposibles que al menos uno hay que destacarlo. Si hace meses nos la encontramos 



Londres, verdadera capital mundial de la moda y de las tendencias, la ciudad que vio nacer a la estética punk y espejo en el que todos los fashionistas del universo se terminan mirando, nos trae lo last de lo last y con sabor typical Spanish: lo que más se lleva ahora es la bandera de España. Banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda, las calles de Londres se han teñido hoy de nuestros colores de mano de la verdadera pareja de moda y no Kate-Pete, es decir, Ana Ánsar y Alejandro Agag. El desfile ha tenido lugar en la tarde del sábado en una céntrica calle londinense, a la vez que en el centro de Madrid las hordas peperas se manifestaban contra la decisión del Gobierno de atenuar la pena de cierto etarra de cuyo nombre no quiero acordarme.